La sed que borra el verdor del monte

Pienso y forraje para el ganado son más difíciles de comprar por la caída de la oferta y el doble de caros que en 2021

22 nov 2022 / 15:33 H.
Ver comentarios

EL REPORTAJE

Han pasado más de cinco siglos desde que Leonardo Da Vinci describiera el líquido elemento como “la fuerza motriz de toda la naturaleza”, palabras sin falta de razón que cobran todavía más sentido en épocas de sequía, y es que sin agua, por drástico que resulte, no hay nada más. Los ganaderos no soportan la sed del campo, que no solo arruga la aceituna, sino que también deja sin probar bocado a las reses que surten las mesas de queso, leche y carne, entre otros productos. La falta de agua disminuye la cantidad de pienso y forrajes disponibles este año, por lo que la ecuación es clara: baja oferta e inflación dan como resultado una subida de precios que, en el peor de los casos, es superior al doble. El contexto ya era complicado de por sí, pero la escasez de precipitaciones viene a poner la puntilla al sector ganadero. “El precio de los piensos ya había subido antes de la sequía, pero a eso hay que sumar el aumento del coste de los fertilizantes, la luz, los combustibles y, en general, todos los insumos que afectan a las explotaciones agrícolas y ganaderas”, lamenta Tomás Cano, responsable del Departamento de Ganadería de Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores de Jaén (Asaja Jaén), que añade: “Por si fuera poco, la guerra de Ucrania ha disparado el precio de los cereales”.

Las previsiones eran malas: si no hay agua se produce menos. “La producción de cereales ha caído en torno a un 25%, más de lo que se esperaba”, detalla Cano, que describe la situación ante la que se encuentran los ganaderos en el contexto actual. Con respecto al año pasado, la producción es menor, el gasoil aumenta su precio cerca del 120%, igual que la energía eléctrica, que lo hace un 180%. Las semillas, por encima del 20% de su coste habitual y los fertilizantes y abonos 150% puntos por encima, a lo que hay que sumar, por escasez, el encarecimiento del agua, cerca de un 33%.

“No hay pastos porque no ha llovido, pero los animales tienen que comer pienso o tacos —preparado a base de forraje—. Como no hay, sube el precio, lo que aumenta aún más los costes de producción”, explica el responsable de Ganadería de Asaja Jaén, que denuncia las dificultades que tienen muchas fincas de la provincia para acceder al agua. “Se realizan sondeos para encontrar fuentes de agua y que los animales puedan beber, pero el nivel ha descendido tanto que no hay manera de encontrarla”, explica Cano, que manifiesta que esta situación deriva en que los ganaderos “se ven obligados a poner a la venta sus animales”.

<i>Un rebaño de cabras en Cerezo Gordo (Valdepeñas de Jaén). / Diario JAÉN.</i>
Un rebaño de cabras en Cerezo Gordo (Valdepeñas de Jaén). / Diario JAÉN.

El cierre

Que un ganadero decida cesar la actividad que le ha dado de comer a él y a su familia es la opción más drástica de todas, pero tristemente también se da. De hecho, hay muchos que quieren reducir el número de cabezas en sus explotaciones porque “la situación va a peor cada año”. “Los profesionales del campo envejecen y la tasa de renovación es muy baja porque la agricultura y la ganadería son muy poco atractivas”, se queja Cano, que también expone los motivos: “Nadie quiere por la cantidad de fatigas, problemas y burocracia que tiene el campo”.

“Los ganaderos se retiran, que es la opción más drástica, o bien intentan mantener la actividad con menos animales. Si no hace tanto tiempo asistíamos a una reducción de las ganaderías más pequeñas, fundamentalmente las que no eran rentables ni profesionales, ahora asistimos a la caída de las explotaciones más grandes, las que eran viables con 600 o 700 ovejas, ya no lo son y se reducen a la mitad de buenas a primeras”, explica el responsable de Ganadería de Asaja Jaén, que pone el foco en la dificultad de vender unos animales que, encima, cuentan con la exigente cualificación sanitaria que marca Europa, lo que deriva en más costes que afrontan los ganaderos.

Ante la bajada de la producción augurada por la sequía, desde Europa se planteó tanto a agricultores como a ganaderos la posibilidad de producir más, fundamentalmente cereales. “Se analizó el tema de los cultivos en barbecho para aumentar la producción, pero se llegó tarde porque el cereal ya estaba plantado cuando salió la normativa. La única opción era sembrar algo más de girasol o maíz, pero se fue al traste por el incremento desmesurado del agua y el resto de costes de producción”, apostilla Cano. En definitiva, una situación en la que ni a agricultores ni a ganaderos les salen las cuentas. Sin agua en el campo no hay vida en la ciudad, y es que una realidad que parece lejana es, paradójicamente, la más cercana de todas.

