Tensión y bronca política sin salir del guion

La moción se consuma y el PP vuelve a gobernar, pero el PSOE no da tregua e irá a los tribunales

24 ago 2017 / 10:59 H.

Aunque el cine de verano de Begíjar acabó hace unos días con “La La Land”, todavía quedaba una sesión para los begijenses con momentos de tensión, drama, incipientes historias de amor y un final agridulce, pero, sobre todo, abierto. De hecho, la secuela llegará en el pleno de septiembre y también se verá en los juzgados. El guion de los protagonistas estaba ya escrito, con las argumentaciones de unos y otros repetidas hasta la saciedad desde el 8 de agosto, cuando se presentó la moción de censura. De esta forma, los giros y la improvisación llegarían de mano de los secundarios que pasaron a primer plano, como el único concejal de IU, convertido en voz de la Mesa de Edad, y la concejal del PA, presentada como “tránsfuga”, que todavía no había soltado ni una frase de su papel, además de los extras, un salón de plenos en el que no cabía un alma más, que abroncaban y aplaudían cada escena.

La sesión comenzaba a las doce del mediodía, pero más de media hora antes la escalera de acceso al salón de plenos estaba llena de variopintos espectadores. Abiertas sus puertas, no tardó en quedarse el aforo más que pequeño. En la escena, Andrés Gárate, alcalde todavía en ese momento, con su mermado equipo de Gobierno. Los dos concejales de su grupo, a la derecha, y su teniente de alcalde, el andalucista Fernando Rezola, a la izquierda. Con gesto serio, vieron entrar a una buena representación del PP provincial primero, entre ellos el secretario general, Francisco Palacios, y el coordinador, Miguel Contreras, y minutos más tarde, del PSOE, como los alcaldes de Baeza e Ibros; el diputado Bartolomé Cruz y la parlamentaria Natividad Redondo. Poco antes de las doce, llegaron los cinco concejales del PP, con Damián Martínez a la cabeza. No tardaron en sumarse la portavoz del PA, Pilar Montes, y José Pozo, edil de Izquierda Unida. Mientras que el secretario del Ayuntamiento explicaba el funcionamiento de este pleno, sonaron las campanas de las doce.

Hasta ese momento, la incógnita sobre si la moción de censura debía o no votarse sobrevolaba todavía la sesión. De un lado, estaba la defensa de su ilegalidad, propugnada por el PSOE, por apoyarse en una tránsfuga y respaldada por un informe de la Diputación y un pleno en el que se dio cuenta de un escrito de expulsión de la concejal presentado por su compañero; de otro, la convicción del PP de que la propuesta es completamente legal, con un escrito del representante del Partido Andalucista en la Junta Electoral de zona de Jaén que defiende que Montes “es, a todos los efectos, concejal andalucista”. De esta forma, debía ser la Mesa de edad —compuesta por el concejal más mayor, Pozo, y la más joven, María José Rodríguez, del PP —como recoge la ley electoral, la que decidiera si la moción proseguía o era necesaria la mayoría reforzada —7 concejales, uno más de los que la firmaban—, como defiende el PSOE.

José Pozo tomó la palabra para pedir al secretario, como “asesor jurídico”, que se pronunciase sobre la validez de los informes adjuntos en el expediente. Él reconoció no tener los conocimientos jurídicos para dilucidarlo, además de lamentarse por tener que jugar ese papel decisivo, como ya tuvo que hacer en la sesión de investidura de Gárate en junio de 2015. El secretario insistió en que su función se limita a presentar el expediente e informar y exhortó a Pozo a pronunciarse. “Seguimos adelante y que luego lo dictamine un juez”, contestó. En este tira y afloja, se vivieron los primeros momentos de tensión, en los que Gárate llegó a pedir al representante de IU que levantara la sesión. La temperatura en la sala no dejaba de subir . La concejal de menor edad, la del grupo popular, sin sorpresas, se pronunció a favor de que la votación siguiese adelante.

Antes, una vez confirmada la decisión de la Mesa de edad, el alcalde, candidato a la Alcaldía y portavoces de los grupos tuvieron la oportunidad de tomar la palabra.

Damián Martínez, que ya veía más cerca el bastón de mando entre sus manos, hizo un repaso sobre cómo han quedado “al descubierto” las “artimañas del PSOE” para que no se “respetara la voz y voto del pueblo en las urnas”. Recordó, cómo un día antes de la presentación de la moción, Rezola registró el escrito de expulsión de su compañera, “una competencia que no le corresponde”, como después quedó en evidencia con la declaración del Partido Andalucista; la convocatoria del pleno del día 16 para dar cuenta de este escrito, “en fraude de ley”. “No contentos acudieron a los suyos, a la Diputación para pedir un informe jurídico que no es perceptivo ni vinculante”, dijo.

Gárate, en un tono duro, defendió que el informe de la Diputación es “claro y contundente”, que Pilar Montes se presentó “dentro de las listas andalucistas como candidata independiente” y que, tal y como quedó visto en el pleno del día 16, no pertenece al grupo municipal. Insistió en que toda la moción atiende a intereses económicos tanto de la “tránsfuga” como del PP por volver a la Alcaldía. Las portavoces de ambos grupos, la socialista Josefa Gallego y la popular Águeda López, mantuvieron el discurso y endurecieron los argumentos. La primera procuró desmontar la afirmación del PP de que el equipo de Gobierno no ha atraído inversión de otras instituciones con una lista de proyectos ejecutados y atacó a Pozo por propiciar el “tripartito de la pinza del PP, con IU y la tránsfuga”. “Si los comunistas de este pueblo levantaran la cabeza qué les ibas a contar”, terminó.

El concejal de IU, esta vez como portavoz, volvió a hablar: “La culpa (de la moción) la han tenido estos señores —refiriéndose a Gárate y Rezola— que no han sabido hacer que el matrimonio siga adelante”. Y explicó que, desde que dio su apoyo en la investidura, el alcalde no ha cumplido ni una de sus condiciones, pese a intentar trabajar solo por los intereses del pueblo.

López hizo más bien una intervención “postmoción” y defendió que, tras el “secuestro de la Alcaldía” por parte del PSOE, “el tiempo pone a la gente en su lugar” y a Damián Martínez, al frente de un Ayuntamiento que debe ser “verdadero servidor del pueblo”. Rezola, que siguió la sesión impertérrito, pidió la palabra pero, al no ser portavoz, no se le concedió. “Acato la decisión”, dijo.

La que sí habló fue Pilar Montes, la concejal en el centro de la polémica, y lo hizo largo y tendido por primera vez. Mostró su desencanto con la falta de unión e información dentro del equipo de Gobierno desde el principio; explicó que la han ninguneado y mentido e, incluso, acusó de que no se han respetado las rotaciones igualitarias en las listas de empleo municipal. “Doy este paso nada fácil porque la situación es insostenible. Defenderé los intereses del pueblo de Begíjar y una gestión muy distinta”, aseguró.

Y cuando marcaban la una y seis minutos de la tarde, el secretario procedió a pedir el voto a los concejales. Sin cambios sobre lo previsto, seis “sí” y cinco “no”, algunos de ellos con la coletilla de “moción ilegal” y “moción muy legal”. Y mientras que Damián Martínez se levantaba para jurar su cargo, el PSOE y Rezola salieron de la sala airados. “Vaya lección de democracia”, les gritaron desde el público. Aplausos y felicitaciones al nuevo alcalde siguieron hasta que este abandonó el Ayuntamiento rodeado de los suyos. Casi al mismo tiempo, el PSOE provincial anunciaba que impugnará el pleno con un recurso en el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo. Y aquí la historia, continuará.