“Lo que se ha hecho con el puente romano de Cañamares es grave”

Inmaculada Cepillo ejerce una intensa labor en los más variados campos en Cazorla

04 dic 2022 / 19:04 H.
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La polifacética cazorleña analiza diversas cuestiones de plena actualidad que tienen que ver con el municipio donde reside y el resto de la comarca.

—¿Qué tiene entre manos?

—Entre otras muchas ideas, ahora intento conseguir papeles sobre la historia del antiguo monasterio de Montesión, del siglo XVII. Mi deseo es que no se pierdan los vestigios que quedan y recuperar un patrimonio poco conocido a tres kilómetros de aquí.

—¿Será accesible algún día el Jardín del Castillo de la Yedra?

—No lo sé. Hace dos semanas vino el grupo de Vox a hacer una ruta con mi empresa. Estuvieron interesados con la petición de que se abra la puerta para llevarla al Parlamento de Andalucía. El delegado, Jesús Estrella, sigue diciendo que no se puede, que las instalaciones no están adecuadas. La cuestión es que el Jardín y la puerta llevan más de cincuenta años cerrados. Abrirlos supondría dar vida a las antiguas calles de Cazorla, en la zona de las ruinas de Santa María. El alcalde también quiera apertura. Aquello es precioso. Son las antiguas caballerizas, un sitio muchos árboles. Podría ser otra zona verde y generaría trabajo. Así, en las visitas se saldría por el Sillón del Rey, por donde ahora se entra. Me gustaría que se adecuaran unas barandillas y que se arreglara la senda que lleva desde allí hasta la fuente del Camello, San Isicio y Montesión o hasta el castillo de las Cinco Esquinas.

—¿Qué destacaría del museo?

—Se inauguró con motivo de las últimas fiestas del Adelantamiento, en octubre, pero yo ya lo enseñaba con mi empresa desde el año pasado. Se expone ropa típica de la época, con la historia y el patrimonio de Cazorla, para informar al visitante. Está junto a la puerta mencionada.

—¿Cómo va el turismo?

—Estos meses son regulares. Todos los años por estas fechas se nota el bajón, pero el verano fue muy bueno. Vino incluso bastante gente conocida. El turismo en Cazorla va a más. Y si se consiguen los puntos que buscamos, como dar vida a los dos castillos y a los senderos, se conseguirá algo diferente. El Ayuntamiento ha hecho mucho, como arreglar las goteras del monasterio de Montesión.

—Con la sequía, ¿cómo se encuentra la trashumancia?

—Este otoño, los pobres no tienen muchas ganas de llegar a Sierra Morena porque no hay comida aquí ni allí. Todavía quedan dos ganaderías por salir. Los trashumantes lo tienen crudo. Los toros van en camiones y las vacas, despacio, para ahorrarse dinero y que coman lo poco que encuentran por el camino. Todavía quedan dos ganaderías por salir. Las de Castril no pueden pasar por la viruela. Están contentos porque la Junta está adaptando bien las vías pecuarias y los corrales, pero nos faltarían unos refugios en el Puente de la Cerrada y los Portillos. Algunos abrevaderos se han arreglado, aunque en el paraje de las Arcas, han metido el corral en la fuente donde disfrutaban los vecinos, que quieren que se mueva unos metros. Los trashumantes necesitan que el precio de la carne suba, después de muchos años. Cada vez tienen más gastos. Los veo en peligro de extinción por falta de relevo generacional. De dieciocho ganaderías en el parque natural, los más jóvenes tiene más de cincuenta años. Es una actividad demasiado dura.

—¿Existen problemas en relación con las vías pecuarias?

—Sí. La adaptación está siendo regular. Algunos técnicos no están atentos a su trabajos. Harían falta cambios para corregir las cosas que se han hecho mal por falta de respeto al patrimonio, al que no se ha dado protección. Lo más grave, lo que ha ocurrido con el puente romano situado a la altura de Cañamares, en el Molino de la Puente, en el límite entre Chilluévar y La Iruela. Pese a que es Bien de Interés Cultural, se ha tapado con arena la calzada que había y se ha habilitado como camino para que pasen incluso vehículos pesados. Eso supone que el puente puede hundirse. Es una situación denunciada a través de plataformas. En la zona están apareciendo muchas cosas, restos iberorromanos, entre los que se hay algunas estelas fúnebres.

