Un festival cargado de emoción

La ciudad vivió una noche cargada de sentimientos y sensaciones en la 48 edición de su “Pipirrana Flamenca”

29 jul 2019 / 11:23 H.

La 48 edición del festival Pipirrana Flamenca comenzó con un merecido homenaje al recientemente fallecido Rafael Valera Espinosa, periodista y flamencólogo jiennense, al que se le dedicó toda la velada por una vida dedicada al estudio y engrandecimiento de este arte. La alcaldesa de la ciudad, Mar Dávila, y el concejal de Cultura, Tomás Páez, junto con el presidente de la peña flamenca El Trillo, Ángel Jiménez, y la secretaria de la misma, María del Mar Casas, hicieron entrega a la viuda y a la hija de Valera de unos recuerdos en memoria del homenajeado.

Tras este emotivo comienzo llegó el turno del buen flamenco, donde el cante y el baile fueron los protagonistas hasta bien entrada la madrugada en una velada presentada por el flamencólogo y crítico del diario El Mundo, Manuel Martín Martín.

El primero en subir al escenario del auditorio municipal fue el cantaor sevillano Evaristo Cuevas acompañado del guitarrista Eduardo Rebollar. Arrancó por Soleá calentando garganta. Una vez más, demostró entone y poderío con Rebollar acompañándolo. Continuó por alegrías y marianas, tangos y fandangos. Posteriormente, pisó las tablas la artista Antonia Contreras, en compañía de su guitarrista habitual, Juan Ramón Caro. Consumada especialista en los cantes de Málaga, muy sentida y gustosa fue la malagueña al estilo de La Trini, que remató recordando el cante de Juan Breva. Siguió por tientos tangos, solea, fandangos, termino por trilla y tonás.

Poco después, se paró sobre el escenario Manuel Cástulo representando a la escuela mairenera. Empezó con tonás y tientos tangos, siguió con la seguirilla, que cantó largamente y en la que se arriesgó para emocionar y terminó por fandangos. Cástulo estuvo acompañado a la guitarra por su paisano Antonio Carrión, autentica institución en la guitarra flamenca y por el que suspiran todas las figuras del cante. El baile lo puso Mari Naty y su grupo interpretando La caña, donde demostró sus más que sobradas facultades para la interpretación de la danza flamenca. A continuación, llegó el turno de una cantaora muy querida para “El Trillo”, la artista Fina de Ángeles, que comenzó con alegrías caracoleras entre el público para, seguidamente, centrarse en vidalitas y milongas, siguió por tangos y termino con una tanda de fandangos de Huelva y Naturales. De nuevo, Antonio Carrión volvió a mostrar su dominio de la guitarra flamenca. El broche de oro a una noche para el recuerdo lo puso Rancapino Chico. El chiclanero, hijo del gran cantaor Alonso Núñez “Rancapino”, demostró porqué es una firme realidad dentro del flamenco y el principal heredero de los cantes de Cádiz. Rancapino Chico se dejó el alma hasta pasadas las tres y media de la madrugada con sus soleas, alegrías, tangos y bulerías, acompañado del toque de la guitarra de Antonio Higuero.

Un año más, y ya van 48, el festival Pipirrana Flamenca volvió a demostrar que es un certamen puntero en la provincia jiennense y evidenció la perfecta sintonía que existe entre la Administración local y la peña flamenca El Trillo. Una relación que seguirá reafirmándose cada año gracias a este acontecimiento cultural.