Una delicia gastronómica que esconde la esencia de una tierra olivarera

Las gachasmigas pealeñas son una delicia gastronómica que esconde la esencia de una tierra olivarera. En Peal de Becerro se esfuerzan por conservar su esencia y animar a las nuevas generaciones para que conozcan la receta. Manuela Molina es indispensable en esta labor. Cuenta que fue su madre quien le enseñó la receta cuando solo tenía 15 años y que ella se ha encargado de dejársela a tres de sus seis hijos —Jesús, Raúl y Begoña—, ya que para esta cocina también hace falta una buena mano.
Manuela Molina se encarga de organizar y de degustar el tradicional concurso de gachasmigas que se celebra en Peal de Becerro a mediados de septiembre. “Llevo 27 años como voluntaria y lo hago porque no quiero que se pierdan nuestras tradiciones. He enseñado a muchos a hacer el plato. También me encargo de catarlas en el concurso, en el que premiamos a los cocineros con unos jamones. Luego, repartimos las gachasmigas a la gente en una jornada que se convierte en muy especial”, afirma Manuela Molina.
La receta no es ningún secreto. De hecho, la filosofía de las gachasmigas pasa por divulgar su elaboración para que no se pierdan. Son una migas que se hacen sin pan. Se coge una sartén —que no se pegue— y se pone en el fuego —si es de leña, mucho mejor. Si no, de butano—. Luego, se echan cuatro vasitos de agua y la misma cantidad de harina. Resulta indispensable ponerle aceite de oliva virgen extra de Jaén y un puñado de sal. Entonces, hay que tener un brazo fuerte y muchas ganas para comenzar a moverlas. Se hacen lentamente hasta que se cuajan.
Se trata de un plato que se debe acompañar con otros productos que, a la par, sirven como decoración. Por eso, se le puede poner melón, sandía, torreznos, chorizo o unas sardinas asadas. No hay duda de que se trata de un plato que conserva la tradición y la historia, ya que tiene un marcado carácter rural. “Cuando me han llamado para comunicarme el premio, me he puesto muy contenta. La verdad es que no lo esperaba. Sin embargo, estoy feliz porque se trata de un reconocimiento a una tradición que tenemos consolidada en Peal de Becerro y que la convertimos en una fiesta culinaria”, dice Manuela Molina.