Lola Karakola: “El fuego simboliza la pasión, lo que nos hipnotiza”

La artista, afincada en la aldea villacarrillense de La Fresnedilla, se siente muy satisfecha después de la reciente edición del Carnaval, en la que fue pregonera

27 feb 2023 / 07:30 H.
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Lola Karakola es una mujer vitalista y llena de energía. Alegre y desenfadada, es una artista especializada en baile con fuego que actúa por distintos puntos de España. Su residencia se encuentra en el auténtico paraíso que representa la Sierra de Las Villas y, en particular, la aldea de La Fresnedilla, en Villacarrillo.

—¿De dónde procede el sonoro nombre de Lola Karakola?

—El nombre viene de la época en que empecé a hacer malabares, cuando vivía en Granada. Saludaba a la gente así porque era una forma muy graciosa hacerlo. Llevaba la típica maleta del clown, que aún utilizo. Era como ir con la caracola a cuestas. La furgoneta también es como una caracola, una casa con ruedas.

—¿Cómo llegó a La Fresnedilla?

—Venía de viaje a ver a mis padres y conocí a un chico. Al final congeniamos y me viene a trabajar aquí. No conocía la Sierra de Las Villas. Al final, él se fue y yo que me quedé. Es un lugar con pocos vecinos permanentes. Las Villas es un paraje único, salvaje, no explotado turísticamente. Es pura naturaleza. En La Fresnedilla los niños son libres y muy creativos. Vivimos en un ambiente familiar y que te arropa. La sierra es alucinante por donde la mires y eso es algo muy importante.

—¿Cómo se suple la falta de servicios en un lugar tan pequeño?

—El paraíso no se construyó en dos días. La vida es durilla en el sentido del clima en invierno y de que no hay servicios cerca. Lo más duro es, por ejemplo que tenemos los supermercados lejos. Las conexiones son lentas porque hay problemas de cobertura. Mandas un mensaje y puede que el destinatario lo lea mañana. Nos basamos mucho en la red del boca a boca. En cuanto a la carreteras, están fatal. Eso es bueno porque los turistas suben menos. Ahora, por ejemplo, están sacando madera y han dejado la carretera fatal. Hay un observatorio astronómico se usa poco, dos veces en verano. Al final, somos como sesenta familias, pero unas van y otras van vienen. Somos unas sesenta personas permanentes, de doscientas personas y pico que hay.

—¿Qué papel tiene la Asociación de Vecinos Aguascebas y Las Villas?

—Sirve para representar a la gente de La Fresnedilla y a gente que se asocia después de visitarnos. En cuanto a las actividades, digamos que es un punto de intercambio cultural donde traemos bebida, comida, hacemos música, yoga, talleres con los niños... Hago muchos espectáculos.

—¿Cómo ha sido el reciente Carnaval ecológico de la aldea?

—Ha sido muy bonito. Llevo muchos años en la sierra y solíamos hacer fiestas de disfraces. Se me ocurrió la idea de hacer un concurso y pedir ayuda al Ayuntamiento de Villacarrillo, que nos dio un dinerillo. Al organizar los actos yo, tenía que hacer una programación y había un pregón, yo misma me encargué de darlo. El año que viene lo hará otro. Fue un día para dejarnos llevar por la careta que teníamos puesta y no la de todos los días. Yo me disfracé de Hada de las Gominolas. Nos ataviamos de cosa que nos gustaría ser, en mi caso, para transmitir dulzura. Estamos muy contentos con los resultados. Fue algo espontáneo, especial, sincronizado. Nos pareció superbonita la experiencia de recibir la visita de Diario JAÉN. Estamos superagradecidos de que se le dé visibilidad al Carnaval y también a La Fresnedilla.

—¿Se ve usted para toda la vida en la Sierra de Las Villas?

—Sí, creo que sí, pero si me fuese a algún lado siempre volvería. Desde que llegué, hace ya diecisiete años veo que este es un sitio al que puedo volver y en el que estoy a gusto.

—¿Qué diría de la vida cotidiana?

—Que es muy tranquila. Cada uno tiene su casa y todos tenemos muchas cosas que hacer. Los sábados es cuando más compartimos. La gente se busca la vida, cada uno de una manera. Hay ceramistas, profesores de yoga, músicos, agricultores, gente que sale a trabajar ciertos meses del año y luego vuelve, terapeutas que trabajan a distancia, un DJ profesional... Somos gente muy diversa.

