La Estrella rutilante que irradia luz en Navas de San Juan

La patrona recibe la aclamación del pueblo en su llano un año más

04 may 2025 / 17:06 H.
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Los naveros, desde que abandonan el Llano de la Estrella el 3 de mayo hasta que llega el día 1 del año siguiente, piensan en su patrona con la emoción de quien vuelve a ver su gran amor. En un pueblo donde todo se vive con pasión, la Virgen de la Estrella guía cada paso de los romeros hasta su ermita. La veneración unánime se torna en vítores, cánticos y lágrimas al verla salir por el umbral de su puerta cada uno de los tres días que los vecinos y vecinas de Navas de San Juan, y miles de familiares que abandonaron el municipio, acuden rigurosamente a su llamada. Los nervios por verla atenazan el cuerpo de los más devotos, que se agolpan a las puertas del templo para poder acercarse a llevarla y poner de manifiesto sus pensamientos más íntimos con la madre de Navas de San Juan.

Las atracciones, las casetas, los negocios, todo, absolutamente todo se para cuando sale la patrona. Escoltada por la banda municipal Maestro Mota, decenas de caballistas y cientos de flamencas, la Estrella cogió camino firme por la carretera y entre aclamaciones que profería la muchedumbre se elevó a varios metros del suelo para reinar en sus dominios, donde todo su séquito le rindió completa pleitesía. Los cientos de hatos se quedaron prácticamente vacíos en el momento en el que la Virgen llegó a su monolito, donde la imagen se alzó como patrona, momento de emoción contenida que terminó de estallar cuando subieron a hombros a un hombre en silla de ruedas a su misma altura. Como aquella que sabe que es protagonista, derramaba lisura con cada paso que daba y entre sevillanas y “mayos” volvía a la puerta de ermita que la refugia durante gran parte del año.

Llegaba la parte más importante, la entrada a su iglesia, pero eso sucedería mediante una subasta. La subasta que realiza la Cofradía de la Virgen de la Estrella es un símbolo de la romería de Navas de San Juan. Múltiples objetos, bordados y encajes se pusieron en juego entre los devotos, que no dudaron ni un segundo en alcanzar grandes cifras para llevarse algo más que un objeto, sino un sentimiento que reafirma su fe desde antes de ser siquiera concebidos. Tras una larga puja llegó el momento cumbre, la subasta por la entrada de la Virgen de la Estrella llegó y varios valientes pusieron sobre la mesa cantidades ingentes de dinero, que no es nada más que papel cuando se trata de poder portar a su madre a casa. Finalizada esta, queda la noche, donde los naveros vuelven a la casa de la patrona a cantarle los mayos cuando se pasa la hora bruja, para recordarle que ahí siguen y seguirán en los dos días siguientes, aunque en realidad nunca la abandonan porque la Virgen siempre tiene acogidos bajo su manto a sus hijos, los naveros.

“Venir al llano y estar aquí con los amigos y la familia es algo que no se puede comprar con nada. Es bonito ver como la gente del pueblo se une”, expuso Antonio Peláez. Como madrileño, Juan José Vozmediano vive estas fiestas junto a su familia con “paz, armonía, tranquilidad y normalidad”. “La romería es para venir y los de fuera que vean que la gente aquí es muy apasionada porque se comparte y hay hermandad, la gente va por cada hato”, compartió Francisco Moreno. María Teresa Collado vive estos días con mucho fervor desde pequeña: “Mis padres me lo transmitieron y yo lo hago con mi hija”. “Volver cuando uno ya vive fuera es muy bonito, en la romería al menos sabes que una vez al año puedes estar con tus amigos y familia juntos”, explicó Jesús Unión.

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