—¿Qué dice del torreón de Nubla?

—Está en la Lista Roja, como el puente antes mencionado y el Mocho, situados en la misma zona. Alguien ha puesto el monumento en manos privadas. La Administración tendría que presionar para que se arregle o se ceda el torreón. No sé cómo se arreglará. Es complicado, los ayuntamientos no tienen mucho dinero y no apuestan y en la Junta, las cosas pasan de Cultura lo pasa a Patrimonio. Hemos hechos varios escritos.

—¿Cómo ve el futuro del sector turístico en el entorno de Cazorla?

—Creo que es imprescindible reforzar otra visión del turismo, que no sea siempre la misma para que el visitante no se aburra. Debe haber varias opciones turísticas. No puede ser que esté todo solo centrado solo en el parque natural o el patrimonio. Personas como yo intentamos dar visibilidad a calles más estrechas y a restos de antiguas ermitas, como portones que se han colocando en negocios para que la gente lo vea.

—Una de las curiosidades de Cazorla es la que está considera como una de las calles más estrechas en el conjunto de España.

—Es la Travesía de San Isicio, una calle que llega a tener solo 45 centímetros. Hemos buscado darle atractivo. Se colocarán flores, algunos detalles y alumbrado. Sale de la entrada al castillo y tiene la anchura justa para que pase un burro o un carro de la compra. Acaba en un corral y alrededor de la calle vive gente.

—Otro de los lugares poco conocidos es la casa de Ava Gardner.

—Mucha gente de Cazorla no sabe que existe. Es una casa situada en lo más alto, junto al museo del Adelantamiento y la puerta norte del castillo. Cuando Ava Gardner tuvo un romance con Luis Miguel Dominguín cuentan los vecinos que ella se asomaba y él le brindaba los toros. También dicen que el salió a anunciar que había estado con “el animal más bello del mundo”. Me faltan papeles como las escrituras, creo que me las enviarán en un año. Sí tengo papeles de que ella la vendió. Solo hay un documento que recoge que la compró a través de un testaferro. Hace tiempo ese inmueble, que ahora pertenece a un particular, fue uno de los ayuntamientos de Cazorla. Es como una torreta, muy bonita y con ventanas de medio arco. La construcción se observa perfectamente desde la emblemática plaza de Santa María.

—¿De dónde saca tiempo para hacer tantísimas cosas?

—Creo que el día dura 48 horas. La gente dice que no tiene tiempo, pero yo sí tengo para todo. Sí es cierto que suelo dormir poco —a veces tres horas— y que no tengo tiempo personal, pero me encanta lo que hago. La empresa me ha venido bien para transmitir al turista lo que sé.

—¿Alguna anécdota?

—Son muchas. En La calle estrecha, dice la gente que no puede engor- dar para pasar el año siguiente. La calle es como una medida.

—¿Qué supone que el delegado de Turismo, José Ayala, sea de la zona?

—Supongo que nos ayudará. Al ser de esta tierra aportará su granito de arena. No lo conozco personalmente, pero a las administraciones siempre les digo que vengan, que estoy dispuesta de enseñarle una riqueza poco conocida. A veces los políticos tienen a su alrededor unas personas que no les transmite la realidad.

—¿Cuál es su rincón favorito?

—Fuera del casco urbano el monasterio de Montesión y en el pueblo, el Sillón del Rey, desde donde se ve una panorámica de toda Cazorla.

—Después de publicar “La Dama de Blanco de Cañamares” y “El Sillón del Rey de Cazorla”, ¿publicará usted un tercer libro?

—Sí, pero no sé cuándo. Será algo sobre las vías pecuarias.

—¿Interesa el patrimonio a los más jóvenes de la comarca?

—Sí, aunque a veces ni sabe ni lo que es la trashumancia. La gente joven quiere emprende, pero, a veces, no sabe en qué. Me encantaría que todo el patrimonio de la comarca se preservase y fuera un aporte para la economía y la creación de empleo.

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