Medallas, banda y polémica

El retrato al director general de la Guardia Civil salió de un taller de Úbeda

08 nov 2016 / 11:49 H.

Joaquín Luis Suárez Serrano, cabo mayor de la Guardia Civil, recién jubilado, amante de la pintura “desde siempre” y vecino de Úbeda, en la que se asentó a pesar de ser sevillano, tiene “todas las claves” de la última polémica relacionada con la Benemérita, la que salpica a su director general, Arsenio Fernández de Mesa. Un político que está en su puesto en “funciones”, a la espera de lo que decida sobre su futuro el nuevo ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido. Suárez Serrano es el pintor del óleo en el que Fernández de Mesa queda inmortalizado, según los críticos con esta obra, como si de un “militar del siglo pasado”, algo inapropiado para un civil y, mucho más, si se confirmara lo adelantado por “eldiario.es”, que aseguró que el cuadro tenía por destino la Dirección General de la Benemérita, donde ya hay obras dedicadas a los antecesores de Fernández de Mesa, “mucho más correctas”, según explicaron a este periódico.

Entre los reproches a su atuendo, que aparece con la Gran Cruz Naval y la correspondiente enseña nacional, que acompaña esta condecoración y que, además, luce la bandera por encima del chaqué, lo que, según expertos, contraviene a las normas de protocolo. A ello, hay que sumar un “sinfín” de medallas en su pechera. El guardia jubilado cree que toda la vestimenta es conforme a las normas de etiqueta, como por ejemplo el modo en el que luce la banda, y precisa que todas las distinciones que tiene en la solapa las luce su modelo porque se las concedieron. “No hay ni una que no le corresponda”, zanja. “Pedí a su gente que me informara de sus condecoraciones y me pasaron una lista con todas, no son cruces militares, sino por otros méritos, de otro tipo. Hay de la Dirección General de Tráfico y otras por estilo”, explica el autor, que aclara que se basó también en una fotografía para pintar.

¿Y cómo recibió el encargo este artista ubetense? El cabo mayor estuvo destinado en la Academia de Baeza, la mayor del Cuerpo en España, hasta que colgó el tricornio. En el pabellón de mando de este acuartelamiento hay obras suyas, como la del Rey Juan Carlos vestido de guardia civil e, incluso, en la Dirección General del Instituto Armado. De ahí que Fernández de Mesa conociera su pincelada. “Contactó conmigo y me puse a trabajar. Terminé hace un par de meses. Es un retrato con mucho esmero”, aclara. No es el único que firma en este estilo; solo hay que visitar la página de internet de Joaquín Luis Suárez Serrano, en la que queda claro que su temática no se ciñe a los uniformados. “Su destino no es la Dirección General, aunque podría estar allí perfectamente, sino su casa. Cuando se lo entregué le dije que estaba dispuesto a hacer otro cuadro más del estilo de los que hay allí, vestido de civil. Está así hablado”, argumenta. También tiene la respuesta a otra de las incógnitas, la del precio. “No me ha pagado nada, aunque insistió mucho en hacerlo. Le dije que no, ya que jamás he cobrado otros cuadros para la Guardia Civil”, sostiene, muy molesto por la polémica surgida con “este encargo”.

El cuadro, sin embargo, es una “ofensa” para otros miembros del Cuerpo. La Asociación Unificada de la Guardia Civil, principal asociación profesional de estos agentes en Jaén, con unos 700 afiliados, cree que no es un retrato adecuado para un civil, del que cuestionan sus méritos para ocupar un puesto en el que protagonizó, sostienen, “una gestión nefasta”. Lo acusan de “remilitarizar” la institución y saltarse a la torera logros, como el de la organización de los turnos de descansos para los agentes. En lo que a protocolo en sí se refiere, critican, por ejemplo, el uso del bastón de mando, reservado para una autoridad militar, aunque recuerdan que no solo lo porta en el cuadro, sino que es habitual que lo cogiera en sus frecuentes visitas a la Academia de Baeza. Hasta el escritor Lorenzo Silva, premiado por el Cuerpo por su serie de novelas dedicada a dos agentes de la Policía Judicial, cree que el cuadro de Fernández Mesa merece una reflexión.