Manuela tuvo una muerte “agónica”, según las forenses

Peritos descartan que las heridas de la víctima se produjeran de forma accidental

09 feb 2022 / 16:37 H.
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Manuela sufrió “una muerte agónica” tras ser presuntamente degollada por su hermano, Lucas P. R., en septiembre de 2020 en plena calle, cerca de su casa, en Mancha Real. Es una de las conclusiones a las que llegaron las dos forenses que practicaron la autopsia a la víctima y que prestaron declaración ayer, en la tercera jornada del juicio que acoge, desde este lunes, la Audiencia Provincial. Ambas profesionales añadieron que no existían motivos para que Manuela perdiera la consciencia al no haber sufrido ningún golpe en la cabeza, por lo que habría sido “perfectamente consciente” de su muerte. Además, descartaron que la herida abierta que tenía en el cuello —de 14 centímetros de largo y 3,5 de ancho— se pudiera producir de forma accidental, tal y como sostiene la defensa de su presunto asesino. “Es imposible por las características de la herida: muy grande y muy profunda”, señalaron, y añadieron que sus lesiones eran “mortales de necesidad”, puesto que le provocaron la asfixia no sólo por haber dañado órganos respiratorios, sino también porque aquello derivó en un sangrado “lento y abundante”. En el informe preliminar de la autopsia ya apuntaron que la causa del fallecimiento de Manuela tenía “etiología homicida”, y en la ratificación de su informe agregaron que, por las características de la herida principal, que era más profunda en el lado derecho, “lo lógico es que se produjera por detrás” y con el cuello “extendido y tensionado hacia atrás”. Ello “es compatible” con lo reflejado en el atestado policial y la versión de los hechos que dieron este martes los testigos presenciales: que Lucas P. R. estaba sobre la espalda de su hermana y la tenía cogida por el pelo o la frente cuando, supuestamente, la degolló con un serrucho.

Al respecto de las heridas, el informe de Criminalística que se expuso ayer habla de que la muestra analizada del cuello de la víctima presentaba una herida principal y otras tentativas que indican que hubo “movimientos y erosiones”. Estas últimas son las que determinan que se hicieron con un “elemento aserrado”. Todo ello, según el informe, es compatible con un degüello. La defensa, en su alegato inicial, sostuvo que el cuello de Manuela sufrió una “ligera presión” fortuita con el serrucho que llevaba el acusado tras un forcejeo entre ambos. No obstante, la perito que declaró al respecto agregó que no basta sólo una “ligera presión” para hacer una herida como la principal de las que tenía la víctima: “En un accidente es complicadísimo que se produzca esa herida. Si hubiera sido algo accidental habría sido un solo corte y limpio”. Otros dos peritos del Instituto Anatómico de Sevilla apuntaron que Manuela, entre otras lesiones, tenía fracturado el hueso hioides, que “permite la sujeción” de varios músculos del cuello y de la cabeza.

Las dos primeras forenses también elaboraron el informe de imputabilidad del acusado tras hacerle un examen psicológico. Según manifestaron, no advirtieron “ningún signo de que —Lucas P. R.— tuviera alteradas sus capacidades mentales” el día de los hechos. También descartaron que el acusado pudiera sufrir un “trastorno mental transitorio”, como sostiene la defensa. Prueba de ello, según las forenses, es que fue capaz de relatar de forma detallada los hechos durante el examen que le practicaron, aunque el acusado mostró ayer su disconformidad con dicho informe. Las expertas recordaron que, según los testigos, Lucas P. R. no tenía sus facultades alteradas el día de marras.

Por parte de la defensa también declararon un médico y la responsable de sendos centros de desintoxicación por los que pasó Lucas P. R. Ambos aseguraron que el alcoholismo no se cura, y la segunda concretó que una persona alcohólica, con una sola copa puede desarrollar un cuadro de “etilismo agudo”, pero explicó que el médico del centro, cuando Lucas acudió en 2011 a informarse, indicó que sólo había que “deshabituarlo”, no “desintoxicarlo”, puesto que lo único que hacía era “picotear” con el alcohol.

Por la tarde prestaron declaración dos policías locales de Mancha Real, además de cuatro de los guardias civiles —dos de Mancha Real y dos de Bedmar— que intervinieron en la detención de Lucas P. R. el 25 de septiembre de 2020. Todos explicaron que el acusado, tras acudir al Cuartel mancharrealeño aquella tarde y preguntar si había matado a su hermana, se resistió, agredió a dos agentes y tuvo que ser reducido. “No le notamos síntomas de haber bebido”, añadieron, y, además, resaltaron su “habitual comportamiento agresivo” en ocasiones anteriores.

<i>La mujer del acusado presta declaración.</i>
La mujer del acusado presta declaración.

“Lucas no se ha curado todavía ni del alcohol ni de la cocaína”

“Lucas bebía todos los fines de semana y fumaba porros a diario. Me di cuenta de que tenía un grave problema cuando se inició en la cocaína”. La esposa del acusado de asesinar a su hermana en Mancha Real era uno de los testigos llamados por la defensa que quedaba por declarar ayer en el juicio. La mujer relató una vida de sufrimiento “constante y agravante” por el continuo consumo de alcohol y drogas de su marido, de lo cual “no se ha curado todavía”. “Cuando al enfermo le falta sustancia se pone nervioso”, expresó, si bien dejó claro que Lucas P. R. nunca se mostró violento hacia ella ni hacia sus hijos. Pese a ello, interpuso una denuncia por violencia de género contra él en 2013. Fue, según manifestó, después de una fuerte discusión, y se marchó a casa de una amiga con Manuela, su cuñada. “Ella me dijo que lo denunciara. Ellos ya tenían rencillas, yo estaba en ese momento caliente por sus recaídas”, relató la mujer del acusado, quien resaltó que, después, quiso retirar la denuncia. Al resultar imposible, hubo juicio, pero ella no declaró contra él. La fiscal, no obstante, le recordó que, cuando puso aquella denuncia, habló de amenazas de su marido hacia ella. “No lo recuerdo. Si lo dije era mentira, me lo inventé”, aseguró.

La esposa de Lucas P. R. apoyó la versión de la defensa acerca de la supuesta humillación constante que sufrió su marido por parte de sus hermanas. “La traían con él, siempre lo trataban de loco, de borracho y de drogadicto”. También indicó que las denuncias que Manuela presentaba contra su esposo “eran falsas”. Por último, aseveró que su hijo Lucas, el que supuestamente usaba el trastero de su abuela para trapicheos de droga, no se dedicaba a ello.

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