Tradición que da vida en el corazón segureño de La Toba
Decenas de personas acuden a la eucaristía y una procesión de largo recorrido que finaliza con una gran verbena en la plaza

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La Toba es uno de esos 86 núcleos de Santiago-Pontones que, durante estos días, se encuentran llenos de vida por todos los numerosos visitantes que reciben, no solamente de emigrados que regresan a sus raíces procedentes de lugares como Castellón, Valencia o Barcelona, sino también de visitantes que acuden a este bello rincón en el corazón de la comarca de la Sierra de Segura. Una de las señas de identidad de la celebración es la eucaristía que tiene lugar en las eras de las Antiguas Escuelas de La Toba, al lado del río Segura. Un lugar en el que el paso del tiempo ha dejado su impronta, pero, como cada 15 de agosto, recuperó su esencia ya que son muchas las personas que acudieron para escuchar la misa oficiada por el párroco Jaime González.
Ya una vez finalizada la eucaristía, empezó una larga procesión en la que los tronos de San Pedro y la Inmaculada Concepción son portados, en brazos, por cada uno de los asistentes que se van relevando a lo largo del recorrido. Es una procesión muy típica de la Sierra de Segura, donde los vecinos pasan por cada una de la casas de este característico núcleo. Por cada vivienda donde pasaba, los vecinos metían dinero en las pequeñas huchas que estaban en cada uno de los tronos. El desfile procesional finaliza en la Plaza, junto al cauce del Manantial. Allí, los anderos portan a las imágenes para proceder al recuento de todo el dinero que han donado los vecinos y visitantes que llenan de vida La Toba. Un ambiente de fiesta y reencuentros que se pudo vivir en la mencionada plaza una vez conocida toda la cuantía económica recogida para sufragar estas fiestas tan características.
“Nací aquí, aunque me fui de con 17 años y, aunque estuve una treintena de años sin venir, llevo unos 20 años estando aquí por las fiestas”, admitió Miguel Tauste. Mismo sentimiento que comparte su hermana, María Taute, que subrayó la importancia de volver a sus raíces. “Siempre vengo para acompañar a la Inmaculada y a San Pedro. Cuando coincidimos, venimos a La Toba para disfrutar de las fiestas”, explicó Gloria Ivolocha. Para Cristina Ivolocha, una de las señas de volver para estas fiestas es coincidir con toda su familia. “Soy de un pueblo de Jaén, pero que está cerca de Córdoba. Entonces, desde que vine la primera vez a este sitio, me enamoré y vengo siempre”, mencionó Mari Carmen Álvarez.