Un centauro llamado Cartagena

Pablo Aguado corta un trofeo en una tarde espectacular del rejoneador

25 ago 2018 / 16:32 H.

Un centauro llamado Cartagena pasó como un huracán por Sabiote. Qué manera de torear a caballo. Le dicen Andy y no está claro dónde acaba el hombre y comienza el caballo. Subido a la montura, rejoneador y equino son uno. Piensan de la misma forma, miran al toro de frente, caminan hacia adelante unidos y embrocan muy parejos. Si no llega a ser por el centauro Cartagena, la corrida de Sabiote pudo irse a pique. Incomprensible el juego de los toros de Soto de la Fuente, que venían de triunfar. En cambio, el envoltorio no se correspondió con lo que iba dentro. La presentación era excelente, pero el juego fue malo. Resulta extraño que una corrida tan bonita pueda tener ese comportamiento en la plaza, aunque hay tardes en las que no salen las cosas. Por mucho que se quiera, la frase del presidente del Gobierno Pedro Sánchez se hace latente. Entonces: “No es no”. La cara de los hermanos ganaderos en el callejón era un poema. Inexplicable lo que le pasó a una corrida con unas hechuras tan bonitas.

Andy Cartagena halló un primer toro soso y mansete. El rejoneador tuvo claro que lo tenía que hacer todo, por lo que tiró de quiebros, cabriolas y le arrimó el caballo a la testuz. En cambio, el astado perseguía a la montura un poco por compromiso y se paraba. Cartagena clavó reunido y animó al público con las banderillas cortas. Mató bien y, como es un centauro, dejó que su parte de caballo se fuera a los medios para animar un poco más al público para que pidiera la oreja. El caballo se sentó y movía las patas delanteras para que arreciera la petición. Con el cuarto estuvo todavía mejor.

Andy Cartagena, al igual que al primero, lo midió bien en el primer tercio y solo dejó un rejón de castigo. El manejo de los caballos volvió a ser espectacular, al igual que el temple a la hora de clavar las banderillas. Este toro sí que tuvo más movilidad, pero no buena. Arreó para adentro cuando veía opción de hacer presa. Cartagena aprovechó bien estas arrancadas y estuvo inteligente para sacarlo a los medios y pasar por la raya de picadores y así aprovechar las querencias para fingir que el astado quería pelear. Mató de forma perfecta y fue premiado con las dos orejas y el rabo.

David de Miranda se fue sin torear. El segundo toro salió con movilidad, aunque desde el principio cantó que tenía poca fuerza. En cambio, conforme avanzó la lidia empezó a evidenciar que no podía tirar del tren trasero. De esta manera, David de Miranda intentó estar por delante de la cara como enfermero, pero no le permitió ni eso. Solo dejó una media verónica de categoría con el capote, que fue cuando el toro todavía se movía un poco.

El quinto fue peor, ya que este encima tenía ideas perversas. Pasaba orientado por el derecho y por el izquierdo tenía cierta costumbre de irse al pecho. Se lo hizo a los banderilleros y también al torero con la franela. Por eso, nada de nada. La espada y para casa sin poder torear. Sin duda, una pena.

Pablo Aguado demostró que el toreo no es solo de derechas, sino que también puede ser de izquierdas. Qué bien torea al natural. Anduvo de cuidador con el tercero con una faena que inició en línea y a media altura. En cambio, cuando el astado se consolidó —en la tercera serie— le atacó con la mano izquierda dejando unos naturales bellísimos. Pablo Aguado se encaja muy bien, corre la mano despacio y encaja la figura. Sin embargo, no entendió que en las plazas de primera hay tipos ariscos y hasta “mala follás”, pero en Sabiote la gente es muy buena. A poco que le hubiera hecho alguna cosita al toro antes de matarlo se le hubiera perdonado que la espada se le fuera tan trasera y hubiera tocado pelo. Error de joven es olvidar la importancia que tienen los finales. No estuvo mal con el que cerró plaza en una faena atacando mucho con la derecha, pero el toro no fue agradecido. Cortó una oreja, pero no hubo muletazos tan buenos. Pecó de inocencia con el tercero y se le fue la puerta grande.