Manuel Peña, un artesano de fama internacional

Natural de Villalobos, vende cencerros y marroquinería en Europa

11 nov 2024 / 19:11 H.
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Tiene 54 años, pero lleva más de media vida fuera de la provincia de Jaén. Manuel Peña Carrillo nació en la aldea de Villalobos. Desde niño siempre ha estado en contacto con el ganado. Ha vivido en varias partes de España, pero actualmente se encuentra afincado en Torrebaja, un pequeño pueblo del Rincón de Ademuz, en la Comunidad Valenciana. La actividad pecuaria que empezó en el alcalaíno paraje de la Casería de Utrilla y su inquietud hicieron que aprendiera la fabricación de cencerros, a lo que luego sumó el de la marroquinería y la talabartería. Con el paso del tiempo, Peña ha adquirido tal nivel que ha convertido estas actividades artesanales en su principal forma de vida. Los clientes contactan con él a través de su perfil de Facebook, Manuel Peña Carrillo o del WhatsApp 611 050 768. “Aunque en Jaén tengo muchos clientes, vendo más fuera que dentro de España. Me hacen pedidos de Francia, Portugal, Italia, Alemania, Bulgaria... Tengo amigos en todas partes”, argumenta el profesional. Su intención es que la actividad vaya a más y expandir el negocio. Actualmente cuenta con la ayuda de Rocío Hidalgo. Hacer un cencerro requiere de habilidad.

El material principal es una lámina de chapa, que se moldea con una plantilla. Cuando está la estructura se incorpora una parte de latón, el badajo, que se la que genera el sonido. Se envuelve en barro con paja antes de introducirlo en el horno, del que sale el cencerro, al que se acopla la presilla. El responsable del taller manifiesta que aunque muchas personas no lo sepan el sonido de los cencerros provoca un efecto de sosiego y puede adormecer a niños y mayores. Se trata de una creación relacionada con la ganadería con miles de años de antigüedad, pues probablemente el origen se remonta probablemente al Neolítico. El creador explica que estos elementos, que se cuelgan al ganado tienen un tamaño muy variable. De hecho, él se adapta a las directrices de cada cliente, en cuanto a las dimensiones y la forma. Por ejemplo, en el Pirineo francés se piden cencerros “cuadrados”. Estos dispositivos incluso pueden utilizarse para otros fines, como la base para un reloj —si se le acoplan las manecillas—.

El alcalaíno incluso se dedica a la reparación. En cuanto a la marroquinería, prepara cinturones, carteras, bolsos, collares, zurrones e incluso calzado. También elabora sillas de montar. Ha conseguido un nivel altísimo en el trabajo del cuero, por lo que Peña se siente capaz de asumir casi cualquier encargo. La cantidad de horas que echa cada día no le pesan, pues es una labor que le resulta siempre gratificante. Manuel Perra compatibiliza su taller de artesanía con el ganado cabrío y lanar que tiene en la provincia de Cáceres. Presume de Luna, una perra pastora que está entre las mejor adiestradas de España, hasta el punto de que es capaz de controlar mil ovejas. En cuanto a su futuro, en principio los planes del artesano pasan por continuar en Torrebaja, un municipio muy próximo a Teruel y Cuenca, aunque no descarta volver a su tierra. “Nunca se sabe”, concluye.

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