La necesidad de conservar un ecosistema vital
Jaén es una tierra que se caracteriza por contar con muchos espacios para disfrutar de la naturaleza, ya sea a través de sus múltiples rutas para hacer senderismo o por las diferentes áreas de recreo y ocio que llevan a las personas a estar en pleno contacto con la naturaleza. Además de las múltiples sierras y el mar de olivos que compone la geografía jiennense, la provincia también cuenta con una gran cantidad de humedales, que son esenciales para la vida tanto biológica como humana.
La comunidad andaluza es una de las que más zonas con estas características presenta. De hecho, hace un año, el número de áreas húmedas incluidas en el Inventario Español de Zonas Húmedas fue de ochenta. Una cifra que, en agosto, alcanzó las doscientos veinte espacios con estas características, lo que la convierte en la comunidad autónoma con más superficie incluida en el inventario regional. Una representación cerca de siete veces mayor que la media nacional. La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía recoge que son dieciocho los humedales que existen en Jaén, de los cuales el 90% se sitúan dentro de la campiña del olivar. Lagunas, embalses o prados que no solo aportan beneficios al medio ambiente, sino que constituyen un ecosistema que tiene un alto valor tanto en el ámbito económico, como cultural y social, ya que, por ejemplo, se pueden utilizar para la reserva del agua, la regulación de caudales o la aportación de alimentos y materiales de construcción, por lo que generan importantes servicios a la sociedad. A nivel medioambiental, destaca la gran biodiversidad animal que reside en ellos, aunque las aves son los inquilinos favoritos de estos espacios, donde también paran muchos de ellos en sus rutas migratorias. Concretamente en las humedales de Jaén se pueden encontrar varias especies en peligro de extinción como el flamenco, el calamón, la focha moruna o la malvasía, entre otras.
Además, estas zonas húmedas tienen un papel fundamental para ayudar a mitigar el cambio climático y conseguir el equilibrio medioambiental, puesto que también depuran las aguas, recogen el dióxido de carbono y amortiguan los fenómenos meteorológicos extremos. Además, ayuda a reducir el efecto del aumento de la temperatura global del planeta.
Ante estas características, no es de extrañar que la conservación de estos espacios sea algo que se cataloga como necesario. Los humedales son cunas de diversidad biológica y fuentes de agua y, por ello, son varias las áreas que se encargan de su protección. En la provincia, de las dieciocho zonas húmedas, solo nueve están protegidas. La ZEC (Zona Especial de Conservación) se centra en el Embalse de Pedro Marín, Laguna Grande, Laguna Honda, Laguna de Siles, Laguna de Orcera, Laguna de Valdeazores, Embalse de Doña Aldonza y del Puente de la Cerrada. Su protección se extiende también a nivel de conservación del habitat natural, por lo que la actuación de la ZEPA (Zona Especial de Protección de las Aves) también es esencial en enclaves como la Laguna de Siles o la de Orcera, entre otras.
Además, Jaén cuenta con tres lagunas que se encuentran dentro de la Lista de Humedales de Importancia Internacional (Lista Ramsar), que nació gracias a un convenio que se celebró el 2 de febrero de 1971, Día Mundial de los Humedales. Este catálogo incluye las zonas húmedas más importantes de todo el mundo desde el punto de vista ecológico y para su conservación. Según Ecologistas en Acción, está compuesta por más de dos mil humedales de ciento setenta países. A nivel provincial, las primeras en entrar a la lista, hace doce años, fueron la Reserva Natural del Chinche y la Laguna Honda, ambas situadas en Alcaudete. En esta última, se acondicionó una antigua vía de ferrocarril como Vía Verde, que está destinada a actividades como senderismo o cicloturismos.
El último en añadirse a la Lista Ramsar fue el Paraje Natural Laguna Grande, en Baeza, que entró en 2009. Precisamente, esta es una de las más turísticas de la provincia, ya que cuenta con la existencia de equipamientos y con rutas señalizadas por su interior para hacer senderismo. También dispone de un observatorio situado en el muro norte de la laguna y un centro ornitológico, que organiza actividades de educación ambiental para todos los públicos.
Sin embargo, los humedales viven una situación de peligro desde hace unos años. Estas zonas ayudan a mitigar el cambio climático, sí, pero este también les afecta negativamente, sobre todo con la sequía. Esteban Ureña, de Ecologistas en Acción de Jaén, explica que, aunque parezca que las precipitaciones aumentaron, no es así y explica: “De cara a nosotros parece que llovió mucho, pero a nivel medioambiental no. Lo hizo pero en un tiempo muy limitado y no lo suficiente, no lo que debería de haber llovido en todo el año”.
Otro de los problemas a los que se enfrentan es a la erosión del olivar, que colmata de tierra los humedales. Los olivos carecen de una cubierta vegetal, por lo que la tierra es arrastrada hacia ellos, lo que hace que se llenen de tierra y se pierda esa capacidad de llenarse de agua. A esto se le suma el hecho de que lleven productos fitosanitarios, que hacen que se contamine el agua y también los macroinvertebrados que habitan en ellas. Una situación en la que ya se trabaja para buscarle una solución.