Confederación y Junta permiten que Iberdrola seque el Zumeta

El caudal ecológico es de ley, pero el agua se la siguen quedando para la central

06 mar 2019 / 11:13 H.

Al gato y al ratón siguen jugando con todos nosotros la “pescadilla” (llámese Confederación Hidrográfica del Segura) y la “cola” (llamada Iberdrola, la empresa eléctrica) que por la inacción de una y el desinterés de otra tienen parte del río Zumeta sin agua, con el consiguiente perjuicio medioambiental de una zona vital para la provincia de Jaén, el Parque Natural, la mayor zona protegida de España, en este caso desprotegida. Desde 1960 está construida la presa de “La Vieja” y, desde entonces, no hay caudal debajo del cemento, solo cuando abren compuertas, que lo hacen a mansalva y arramblan con toda la fauna y la flora. Y pese a que en 2010 podría haberse “remirado” la concesión debido a los flagrantes incumplimientos por parte de la empresa, nada ha cambiado, toda el agua en manos privadas. Y todo es muy fácil de discernir, pero liado de forma expeditiva por las partes. Iberdrola dice que tiene un proyecto de 160.000 euros presentados para recuperar el cauce ecológico y la Confederación del Segura da el visto bueno y a la vez está a la espera de la adecuación de las obras a la zona de dominio público hidráulico. Este periódico denunció el pertinaz secado del río a principios de diciembre y, tres meses después, un equipo de periodistas ha confirmado que así sigue.

Tanto Confederación del Segura como Iberdrola hablaron entonces en sendas comunicaciones del arreglo “lo antes posible” y reconocieron que el proyecto de las obras es de enero de 2017, por lo que, tampoco, dos años después, nadie asume ningún tipo de responsabilidad. En este sentido, la propia Junta de Andalucía, que debería velar por un espacio de vida como el del río Zumeta, no ha adquirido ningún tipo de protagonismo en este caso. La Asociación para la Conservación Piscícola de los Ecosistemas Acuáticos del Sur (Acpes) asegura mantener la bandera del cauce ecológico como algo innegociable y considera “una lucha sin cuartel” la tarea que está llevando a cabo por las permanentes trabas de las administraciones públicas a revertir la situación. Así las cosas, entre ‘la pescadilla y la cola’ anda el atentado ecológico.