Onsares, entre pinos y olivares

La aldea, a diez kilómetros de Villarrodrigo, comparte con sus apenas noventa vecinos la belleza del Parque Natural de Cazorla

22 nov 2017 / 08:46 H.

“Villarrodrigo mi pueblo, / San Bartolo mi patrón, / viva la gente onsareña, / que onsareñito soy yo”, proclama la tradicional jota de Onsares, aldea villarrodriguense que, con sus apenas noventa habitantes, acentúa aún más la serenidad que caracteriza estas tierras, limítrofes con la provincia de Albacete.

Cruzada por un paseo, al que da nombre Rafael Marín Sánchez, la tranquilísima vida de este núcleo de población parece girar, físicamente, en torno a la ermita de la Virgen Milagrosa, a la que se accede a través de unos blanquísimos escalones vacíos —que en otoño pueblan mamperlanes de hojas—, a reventar el último fin de semana de mayo, cuando se celebra la romería en honor de la Señora, que tiene su historia: comenzó a festejarse en 1928. Al parecer, la maestra que daba clases, entonces, en la aldea pidió al sacerdote de Villarrodrigo que se acercara hasta allí para que los niños pudieran recibir la Primera Comunión; tan agradable y provechosa le resultó la visita al cura que, en un alarde de espiritual desprendimiento, donó a los onsareños la imagen de la Madre de Dios en su advocación purísima.

Un colegio, El Collao, atiende intelectualmente a los pocos pequeños que habitan la aldea, cuyas vistas son realmente impresionantes. No en vano, aunque Villarrodrigo no pertenece, burocrátimente, al parque natural cazorleño, se encuentra dentro de su comarca, por lo que el visitante tiene asegurada la belleza nada más descender desde las alturas por las que discurre la carretera, auténticos acantilados que los amantes de la fotografía que no tengan vértigo no deben perder.