Máxima expectación en Cazalilla en la jornada clave tras la polémica

Tensa espera para ver si se lanza una pava del campanario

03 feb 2016 / 09:34 H.

Punxsutawney, Pensilvania, en los Estados Unidos de América; Cazalilla, Jaén. Dos municipios que, a simple vista, se parecen lo mismo que un huevo a una castaña. Pero tienen algo en común, le deben su fama un animal. Los yanquis por su marmota Phil y los cazalilleros por su Blasa, una pava. El roedor estadounidense tiene una gran repercusión mediática por su predicción meteorológica e inspiró hasta una película; el ave cazalillera también es noticiosa por su controvertido lanzamiento desde la torre de la iglesia, que, si se mantiene la costumbre, será hoy; nadie le ha dedicado por el momento un filme, pero, al menos en España, copa tantos titulares como Phil, quizás más. Los detractores de esta costumbre son legión y no pocos sus partidarios.

Uno y otro bando se preparan hoy para otra batalla de una incruenta guerra, en la que, ciertamente, ya se escapó el año pasado alguna torta. La polémica porque alguien arrojaba el ave desde el campanario de Santa María Magdalena de Cazalilla, al término de la procesión de San Blas, es incesante desde que, en 2004, la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (Anpba), con sede en la capital de España, denunció esta expresión folclórica por primera vez.

Como ocurre desde entonces, hoy, “mil ojos” mirarán a la torre de la parroquia. La postura del Ayuntamiento está clara, se desvincula oficialmente del lanzamiento y recuerda a los vecinos que la ley está para cumplirla. El Obispado, titular del templo, no ha dicho esta boca es mía, a pesar de que recibió la petición expresa de tratar de impedir que se acceda al campanario para, de esta forma, acabar con cualquier tentación de tirar a la pava Blasa a la plaza.

Protesta en el pueblo y recurso al auto judicial que no ve delito en la fiesta

Por primera vez, este año, un juez de instrucción tuvo que emitir un auto para responder al Partido Animalista que le pidió la adopción de medidas cautelares, al entender que esta costumbre cazalillera es un delito de maltrato animal, tras la reforma del Código Penal. Su señoría, en su dictamen, concluyó que el ave no sufre y decidió que no hay que enviar a la Guardia Civil para disuadir a quien intente tirar a la gallinácea desde la torre de la parroquia. El auto será recurrido ante la Audiencia Provincial de Jaén. Anpba también denunciará los hechos casi con toda seguridad. También hay prevista una concentración de protesta, solicitada por la Coordinadora Animalista de Jaén, en el Parque Pilar del Bombo de este municipio. Precisamente, en este lugar de reunión del pequeño municipio, con menos de novecientos habitantes, aparecieron pintadas en las que los acusan de maltratar animales y también critican al Obispado por ser “cómplice” de algo que consideran una barbarie. Estos hechos no hacen más que calentar unos ánimos ya caldeados. En el recuerdo de los habitantes, lo ocurrido el año pasado, cuando grupos de “animalistas infiltrados” entre el público y cazalilleros tuvieron sus más y sus menos, con alguna agresión incluida, por el intento de los primeros de hacerse con la pava.

y además

multa. La Junta de Andalucía, con la ley aprobada en la comunidad en la mano, impone sanciones administrativas año tras año a aquellos que lanzan el animal. La multa suele ser de 2.001 euros por lo que es considerado como una infracción de carácter muy grave.

interés. La costumbre de tirar la pava siempre atrajo a vecinos de los alrededores de Cazalilla, a los que también se suman, últimamente, detractores de la fiesta. Esto hace que en torno a un millar de personas se reúne en la plaza del municipio cada día de San Blas.

Prevención. El Ayuntamiento solicitó la presencia de la Guardia Civil para garantizar un orden público que cree que se verá alterado. La Subdelegación, antes incluso de que el Gobierno local lo pidiera, ya dejó claro que habrá un despliegue de uniformados para evitar altercados.

ley. El Código Penal castiga, incluso con penas de prisión, los casos de maltrato animal; unas condenas que son mayores en caso de que muera.