“No nos han dejado despedirnos”

Los abuelos de Castellar que vivían con sus nietos dicen que se los llevaron “sin medicación y de mala manera”

02 feb 2019 / 16:59 H.

Los han sacado de la cama, se los han llevado sin desayunar y sin la medicación y no nos han dejado ni despedirnos de ellos”. Lo dicen, angustiados, María José González y Emilio Luján, los dos vecinos castellariegos que tenían a cargo a sus tres nietos —de ocho, cinco y dos años— y a cuya separación le puso fecha la Junta de Andalucía “para después de navidades”. El motivo, un informe que califica a la pareja como no idónea para vivir con los menores.

La Administración andaluza cumplió el aviso dado a González y Luján y, pese a las muestras de apoyo del pueblo y del propio alcalde de Castellar, a eso de las siete y media de la mañana de ayer se presentó en el domicilio familiar y retiró a los niños de la casa. Una acción que, en palabras de Luján, se hizo “de mala manera”: “Llamaron a la puerta y me preguntaron si yo había llamado a la Guardia Civil, me preocupé y abrí, y entonces entraron a por ellos y no nos dejaron ni despedirnos”, asegura. Luján se queja también de que no les pudieron dar el desayuno e incluso de que uno de los menores, que padece una discapacidad, ni siquiera se llevó las medicinas que toma habitualmente: “Esto ha sido como si yo fuera un etarra, me han metido en la cocina, han zaleado la casa, han subido arriba y como yo oí llorar a uno de los niños, cuando he querido subir me han sujetado, y eso que me he puesto de rodillas para suplicarles que me dejaran verlos”, afirma el abuelo de los pequeños, y añade: “Menos mal que mi nieto, el que tiene problemas, ha entrado en shock, porque si no le hubiera dado un ataque al corazón, al pobrecito.

Según la versión de la pareja, el dispositivo que acudió a su domicilio para cumplir la orden de la Junta “cortó el barrio con varios coches de la Policía Nacional y la Guardia Civil y no dejó asomarse a los vecinos que, al escuchar ruidos, intentaron salir a la calle”. Una vez retirados los menores, su abuelo se dirigió al Ayuntamiento castellariego, al objeto de poner los hechos en conocimiento de la autoridad municipal y, también, para enviar por correo electrónico “unos papeles al abogado”: “Cuando llegué, la trabajadora social se puso a llorar”; al parecer, y siempre según el matrimonio, la funcionaria no tuvo conocimiento de la retirada de los niños, oficialmente, hasta alrededor de las nueve de la mañana, prácticamente una hora después de que el dispositivo encargado de llevarse a los pequeños cumpliese con su cometido.

Ahora, como estaba previsto, los dos varones ingresarán en un centro de menores de la Junta, mientras que la niña pasará a manos de una familia de acogida, un extremo que tanto María José González como Emilio Luján lamentan y que ha movilizado a gran parte de la población castellariega para mostrarles su apoyo; tanto es así que, en apenas un mes, la causa de estos abuelos recabó miles de firmas.

Sin embargo, los trámites oficiales han seguido su curso y, a día de hoy, la realidad en la casa de los Luján González es muy distinta a la que vivían hasta ayer mismo: “Nos sentimos fatal, nos los han robado, antes se los llevaban de los hospitales y ahora es la Junta la que los roba”, manifiesta González, quien asegura que no escatimarán en medios para que sus nietos regresen junto a ellos: “Si hace falta, iré a la televisión y a la radio, me han quitado la vida”, concluye Luján.

movilización en apoyo de la pareja

A principios del pasado mes de enero, alrededor de trescientos castellariegos se concentraron ante las puertas del Ayuntamiento del municipio para apoyar a la pareja y pedir que no la separaran de sus nietos: “No se irán” fue el lema de una manifestación encabezada por el mismísimo alcalde de Castellar, Gabriel González, que siempre ha confiado en el buen trato de los abuelos hacia los menores.

guardia y custodia legales

Hace ocho años que la abuela de los niños se hizo cargo del mayor de sus nietos, del que posee la guardia y custodia por sentencia firme. Hace dos años que su nieta llegó, con apenas dos meses de vida, al hogar, y con ellos vivía también otro nieto de cinco años de edad, que tiene discapacidad. El problema comenzó, dicen, cuando tramitaron el acogimiento permanente de los dos últimos pequeños.