La Virgen de los Dolores, el alma de Pozo Alcón
La cofradía pocense estrena una serie enfocada en dar a conocer su rica historia y detalles poco conocidos

Aunque se desconoce la fecha de fundación de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de Pozo Alcón, ya que la documentación se perdió entre los avatares de la historia, se sabe que la devoción viene de largo. En 1896, se celebró la primera novena. Desde entonces y sin interrupciones, este culto marca el calendario y la vida de los poceños. “En los 50, un terremoto afectó a los techos de la parroquia y costó reunir las 3.000 pesetas necesarias para arreglarlo. Mientras que, al año siguiente, la Virgen estrenó manto y corona, los cuales costaron 23.750 pesetas”, señala Antonio Perea, historiador y secretario de la hermandad, como ejemplo del fervor que despierta esta dolorosa en el municipio.
Con el fin de dar a conocer la historia de la cofradía, Perea lanza cada viernes de Cuaresma un nuevo capítulo de la serie “La Virgen del Pueblo”. En menos de tres minutos, revive pasajes significativos de la hermandad, apoyado con fotografías antiguas y una rigurosa investigación. “Es una forma de demostrar que la Semana Santa de Pozo Alcón tiene una historia tan rica como la de cualquier gran ciudad”, sostiene Perea. Los cuatro capítulos publicados hasta ahora han cosechado un gran éxito entre sus fieles, que han podido descubrir datos curiosos y poco conocidos. Por ejemplo, que a diferencia de otras tallas, el cuerpo de la imagen está completamente esculpido de cabeza a pies, o que porta la ropa de la primera camarera que tuvo tras la Guerra Civil. “Juana Antiñolo le cedió toda su ropa, camisones, enaguas, el ajuar de novia...”, cuenta Perea.
La fe por la Virgen de los Dolores se remonta al siglo XVIII. La devoción de todo un pueblo ha resistido contiendas e, incluso, prohibiciones. Entre los episodios más desconocidos se encuentra lo ocurrido entre la Segunda República y la Guerra Civil. En un tiempo en el que las procesiones estaban prohibidas, la imagen siguió saliendo a las calles de Pozo Alcón hasta que fue destruida en los años 30. “Aunque no había dinero para una nueva imagen, el propio pueblo logró reunir el suficiente para comprarla”, relata. Una capacidad de renacer de las cenizas que es una de las señas de identidad de la cofradía.
Otra peculiaridad es que cada año se releva al Hermano Mayor. Antes de que la imagen se encierre el Domingo de Resurrección, se hace el cambio de vara junto a la Fuente Taza, quedando grabado como uno de los momentos más emocionantes de la Semana Santa poceña. “Esos días, nos olvidamos de los malentendidos para unirnos en torno a Ella”, confiesa Perea. Aunque la serie solo proseguirá hasta el Viernes de Dolores, su historia seguirá relatándose como se hizo siempre: en cada reunión en su honor y en cada promesa susurrada junto a su manto.