La ecología es pura naturaleza

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08 may 2020 / 16:35 H.
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LARA FERNÁNDEZ DELGADO Y GUILLERMO FERNÁNDEZ ROJANO

Estamos con Juanjo, Juan José González, en uno de sus olivares, de hierba sana y frondosa, donde pastan libremente seis caballos, entre Fuentevelluda, donde nace el agua del Chorrete, y Fuente Carrasca. “Yo soy de aquí, me he criado en Los Maridos. Desde siempre he tenido claro lo que quería hacer en agricultura, por eso estudié Ingeniería Agrícola, en Almería. Llevo 20 años con el olivar ecológico.

Como activista, desde mucho antes, desde estudiante. Es lo que te digo, tengo hechos los cálculos y aquí, en la zona, con una UTA (Unidad de Trabajo Agrícola) de olivar ecológico puede vivir una familia con buena calidad de vida. ¿Ves toda la hierba aplastada? Al olivar ecológico nos entra ganado ovino. Allí hay un ganadero ¿lo ves? Lo que hacen es meter a las ovejas con un permiso especial‒ a que coman y estercolen. En 2006, no avanzaba la agricultura ecológica porque ponían muchas trabas a los productores independientes. Era una época en la que queríamos potenciar pequeñas huertas para abastecer a la conservera, y así generar empleo y recuperar la cultura hortícola de la comarca, así como las variedades locales. Junté setenta variedades distintas de judías de la comarca, todo ecológico. Hacíamos bancos de semillas, lo repartíamos para que la gente cultivase. Y, entonces, empezaron las multinacionales a entrometerse y ahora mismo es muy delicado el tema de intercambiar semillas, porque muchas variedades nuestras las tienen patentadas. Ahora estamos en la línea para que se desarrolle la agricultura ecológica, pero tiene que haber un cambio de la Unión Europea a nivel administrativo. Nos hemos manifestado con el tema del aceite. ¿Todo eso por qué viene? Por la razón de que hay más producción que consumo, y no lo digo yo, lo dicen, entre otros, el informe anual de coyuntura del sector oleícola publicado por la Caja Rural y la Universidad de Jaén. Y si tenemos más producción que consumo, igual es el momento de que tengamos claro que sacar kilos y kilos no nos beneficia, porque la clave está en la calidad. Tenemos que cambiar esa mentalidad y enfocarlo todo a conseguir la excelencia, la máxima calidad. Sobre todo en olivares de alta montaña, en olivares de parques naturales, que son una maravilla, pero no podemos competir ni con la campiña, ni con plantaciones superintensivas. Aquí todos tendríamos que aprovechar la calidad que ofrece la agricultura ecológica. Antes había unas 30 especies vegetales que nos comíamos en torno al olivar. ¿Cuántas especies, ahora mismo, podemos comer de un olivar convencional? La aceituna, y para de contar. Entonces a lo mejor es el momento de que la Unión Europea se lo plantee y empiece a decir: Los que no contaminan ¿por qué tienen que pagar para que alguien los certifique? Y a los que contaminan ¿por qué tenemos que pagarles a ellos las subvenciones? Si es que, además, fijaos la incongruencia: todos los productores firman un documento donde se comprometen a mantener un 50% de superficie con cubierta vegetal, pero muy poquitos lo hacen. Antes nos movíamos y buscábamos y se hacía y se conseguía. Ahora es diferente. Me gustaría que volviéramos a ese empuje y que los agricultores convencionales se dieran cuenta de que la agricultura ecológica es buen negocio y a la vez salud para todos”.

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