Padre e hijo comparten servicio

Pedro y Alberto Díaz forman dos generaciones de guardias civiles destinados en Puente de Génave

14 feb 2019 / 16:51 H.

Madre e hija van juntas a misa y cada una reza su dicha. En Puente de Génave, durante cinco meses, padre e hijo donde acuden es a prestar juntos uno de los servicios que la Guardia Civil encomienda a sus números, cada día, en la provincia de Jaén. Pedro Díaz “Chavernas”, tiene como compañero de trabajo a su hijo, Alberto Díaz Fernández, cuando el cuadrante así lo ordena. Agentes de la Benemérita, en el puesto de Puente de Génave, que comparten mucho más que profesión. En casa, la mujer y madre de los guardias civiles, Mari Fernández, se muestra orgullosa de ambos. Asegura que el verde en sus tareas cotidianas siempre predomina. Se encomienda a la Virgen del Pilar para pedir protección.

Pedro Díaz opositó a la Guardia Civil, por primera vez en la década de los ochenta, pero no aprobó. Decidió comprarse un tractor y dedicarse al mundo del campo. Pero lo volvió a intentar con éxito, y, desde octubre de 1986, se encuentra en este cuerpo de seguridad. El día de su santo de 1987 tuvo su primer destino en Suria, muy cerca del municipio catalán de Manresa. Su caminar le llevó por Gestargal, en la provincia de Valencia, en 1989, y no fue hasta marzo de 1992 cuando recaló en su pueblo, Puente de Génave.

El tiempo, que pasa volando, le llevará a partir de mañana a la situación de reserva: “Quitarme el uniforme ya me produce muchos recuerdos y hasta algo especial recorre por mi cuerpo. No salir a patrullar, será una nueva situación que habrá que asimilar”. No obstante, en la figura de Alberto seguirá viendo el verde a menudo: “Es una satisfacción para un padre guardia civil tener a un hijo en este oficio, le he dado todos los consejos posibles, y que sea fiel siempre”. Aunque solo han sido cinco meses de coincidencia tanto del padre como del hijo en el mismo destino, ha sido suficiente: “Salir de servicio, montarte en un coche oficial y compartir el trabajo durante ocho horas me causaba una gran estima, porque mi hijo se convertía en un compañero más”.

Alberto Díaz nació justo el año en el que su padre salió destinado como guardia civil y, cosas del destino, quiso seguir sus pasos. El día de su cumpleaños, de 2006, ingresó en la Academia de la Guardia Civil, y después de la instrucción pasó, en calidad de eventual, por Beas de Segura, El Robledo (Albacete), Torres de Albanchez (Jaén) y, desde octubre del pasado año, Puente de Génave. No esconde la alegría: “Estoy muy feliz con mi nuevo destino, y haber compartido con mi padre servicios y consejos, que nunca vienen mal”.

Anécdotas no faltan. Hubo un día que un señor llegó tardé a una reunión en Beas de Segura, y al preguntarle el motivo de su tardanza, aseguró que era porque en la carretera lo habían parado el padre y el hijo, a lo que los reunidos ya en la mesa, uno de ellos contestó: “Sí, y el Espíritu Santo”.