La rosa abrileña bendice las calles
La Virgen de la Cabeza desfila en procesión cada primer domingo de septiembre
Entre jaras de la sierra, una cita colgada entre cielo y tierra”. Así reza el canto popular que todo devoto de la Virgen de la Cabeza entona con profunda pasión a lo largo del año. Y, aunque lejos del santuario del Cabezo esta vez, la rosa abrileña volvió a colmar de bendiciones al pueblo de la Abuela. Los fieles acudían a la iglesia parroquial de San Bartolomé en una mañana que ya se antojaba calurosa con las primeras horas de luz. Las naves del templo acogían a las diferentes hermandades filiales invitadas a tan magno acontecimiento. Con un encanto particular, el coro romero Rosa de Abril inauguraba su andadura con un repertorio de estreno que ya auguraba el buen hacer de los fieles.
Una vez concluida la solemne eucaristía, los torrecampeños se echaron a las calles para arropar por cuarto año a este joven grupo parroquial, que aspira a convertirse en hermandad filial de hecho.
Ya estos días previos, la procofradía celebraba un triduo y besamanos a la imagen con una estampa que bien recordaba a la tradicional aparición de la Santísima Virgen al pastor de Colomera, efeméride que conmemora cada año la cofradía matriz en la noche del 11 al 12 de agosto. La luz del sol bañó a “la Morenita” en torno a las once en punto, con una plaza espectante por recibir a la patrona de Andújar. Las diferentes calles del recorrido procesional acogían uno tras otro, de manera incansable, los vítores de los anderos. Sin embargo, no solo los devotos se acercaron hasta las plantas de la reina de Sierra Morena, pues también una petalada quiso despedir las plegarias del pueblo en su entrada de regreso. Y es quizá su idiosincrasia callejera la que invita cada año a grandes y pequeños a refugiarse bajo las agradables chicuelinas que consiguen ondear los abanderados durante su caminata. Banderas al aire y aromas de flores fueron el marco perfecto a lo largo de un itinerario que, lejos de toda sierra, se convertía en senda y camino para esta villa que algo sabe de devociones.
Así vivieron los torrecampeños una jornada especial de la mano de la madre y reina de Andújar.