Momento álgido de las fiestas de septiembre

Cientos de castilleros se vuelcan en la procesión del venerado Nuestro Padre Jesús Nazareno por sus calles

11 sep 2018 / 12:06 H.

Dice la leyenda que encontrándose de paso por Castillo de Locubín, unos carreteros que transportaban la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno con destino a Alcalá la Real decidieron parar a pasar la noche en el pueblo. A la mañana siguiente, se pusieron en marcha para continuar su viaje y era tal el peso de la imagen del Nazareno que no consiguieron poner la carreta en marcha, lo que fue interpretado por lo vecinos como una señal de que este quería quedarse entre los castilleros. En ese mismo lugar se construyó una ermita y en la segunda mitad del siglo XIX, la feria empezó a celebrarse del 7 al 11 de septiembre.

Y, sin duda, la venerada talla sigue siendo fundamental en estas fiestas y, un año más, volvió a recorrer las calles de Castillo de Locubín para reencontrarse con sus fieles, cientos de vecinos y otros tantos emigrantes que un día se marcharon para su pueblo y estas fechas están marcadas en rojo en su calendario. Era lunes, después de un intenso fin de semana con tormentas incluidas, pero los castilleros no dudaron en lucir sus mejores galas para arropar la procesión, que partió poco después de las siete de la tarde desde la parroquia, con los sones de la Banda “Castillo de las Águilas”. Un camino lento en el que los anderos cargaron el imponente trono del padre de los castilleros y que terminó bien entrada ya la noche.

Día festivo local, este es uno de los momentos más importantes de las fiestas de septiembre de Castillo de Locubín, que hoy celebran ya su última jornada. Para cerrarlas como se merecen, los niños serán protagonistas con descuentos especiales en las atracciones y cucañas en el recinto ferial al mediodía. Por la noche, actuación del Dúo Peyka y Laura María Larrea. A medianoche, habrá un gran espectáculo de fuegos artificiales. También ayer, como confirmó el alcalde, Cristóbal Rodríguez, se celebraron las actividades pospuestas el fin de semana por la previsión de tormentas.

Esta imagen, además de la leyenda de su llegada a Castillo, tiene vinculadas tradiciones singulares. Por ejemplo, durante la Guerra Civil, un grupo de vecinos guardaron su imagen en una huerta para evitar que fuera destruida. Las madres, cuando los hijos se iban al frente, le ofrecían sus joyas y cuando volvían sanos, las cosían al cinturón de Nuestro Padre Jesús. Una costumbre que se mantiene viva con promesas.