La Defensoría Universitaria de la UNIA: Un nuevo reto para Mª Ángeles Peinado

El nombramiento supone la inauguración de un nuevo órgano en la institución, encargado de velar por los derechos y libertades de la comunidad universitaria

23 dic 2021 / 11:28 H.
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Este mes comenzó una nueva etapa profesional para Mª Ángeles Peinado al ser nombrada la primera Defensora Universitaria de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA). Catedrática de Biología Celular de la Universidad de Jaén (UJA), Peinado ha sido directora de la sede Antonio Machado de Baeza desde 2017.

El Consejo de Gobierno de la UNIA aprobó el nombramiento de Mª Ángeles Peinado y el de su sustituto, Juan Jiménez, catedrático del área de Cristalografía y Mineralogía de la UJA, al frente de la dirección de la sede baezana.

La Defensoría Universitaria, un órgano que se instala por primera vez en la UNIA, es la encargada de velar por el respeto a los derechos y a las libertades de los profesores, estudiantes y personal de administración y servicios ante las actuaciones de los diferentes órganos y servicios universitarios.

Peinado habla con Diario Jaén para hacer una valoración de su etapa como directora de la sede baezana y los retos y deberes que se le presentan con su reciente nombramiento, así como las cualidades necesarias para un puesto clave en la mejora de la calidad y el buen funcionamiento de la UNIA.

“Es necesaria una universidad que sea garante de una educación basada en valores”

¿Cómo valora sus años como directora de la sede baezana?

Mi valoración de estos casi 5 años en los que he tenido el honor y la satisfacción de dirigir la Sede Antonio Machado de Baeza de la Universidad Internacional de Andalucía, solo puede calificarse de altamente positiva y muy gratificante.

Si contemplo retrospectivamente este periodo, mi primer pensamiento es de profundo agradecimiento a todo al personal de la UNIA. Desde los Rectores que han dirigido la institución y que pusieron su confianza en mi labor, pasando por mis compañeros del Equipo de Gobierno de la universidad, que tanto se han esforzado para conseguir implantar un sistema de trabajo programado, sistemático, eficaz y adaptado a los nuevos tiempos y necesidades. También, a los trabajadores de la UNIA y específicamente a los de la sede baezana, cuyo compromiso institucional, que ha ido mucho más allá de su obligación, ha sido fundamental para la buena marcha de mi labor directiva; su magnifico trabajo, su entrega, su profesionalidad, pero sobre todo su amabilidad y amistad incondicional, han permitido no solo que todo funcionara adecuadamente, sino que también me haya sentido apoyada y segura en todo momento. Sí las cosas han salido bien y han funcionado óptimamente, sin duda, se ha debido a ellas y ellos.

Han sido muchos los retos que la UNIA ha afrontado en estos años, y lógicamente nuestra sede ha estado implicada en todos ellos y a todos los niveles. Así, hemos construido entre todos un nuevo plan estratégico más adaptado a los retos de una universidad moderna y dinámica. Se han sistematizado todas las tipologías de estudios, desde los másteres oficiales, pasando por el postgrado propio, la formación continua o los cursos de extensión universitaria. Se han modernizado los servicios, reglamentado los procesos y procedimientos académico-administrativos. Se han mejorado las instalaciones para dar acogida a nuestros estudiantes y a una diversidad de eventos científicos, profesionales, sociales, culturales y artísticos procedentes tanto del mundo académico como de fuera del mismo. Se ha optimizado nuestro campus virtual e implantado en mayor grado la administración electrónica; y todo ello, sin descuidar la atención personalizada, uno de los rasgos característicos de nuestra universidad. Y hasta hemos debido implicarnos en complejos planes de contingencia, absolutamente necesarios para afrontar con seguridad una pandemia que amenazaba la continuidad de la actividad académica y que nos han permitido afrontarla con calidad, sin rupturas y con la máxima seguridad.

También en mi valoración, pesa el hecho de haber tenido el gran privilegio de convivir con una ciudad “Patrimonio Mundial”. Una ciudad como Baeza en la que sus edificaciones, su maravillo paisaje de olivar y sus montañas, sus tradiciones, su gastronomía, su cultura, pero sobre todo sus gentes, me han enamorado y me han hecho sentir muy cómoda y feliz.

En cuanto a mi labor académica, dirigir y gestionar un centro tan emblemático y prestigioso como es la Sede Antonio Machado de Baeza, más aún desde un palacio renacentista del siglo XVI, ha supuesto para mí, no solo aprender a gestionar mejor, sino a hacerlo apreciando el arte y la cultura; además me ha permitido adquirir una gran experiencia que se ha visto aumentada por el contacto con las más diversas personalidades. Todo ello ha sido muy gratificante y enriquecedor. Han sido muchas horas de contacto con excelentes profesores y profesionales responsables de nuestra docencia y de los servicios que ofrecemos; de conocer a estudiantes procedentes de los más diversos lugares del mundo, que han dejado su impronta multirracial en nuestra ciudad y a la que vienen imprimiendo juventud e internalización; de tratar con personas procedentes los ámbitos científicos, culturales, de la empresa, políticos, o artísticos... de todos ellos he aprendido mucho, he conocido otras realidades, y he adquirido una visión integradora y más centrada en el entorno; algo que me ha hecho comprender que desde la universidad tenemos la obligación de conocer y poner los medios necesarios para dinamizar el contexto económico y social en el que nos movemos . Todo ello, sin duda me ha hecho crecer enormemente, tanto personal como profesionalmente. Por ello acabo la pregunta como la empecé. El primer pensamiento que cruza por mi cabeza, pensando en Baeza, es el de agradecimiento profundo y por ello, mi valoración de esta desafiante etapa de mi vida no puede ser más positiva.

