Los colonos de Sierra Morena

La fundación de las Nuevas Poblaciones, como ejemplo de la Ilustración

07 jul 2016 / 12:45 H.

Para comprender el momento histórico en el que se decidió colonizar la inhóspita y peligrosa Sierra Morena, allá por el siglo XVIII, puede servir de ejemplo la icónica imagen de las películas del Oeste, en la que familias de aventureros cruzan con su caravana vastos territorios en busca de un pedazo de tierra en Idaho. A los colonos del Norte de Andalucía no los atacaban los Sioux, pero sí los salteadores de caminos, que no eran pocos. “Había muchos niños que se quedaban huérfanos por el camino”, recuerda José Miguel Delgado Barrado, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Jaén, al frente del curso “La fundación de La Carolina: Capital de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena en el contexto de la Ilustración española”. Este hecho, que cambió para siempre el mapa del país, es, como recuerda el experto, “un proyecto orquestado por la Corona”.

Las ideas ilustradas guían este afán transformador del territorio, en busca de una sociedad ideal, reflexiona el catedrático, que defiende la pertinencia de acciones formativas como las que acoge La Carolina en el hecho de que, actualmente, hay vecinos de estos municipios que no son conscientes del rico pasado de estos territorios. Y es que, como apunta, la colonización española se basa en una idea de cambio global del Estado y control del territorio y de fomento de la agricultura y la industria, para proteger el comercio. En este sentido, difiere de otras decisiones de la época, como los que impulsaron en Rusia. Además, hay dos protagonistas claros: por un lado Carlos III, el rey ilustrado, y por otro, el intendente Pablo de Olavide, el maestro de ceremonias sobre el terreno que hizo realidad una idea que contó con no poca oposición, incluso, dentro de la propia corte. El profesor Delgado Barrado recuerda que un fiscal del Consejo de Hacienda, Francisco Carrasco, ante el tremendo gasto de maravedíes que suponía la colonización, no dudó en expresar sus serios reparos. Pero, contra viento y marea, la repoblación se logró, prueba de ello es La Carolina, que es la capital de la nueva intendencia creada, y la sucesión de pueblos, ciudades y aldeas que se extienden por el norte de Andalucía, desde Aldeaquemada a La Luisiana, ya en Sevilla. Una tierra que se llenó de vecinos gracias a sus fueros especiales, a campañas de publicidad en el centro de Europa y a pioneros como Johann Kaspar Thürriegel.