Los toros llenan hasta la bandera

Ginés Marín y Roca Rey triunfan en una tarde con alusiones a la unidad del país

02 oct 2017 / 16:19 H.

YSan Nicasio se llenó. ¡Qué ambiente en la plaza de Úbeda! Los toreros miraban a los tendidos antes de que rompiera el paseíllo y se engallaban conscientes de la responsabilidad. Hubo un lleno “hasta la bandera” y, si tiene que ser alguna, sin duda la que ondeó en el ambiente durante toda la tarde de ayer fue la de España. Los aficionados reclamaban a los subalternos que colocaran banderillas con los colores de la bandera nacional. Tal era la exigencia, que Roca Rey tuvo que coger él mismo un par y llevárselo a Viruta, uno de sus “hombres de plata”, cuando se disponía a colocarle al astado unas de color blanco. De hecho, López Simón, después de cortar un trofeo en el primero, dio la vuelta al ruedo envuelto en la bandera constitucional después de que unos aficionados se la lanzaran desde el tendido. Cuando se la colocó, la plaza era un clamor.

Los toros. El encierro valió. Noble y bueno, pero bajo de raza. Permitió torear bonito, pero no rotundo. Sirvió para que López Simón, Roca Rey y Ginés Marín sellaran una tarde en la que se lograron seis trofeos que pudieron ser hasta ocho si López Simón y Ginés Marín hubieran estado más atinados con las espadas. Eso sí, los morlacos de Santiago Domecq tuvieron poca emoción. Lo que más asustó a la plaza no fue un toro, sino un gato. El minino apareció por sorpresa por los tendidos de sombra y los aficionados se levantaban asustadísimos. Y no porque fuera gato, sino porque generó desconcierto ya que se antojó rata. Hasta Roca Rey tuvo que parar de torear mientras que el gatito buscaba donde esconderse.

López Simón estuvo lejos de lo que fue y de lo que se espera de él. Paró a la verónica al que abrió plaza. Tenía tan poca fuerza el animal que en el caballo habría cumplido más si le hubieran dado un escobazo —como hacían en el Bombero Torero— en vez de ese picotacito. El torero vio como se le colaba en dos ocasiones, por lo que pronto entendió la necesidad de engancharlo por delante. Le dio dos series de derechazos y otra al natural antes de volver a torear en redondo con muletazos templados. El epílogo lo centró en conducirlo con la franela con un aire en el que el torero siempre quedaba en el medio y el toro se movía de un lado a otro. Circulares, cambios de mano y estocada, que le valió para cortar un trofeo. Con el cuarto construyó una faena que no llegó a calar con fuerza en los tendidos. Además, se sumó a la fea moda de descalzarse sin motivo. Ni que estuviera en la playa. Destacó una serie de derechazos y otra al natural.

Roca Rey dejó que los toros fueran y vinieran a los engaños a su aire, ya que así las embestidas parecían más claras. Si se les mandaba, protestaban demasiado. El público de Úbeda estuvo siempre muy de su parte. Toreó suave a la verónica al segundo e inicio a pies juntos la faena de muleta con toreo en redondo y sorprendiendo a la plaza —cuando menos lo esperaba— pasándose al toro por la espalda. Llevó despacio las embestidas y acabó con circulares invertidos en una faena premiada con los dos trofeos. Más tuvo que torear el quinto, al que interpretó el pase del péndulo al comienzo de la faena en una lidia de calidad y con la mano baja. Se quedó en el sitio cuando hizo falta para enganchar y componer muletazos largos e intensos.

Ginés Marín pechó con un toro más complicado. Después de darle una serie de naturales y otra de derechazos, el toro se vio podido y empezó a defenderse. Entonces, aprovechó para acortar distancias y darse un gran arrimón en una faena vibrante y comunicativa con los tendidos que acabó con unas bellas bernardinas “envueltas” con desplantes. El sexto no le dio mucha opción. Y así acabó una tarde en la que el público salió contento porque vio un espectáculo con calidad y muchos matices. Mereció la pena ir a los toros en una tarde que resultó tremendamente entretenida.