Pasión y fe por la patrona

El pueblo ensalza a Santa María Magdalena en un ambiente festivo

13 may 2019 / 16:32 H.

El nerviosismo y la ilusión recorría el cuerpo de los que se encontraban, desde bien temprano, en las inmediaciones de la Parroquia de San Pedro Apóstol, donde, justo en la entrada, se encontraba la imagen de Santa María Magdalena. Últimos retoques en adornos, fotografías con la patrona y todo preparado para vivir uno de los días más emotivos y especiales para todos los mengibareños, puesto que es el día en el que se honra, se homenajea y, sobre todo, se presume de una patrona que, con todo su esplendor y belleza, recorrió las calles del municipio hasta llegar a su ermita, en lo alto del Cerro de las Torres, en la encomienda de Maquiz. Eso sí, acompañada en todo momento por sus fieles. Fueron los hermanos mayores de la cofradía de Santa María Magdalena, junto con su presidenta y algunos miembros más, los que comenzaron el camino. Sin embargo, conforme avanzaban se les unieron cada vez más romeros, que, en las diferentes calles de Mengíbar, esperaban impacientes e ilusionados a que Santa María Magdalena apareciese, para así poder vitorearla y admirarla. Algunos, incluso, hicieron que la imagen se detuviese para que, desde los balcones, pudiesen arrojarle pétalos de rosa. Además, la comitiva también se detuvo, en un par de ocasiones, para ofrecer roscos y dulces a todos aquellos vecinos que estuviesen en las calles esperando a la patrona. “¡Viva Santa María Magdalena!”, es escuchaba una y otra vez, junto con sevillanas que resonaban entre la multitud gracias a un grupo de personas que, con guitarras, castañuelas y panderetas, se encargaron de amenizar con música la procesión.

La imagen de la patrona se hizo a un lado cuando llegó a la Avenida de España para dejar que las cerca de veinte carretas, de las diferentes peñas, pasasen por su lado y se dirigiesen hacia la ermita. Allí, se unieron más fieles y se vivió un ambiente de fiesta, alegría y, sobre todo, convivencia. Flamencas bailando sevillanas, niños vestidos de romeros que jugaban, familias echándose fotos con Santa María Magdalena, amigos que se volvían a ver... Tras este breve, pero intenso, parón, la procesión continuó y uno de los momentos más bonitos fue cuando cruzó el puente que atraviesa el río Guadalbullón para enfilar la recta final hacia la ermita, donde se celebró, posteriormente, una misa. Cientos de romeros que compartieron, una vez más, el amor, cariño, pasión y devoción por Santa María Magdalena.