La huella romana permanece en el nombre de La Platera

En pleno corazón de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, existe un rincón entrañable donde reina la paz y el descanso para quien lo necesite

18 sep 2024 / 08:00 H.
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De la mano de Juana, una de las únicas personas que, junto a su marido, aún dispone de una residencia en este tranquilo enclave de la provincia, se puede conocer perfectamente La Platera. La aldea está ubicada a 42 kilómetros de Villanueva del Arzobispo, a casi 6 de Hornos de Segura —municipio al que pertenece—, a 39 de La Tuba y a 17 de Pontones. Aunque, para dar una mejor referencia, se puede indicar que se encuentra localizada en la vertiente Este del Pantano del Tranco, en pleno corazón del Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas. Su particular nombre procede de la época romana, cuando, en este mismo lugar, existía la industria que trataba la plata. De ahí que sea conocida como La Platera.

En la actualidad, apenas cuenta con cuatro habitantes, aunque en el caso de este matrimonio no son residentes fijos en este lugar, pues según la vecina Juana Toribio Nieto, solo permanece en la aldea de Hornos de Segura durante nueve largos meses. Luego regresa a Madrid, donde pasa el resto del año a las afueras de la capital. Una veintena de casas componen este lugar donde reina el silencio y el descanso, claves para aquellos que buscan la paz y la tranquilidad y donde pasar unas vacaciones alejados de todo el ruido que puede apoderarse de una residencia en la ciudad. Se trata de uno de los poblamientos más tradicionales de la zona, un ejemplo más de la historia que tienen estas aldeas que ocupan gran parte del territorio comarcal. Hace unos años, gozaba de alegría en cada mes de julio, fecha en las que se celebraban las fiestas en honor al Sagrado Corazón.

La gente de los municipios y aldeas colindantes se acercaban para disfrutar de las verbenas y los innumerables reencuentros. Sin embargo, con el paso del tiempo, este tipo de festividades se perdieron a consecuencia de la cada vez mayor escasez de residentes. Antes, había una tienda en el centro del pueblo, donde los vecinos se reunían acompañados de bailes, buenas comidas y refrigerios varios que endulzaban las noches de verano. Ahora, hay una casa rural para pasar un buen fin de semana en el parque natural. Hablar del Jaén desconocido es ahondar aún más en el Jaén siempre rural, porque si a veces no sabemos de la existencia de nuestros propios municipios, menos aún de aldeas recónditas.



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