Las Graceas, un proyecto de aldea sostenible en el limbo

Un nuevo colectivo impulsa una iniciativa fallida en dos ocasiones

20 ago 2019 / 11:17 H.

Las Graceas es una aldea perteneciente al municipio de La Puerta de Segura que sufrió las peores consecuencias del cáncer de la despoblación del mundo rural en la provincia. El olvido se cebó con ella a partir de la década de los sesenta, hasta que una empresa, Las Graceas, S. L., con domicilio social en Roquetas de Mar (Almería), impulsó un proyecto para recuperar la misma siguiendo el concepto de “aldea sostenible y artesana”. El mismo consistía en la venta de solares, previa compra a sus dueños, a precios asequibles para que fueran los propios nuevos habitantes los que, a través del espíritu de la colaboración mutua, construyeran sus propias casas con materiales sostenibles. La iniciativa tuvo que ser abandonada en 2007 con la llegada de la crisis económica, si bien, a partir de 2012, un matrimonio que había adquirido terrenos y construido su vivienda en la aldea en aquella primera etapa, Juanjo y Zaira Galante, decidió volver a dar difusión a la idea.

En 2013, uno de los promotores de la iniciativa y socio de la empresa, Pedro Carvajal, aseguró a los medios que unas cuarenta familias se habían interesado por el proyecto, que incluso llamó la atención de la televisión nacional. En mayo de aquel año, el programa “Aquí hay trabajo”, de La 2, se hizo eco de la iniciativa, que presentó como una oportunidad de trabajo basado en las mismas premisas: la sostenibilidad y la cooperación. No obstante, hoy, aquel segundo intento de repoblación parece fallido; no en vano, en la aldea sólo viven siete personas. Entre estos se encuentran Ana Barroso, Ubaldo Idáñez y Melchor Pérez, que se decidieron a adquirir solares para edificar sus casas, pero que, según dicen, se llevaron una decepción al comprobar que el proyecto no resultó ser lo que esperaban. “Me ofrecí voluntaria, viví un mes con Juan Luis y Zaira y, cuando adquirí el terreno, él me dijo que tenía que pagarle 1.600 euros al mes para que construyera mi casa. Rompí mi relación con ellos y busqué otro constructor”, explica Barroso.

Estas tres personas constituyeron el pasado abril la Asociación de Desarrollo Rural Las Graceas para tratar que el proyecto inicial salga adelante, pero, eso sí, poniendo el dinero de su propio bolsillo. De momento, han conseguido plantar veinte árboles, adecentar la plaza y arreglar, pagando la maquinaria, una calle con 52 toneladas de zahorra. Su lucha actual se centra en conseguir una red de saneamiento y de agua adecuadas y un alumbrado de calidad: “Queremos la implicación del Ayuntamiento”, indica Barroso.

Por parte del equipo de Gobierno, la alcaldesa, Virtudes Puertas, asegura que, por el momento, ningún vecino se ha puesto en contacto con ningún responsable municipal al respecto, si bien explica que se ha solicitado una subvención a la Diputación para acabar con los problemas en el abastecimiento de agua.

La venta de parcelas sin edificar continúa abierta
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Los integrantes de la Asociación de Desarrollo Rural Las Graceas no dudan en señalar que el proyecto de ciudad sostenible promovido por la sociedad homónima es “una estafa”. Sin embargo, el abogado de la misma, Tomás Carvajal, asegura que la responsabilidad de la empresa termina en el momento en el que se venden los terrenos: “Si se cumplen o no los principios de colaboración y sostenibilidad es algo que concierne a los habitantes. Se trata de propiedades privadas y yo no puedo decirles a los dueños lo que pueden hacer con ellas”. Sobre el hecho de que no consigan venderse terrenos, explica: “Estamos facilitando unos precios que no se encuentran en toda España, pero no hay compradores, y en parte es porque el entorno no es atractivo. Es la pescadilla que se muerde la cola, pero nuestra iniciativa sigue totalmente activa”.