—Usted también escribe, ¿qué destacaría de su primer libro?

—Estoy encantandísima. Se titula Dentro de la Karakola y está dándome muchas satisfacciones. Casi es una biblia, una terapia con un concepto precioso. La caracola soy yo. La portada la hizo Paco del Ojo. El libro se publicó en enero del año pasado y lo he estado vendiendo a través de mis redes sociales. Me han comprado unos cuatrocientos ejemplares, lo que está bien. No está en Amazon ni en ninguna plataforma. Se trata de una conexión bonita con la gente, que ya están dentro de la caracola, de mi corazón. Es poesía, digo que es automática, salvaje y del corazón, con verso libre con el que fluyen mis pensamientos y mis emociones.

—¿Qué proyectos tiene?

—Mi siguiente libro, que todavía no sé cómo va a titularse, y seguir bailando con el fuego.

—¿Da para vivir bailar con fuego?

—Tengo que compaginarlo con otros trabajos, pero sí me da para vivir. Tras el covid he notado un bajón importante, con menos espectáculos, o igual es que estoy más desanimada. Llevo desde los diecinueve años dedicándome a esto. Hago una fusión de danza y fuego, ahora también con la poesía. Un espectáculo en el que hay que meterse. Podría enriquecerse con músicos profesionales, pero no los encuentro. Desde aquí hago un llamamiento a músicos para que pongan música a mis poemas y el baile. Con música en directo el espectáculo crecería. Viajo por muchos sitios. He estado en el Pirineo y he ido a Extremadura e incluso en Francia.

—¿Cuál es el secreto para practicar esta disciplina tan singular?

—Practicar muchísimo. Llevo tantos años con el fuego que es parte de mí. El riesgo de quemaduras, existe, pero mi hermana es cocinera y tiene más quemaduras que yo. Hay que tener cabeza y corazón. Los líquidos que usamos son superseguros y la gente tiene miedo al fuego, pero después de tanto tiempo y conociendo los combustible creo que tengo un máster en líquidos inflamables. Veinte años de experiencia me avalan. Deberíamos acercarnos más al fuego. Para aprender tienes que saber primero malabares sin fuego y luego practicar. El espectáculo, ha tenido varios nombres, como Karakoleando y, ahora, Dentro de la Karakola.

—¿Qué significa el fuego?

—Es el símbolo de nuestro fuego interior y de la pasión, lo que nos hipnotiza y nos une a la naturaleza. El fuego cuenta historias.

—¿Se considera alegre?

—Sí, soy muy extrovertida y divertida para crear un ambiente de armonía y un ambiente de alegría.

—¿Cómo ve la provincia de Jaén?

—La publicidad de Jaén, Paraíso Interior es muy acertada. Es preciosa, aunque el olivar debería cuidarse mejor. Cuenta con sierras tan espectaculares como las de Cazorla, Segura y Las Villas, que suponen uno de los parques naturales mayores de Europa; las de Mágina y Sierra Morena. El Guadalquivir nace aquí y no en Sevilla. Me inspira este paraíso interior en el que vivo.

¿Y la economía?

—Aquí tenemos pocas cosas. No estoy muy metida en el mundo de la industria, pero veo que el olivo es un monocultivo y hay poco industria, aunque eso nos ha hecho especiales.

—¿Qué rincón de la Sierra de Las Villas le gusta más?

—Aparte de mi casa, que es muy pequeñita y está muy cerca del Aguascebas, diría la cascada de Chorrogil.

—¿Qué reflexión le surge cuando contempla el entorno?

—Creo que deberíamos mirar a nuestro alrededor, salir más a la naturaleza, apoyar a los artistas que tenemos cerca y, sobre todo, a la gente que vive en el mundo rural y que no quiere abandonar esa vida. El éxodo rural no para, aunque es cierto que hay gente que vuelve al campo. Se ha establecido en la sierra gente que estaba viviendo en Suiza o Alemania o ha vuelto. Es una maravilla vivir aquí aunque haya que hacer unos kilómetros para ir al pueblo más cercano.

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