Multitud de fieles ante la Virgen

Fiestas y romería en familia en honor y gloria de la “madre” de La Carolina

08 oct 2019 / 16:28 H.

La Carolina celebró las tradicionales fiestas y romería en honor y gloria de la Virgen del Rosario. Los actos se iniciaron con el traslado de la venerada imagen desde su capilla, ubicada en el barrio de la Estación, hasta la parroquia de San Juan de la Cruz, templo en el que se celebró una eucaristía en honor a la imagen titular. Posteriormente, durante la tarde del sábado, se celebró una misa de capataces y costaleros de La Carolina. A continuación, las calles de las zonas centro y sur del casco urbano, acogieron la procesión de la imagen titular de la Virgen del Rosario, que contó con el acompañamiento de las hermandades y cofradías de pasión y gloria.

La agrupación musical de Jamilena amenizó el cortejo religioso con sones cofrades. Al final del desfile procesional se entonó la tradicional Salve Madre. La virgen lució, por segundo año, una saya blanca bordada en oro al igual que su hijo elaborada por Antonia Fernández Marín. La jornada del domingo estuvo protagonizada por una solemne misa de romeros en el Parque de la Estación, que estuvo oficiada por el Consiliario de la pro-hermandad y párroco de la iglesia Inmaculada Concepción, Carmelo Lara Mercado. Tras ello, el Simpecado del Rosario inició su peregrinar hasta la zona recreativa existente en el Parque Forestal Aquisgrana, junto a la vega del río La Campana. A las doce del mediodía, se realizó la tradicional “pará”, donde se rezó el Angelus en plena naturaleza junto a los quininos del polígono ganadero.

Una vez más, se decidió celebrar el acto religioso y romero en La Aquisgrana, después de haberse llevado a cabo durante once años junto al río Acero, en la zona opuesta a la de esta edición.

Se optó por ir hasta allí porque tiene un camino totalmente asfaltado y una gran explanada para ubicar a los romeros que participan cada año, según expresó la vicepresidenta de la hermandad, Antonia Fernández. Durante toda la jornada festiva, la virgen del Rosario presidió, desde una pequeña carreta convertida en improvisado altar, a la multitud.