San Cristóbal bendice las calles

Parecen no conocer final unos días de fiesta en los que Campillo de Arenas ha viajado en el tiempo, con sus luchas de moros y cristianos, y ha venerado sin descanso a la Santísima Virgen de la Cabeza. Por si hubiese sabido a poco, y coincidiendo con la festividad de San Cristóbal, el conocido patrón de los conductores bendijo, a todo aquel que coja el volante, a su paso por el municipio en su tradicional procesión de coches. Como preámbulo, se celebró una solemne misa a las once y media de la mañana. Tras haber acompañado a San Cristóbal en su icónico desfile procesional, el Festival Colours y la Fiesta de la Espuma congregó a un ingente público dispuesto a combatir las altas temperaturas veraniegas. No obstante, a las doce del mediodía se celebró una santa misa en honor de Santa Lucía, en su ermita del Paraje de Puerta de Arenas. La tarde prometía cuando pasó la hora de la sobremesa. Para sorpresa de muchos, y gusto de otros, el Kamikaze Gigante invitó a desafiar la gravedad a los más valientes. La plaza de Andalucía fue el escenario donde se instaló un tobogán de doce metros de alto y cuarenta y cinco metros de ancho. Una actividad en la que el “subidón” de adrenalina estuvo más que asegurado con tan solo contemplar tan colosal “caramelo” para las personas más atrevidas. Tras un tiempo de descanso y sosiego que seguramente agradeciera el cuerpo de los campilleros, la fiesta no se hizo de rogar. A las once de la noche, se produjo la apertura de la Caseta Municipal para que la orquesta “Farándula” y el “Trío Cristal” provocase el alzamiento de brazos y movimientos de cadera que ya pronto tendrán que despedirse de las fiestas de Campillo de Arenas. Para hoy, las actividades prometen ser de lo más deleitables para quien aún disponga de fuerzas suficientes. El penúltimo día de las fiestas patronales comenzará a las seis de la tarde con una yincana deportiva entre peñas del municipio. El punto “fiestero” lo otorgará la orquesta “Fusansc” a partir de las once de la noche. Campillo de Arenas aún relame con gusto sus días grandes.