Nueva oportunidad para Ojito

Un perro rescatado en Arjonilla se recupera de las secuelas del abandono

20 nov 2020 / 09:23 H.
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La primera fotografía muestra un rostro cuya mirada es claramente la hipóstasis del terror y la pena; la segunda, un animal que vive en paz y ha dejado atrás el sufrimiento. Parece increíble, pero entre una y otra han pasado sólo unos meses. Se trata de Ojito, un podenco al que le cambió la vida el pasado verano. Dos jóvenes de Arjonilla lo rescataron del desamparo en la calle y se pusieron en contacto con los voluntarios de Patitas Cansadas, quienes lo acogieron y lo bautizaron como Tigre. Este colectivo de la zona lucha a diario por dar una vida digna a aquellos peludos que se han topado en su camino vital con la maldad o el desprecio.

De la historia de Ojito y de quién o qué le había hecho tanto daño poco o nada se sabía entonces, pero no cabía perder tiempo en averiguarlo. Lo importante era, en primer lugar, encontrarle un hogar, y en segundo, enseñarle el significado del amor y el cariño. Viendo un vídeo compartido por Patitas Cansadas el 12 de junio en Facebook y que conmovió a los usuarios de la red social, sorprende cómo respondía con temblores a cada caricia y hasta qué punto trataba de cobijarse en una esquina del chenil de menos de un metro cuadrado en el que pasaba días y noches pensando, de seguro, que el mundo era un infierno.

Las buenas noticias llegaron pronto. El 18 de junio, la asociación eligió, entre todas las personas que habían mostrado interés, a una mujer residente en Alemania para que se hiciera cargo del podenco. Fue ella quien le puso el nombre de Ojito. Los voluntarios siguieron trabajando duro para que el animal dejara de vivir aterrado y, aunque los avances eran lentos, la mejoría se fue notando. El 4 de julio, Ojito puso rumbo a una casa de acogida en Crevillente (Alicante), donde actualmente sigue recibiendo mimos de sus padres y de sus hermanos de acogida. Hoy, aunque aún es pronto para afirmar que su corazón está curado por completo, Ojito ha aprendido a convivir con el afecto y la alegría, y aquella mirada de espanto es ya parte del pasado.

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