Los “furtivos del desmogue” vuelven a la Sierra de Andújar
Alertan de la presencia de grupos para llevarse las cornamentas

Una historia que se repite pero, esta vez, parece que con mayor violencia. Propietarios de fincas de la Sierra de Andújar denuncian que, un año más, son víctimas de “acoso” y robos, coincidiendo con los preparativos de la temporada de desmogue del venado, que suele hacerse en primavera. Según pudo saber este periódico, ya se han presentado en torno a una decena de denuncias, en las que se hace constar que los dueños de las parcelas de caza mayor son “amenazados” por grupos organizados que se desplazan hasta la zona para, supuestamente, hacerse con las cuernas. El principal motivo, el alto valor que tienen en el mercado, ya que un kilo puede llegar a alcanzar, esta temporada, incluso los 60 euros. El último año se pagaron hasta 40 euros, cuando su precio normal sería unos 20. El principal motivo es la alta demanda de producto que llega desde Asia.
Como ya pasó el año pasado, los afectados alertan de que también detectan sustracciones en viñas —las casas de campo típicas de la Sierra de Andújar—. Por eso, reclaman una mayor presencia de las fuerzas de seguridad en la zona y durante la temporada alta para evitar ser víctimas de estas personas, que saben perfectamente quiénes son. Alertan de que es un problema de seguridad, ya no solo por el material que se llevan, sino por las familias que tienen su residencia en el parque.
Durante campaña de recogida de desmogues, las astas de ciervo y gamo suponen un ingreso extra para muchos guardas de fincas que encuentran en este aprovechamiento otro recurso más para mantener sus casas. Suele comenzar en el mes de abril y termina entre junio y julio. Sin embargo, es en mayo cuando adquiere mayor importancia, ya que lo interesante es recoger las cuernas cuanto antes para que no pierdan mucho peso con el calor. A pesar de eso, ya han detectado la presencia de personas, organizadas en grupos, que, según explican afectados —que prefieren mantenerse en el anonimato— son amenazados “cara a cara”.
Las denuncias durante la temporada de desmogue no son nuevas. Son muchas las que se presentan, sobre todo, por parte de las guarderías de fincas ante la Guardia Civil a cuenta de personas ajenas al coto que entran en las fincas a coger desmogues. Y es que lo habitual es que las astas de ciervo se vendan a empresas mayoristas exportadoras. Se clasifican en tres categorías, de tercera, de segunda y de primera. El precio normal rondaría entre los 8 y los 20 euros, según la categoría del desmogue. Pero, durante las últimas temporadas, estos precios se han desorbitado, como consecuencia de la fuerte demanda. El destino final de las cuernas es el mercado asiático, principalmente China, que compra la mercancía por contenedores a través del puerto de Hong-kong para uso en medicina tradicional.
De hecho, el año pasado, agentes de la Guardia Civil detuvieron a diez personas supuestamente relacionadas con una banda especializada en el robo de cornamentas y trofeos de caza. Fue la denominada operación “Jamaica”, en la que se decomisaron hasta diez mil kilos de material cinegético que estaban almacenados en naves de Córdoba y de Ciudad Real.
En mayo del año pasado, la Guardia Civil detuvo a diez personas vecinas de los municipios jiennenses de La Carolina, Baños de la Encina y Marmolejo como presuntos autores de numerosos robos en fincas de caza. Además, hubo un menor imputado por estos mismos hechos. Con estos arrestos se dio por desarticulado un grupo organizado especializado en este tipo de delitos. Era la conocida como operación “Jamaica”. Después de que se hicieran públicos los resultados, el Instituto Armado no ha cesado de trabajar. De hecho, explicaron a este periódico que, después de aquella labor y hasta finales del año pasado, se imputó a tres personas más por el mismo tipo de delito. En aquella ocasión, las investigaciones se iniciaron en abril por parte del equipo del Seprona de Linares y el de investigación de La Carolina, a raíz de las denuncias de robo de cuantiosos trofeos de caza en fincas de gran entidad, como Nava el Sach y Los Escoriales, situadas en Sierra Morena. Con las primeras pesquisas realizadas se pudieron obtener informaciones “cruciales” para averiguar la identidad de los componentes de un grupo organizado dedicado al robo, traslado y almacenamiento del género sustraído, que posteriormente era sacado de España con destino a China.