La sed que borra el verdor del monte

ANTONIO JESÚS DÍAZ. Ganadero de ovino y caprino: “Los costes han aumentado en torno a un 40%. Sin embargo, la leche que produzco es un 8% más cara”

Antonio Jesús Díaz tiene su explotación ganadera a unos diez kilómetros de Alcalá la Real y cuenta con 600 cabezas de caprino y otras 200 de ovino. “Hay un 50% menos de pienso y de forrajes y están al doble de precio”, lamenta. Lo que más usa es la alfalfa, “también muy difícil de encontrar”. La compra en la zona de Guadix o en la Vega de Granada “al menos un 40% más cara” que otros años.

“Al mes consumo unos 25.000 o 30.000 kilogramos entre pienso, forrajes y demás. El pienso está a 47 céntimos el kilo, antes se pagaba a 30 o 33 como mucho”, expone Díaz, que vende la leche que producen sus animales a una pequeña quesería de la zona de Alcalá la Real. “Como consecuencia del aumento de los costes de producción, la leche que vendo es un 8% más cara”, afirma un ganadero que no pasa por su mejor momento, y es que comparar el aumento de los costes con la subida del precio de su producto resulta, cuento menos, irrisorio.

En esta línea, asegura que los mataderos “están desbordados”, un tema que, dada su actividad, conoce al dedillo. “Yo vendo muchos animales al matadero de Los Corrales, en Sevilla, y no dan abasto, tanto por los animales de desecho como por el cierre de granjas enteras, sean más grandes o más chicas”, apunta.

Asimismo, explica que cuando un animal se desecha es porque no es rentable, sea cual sea el motivo. “Bien porque esté viejo o tenga cualquier enfermedad, el caso es que un animal que se manda al matadero es porque no produce lo que tiene que producir”, asegura Díaz, que en cuanto a las medidas por parte de las administraciones públicas para paliar la situación, muestra su disconformidad con la clase política, “más preocupada de mantener sus sillones que de todo lo demás”. “En el seno de las organizaciones agrarias y ganaderas ha habido algo de movimiento, pero los políticos no están por la labor de nada”, puntualiza. Al hilo, recuerda las palabras que Antonio Rodríguez, secretario provincial de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos de Málaga (COAG Málaga), pronunció en una entrevista, en las que expuso la problemática que atraviesa el sector primario y cómo afectará la situación en las ciudades.

La sed que borra el verdor del monte

ANTONIO PUNZANO. Ganadero de ovino y caprino: “Le tememos al tiempo. Ahora sí llueve en Sierra Morena, pero puede nevar en cualquier momento”

Antonio Punzano comparte con su cuñado una explotación en la que cuentan con más de 1.300 cabezas de ovino y otras 80 de caprino, todo destinado a la producción de carne. “La situación es difícil porque la ausencia de lluvia ha dejado los montes sin pasto”, dice este ganadero trashumante de Sierra Morena, una zona en la que “llueve muy poco”. “Aguantamos a ver si lloviera y el campo se recupera. En cuanto a reducir animales, todos lo intentan, pero lo que ocurre es que la reforma de la Política Agraria Común (PAC) no se termina, a ver cómo queda, porque mantener a los animales sin cobrar las ayudas es un disparate”, puntualiza. En este sentido, reconoce que no son pocos los ganaderos que abandonan la zona de Sierra Morena por la meteorología. “Le tememos al tiempo. Ahora llueve, pero puede empezar a nevar cuando menos lo esperemos”, asegura Punzano, que pasta en los Campos de Hernán Pelea, en el término municipal de Santiago-Pontones, donde no se esperan mejorías. “Aquí es muy duro porque cada vez hace más frío y ya empieza a nevar, y aunque es muy poco aún, la situación se vuelve más compleja”, dice.

A todo esto, se suma el problema de que algunas fincas, además, tienen que suministrar de agua a los propios ganaderos. “Ya no solo es el coste del pienso, sino también del agua”, lamenta un ganadero que echa en falta los campos verdes en los que, otros años, pastaron sus animales. No es fácil, pues entre el abrasante calor del verano y las primeras nieves no ha habido tregua lluviosa.

En lo que se refiere al precio de la cabeza de ganado, Punzano reconoce que alcanza cotas históricas. “El cordero está más caro que nunca, aunque es cierto que los costes se han triplicado y hasta cuadruplicado”, incide un ganadero que no cree que la solución al problema pase por aumentar el precio del cordero, ya que los destinatarios de su producto son familias españolas. “No pueden pagar tanto”, asegura. No obstante, cree que el problema se solventaría si se hiciera algo por disminuir los costes de producción. “El pienso y los forrajes están intocables. Por ejemplo, el kilogramo de cereal estaba el año pasado, ya con subida, a 20 céntimos. Ya va por 44”, dice.

Provincia