¿Qué nuevos deberes tiene como Defensora Universitaria?

El primero de todos es el de poner en marcha la institución de la Defensoría Universitaria, pues hasta la fecha de mi nombramiento, nuestra universidad no contaba con esta institución. Ya hemos elaborado la página WEB correspondiente, y en la misma los miembros de la comunidad universitaria, encontrarán todo lo relacionado con la institución y como pueden acogerse a la misma.

Por otra parte, debo desarrollar todas las actividades que competen a la Defensoría Universitaria, las cuales se contemplan en la definición que hace de dicha institución, la Ley Orgánica de Universidades 6/2001. En dicha ley, se indica que los deberes de la persona titular de la Defensoría consisten en “velar por el respeto a los derechos y libertades de la comunidad universitaria ante las actuaciones de los diferentes órganos y servicios universitarios”. También se añade que sus actuaciones “estarán dirigidas hacia la mejora de la calidad universitaria en todos sus ámbitos”; y finaliza indicando que “sus actuaciones no estarán sometidas a mandato imperativo de ninguna instancia universitaria y que vendrán regidas por los principios de independencia y autonomía”.

Aunque el texto de la ley, ya recoge la esencia de la institución y los deberes del Defensor, es en los Estatutos de cada universidad y en los Reglamentos correspondientes, donde se especifican, de forma más pormenorizada, las competencias de la Defensoría que lógicamente definen más detalladamente las obligaciones y deberes de la misma. Voy a intentar hacer un resumen de dichas competencias.

La primera de ellas es la de “recibir, oír, estudiar y atender todas las quejas y reclamaciones que presenten los miembros de la comunidad universitaria”, solicitando, en su caso, la información y comparecencias que sean pertinentes para la resolución de las mismas.

La segunda consiste en “informar ante cualquier consulta o aclaración” que solicite cualquier miembro de la comunidad universitaria, acerca de cómo ejercer sus derechos o cómo resolver conflictos.

En cuanto a la tercera, se trata de facilitar los procedimientos de mediación, conciliación o amparo con imparcialidad y siempre buscando el acuerdo entre las partes.

La cuarta, consiste en formular propuestas, sugerencias y recomendaciones a las autoridades académicas y de administración y servicios, pues aunque no tiene carácter vinculante ni son susceptibles de recurso, marcan pautas a estudiar por los órganos correspondientes.

Finalmente, también es un deber de la Defensoría, el presentar ante el Consejo de Gobierno, una memoria de sus actividades; dicha memoria, también puede contener recomendaciones y sugerencias destinadas a la mejora de los servicios universitarios.

¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta en esta nueva etapa?

Poner en marcha la Defensoría y que sea una institución útil y eficaz para todos los miembros de nuestra comunidad universitaria.

Lleva muchos años en contacto estrecho con el mundo universitario. Imagino que esta experiencia es primordial para conocer las necesidades de los alumnos y profesores, ¿no es así?

Creo que el haber asistido en primera persona a los diferentes hitos que han marcado la evolución e historia de las universidades y a su democratización en las últimas décadas, confiere conocimiento experiencia y carácter, cualidades de gran utilidad para comprender las necesidades de los miembros de nuestra comunidad universitaria. Es evidente que los tres sectores que conforman la universidad: el de los estudiantes, el del personal de administración y servicios y el del profesorado, desempeñan funciones diferentes en la universidad y sus necesidades por tanto, también son muy diferentes. Sin embargo, estos tres sectores son absolutamente necesarios y complementarios para que la universidad lleve a cabo su misión en la sociedad; que está basada en cuatro pilares fundamentales: la docencia, la investigación, la innovación y transferencia de conocimiento y la transmisión del arte y la cultura. En definitiva, se trata de una misión de proporciones colosales, porqué de ella depende algo tan fundamental como el progreso de los pueblos y la posibilidad de alcanzar cotas de mayor bienestar social. Pero, es primordial que a estos pilares se añada un importante matiz: la necesidad de una universidad que sea garante de una educación basada en valores. Y bajo mi experiencia, la defensa de los valores y principios éticos que todos los miembros de nuestra comunidad tenemos derecho a exigir y a que nos exijan, es precisamente el enfoque que me gustaría dar a mi labor como Defensora Universitaria.

Su función es velar por los derechos y libertades de alumnos y profesorado. Con respecto a las restricciones derivadas por la COVID-19, ¿Encuentra mucha oposición por su parte?

En general los miembros de la Comunidad Universitaria, somos un reflejo de la ciudadanía y por tanto, tenemos los mismos problemas que afectan a la sociedad en su conjunto. Por tanto, la COVID-19 también ha marcado un antes y un después en el devenir universitario como ha pasado en la sociedad; ciertamente hace un par de años, antes del comienzo de la pandemia, a nadie se nos hubiera ocurrido que un virus se extendiera a nivel mundial de una forma tan extraordinaria y que además de dejarnos un gran dolor, cambiara radicalmente nuestras vidas y costumbres. Y evidentemente, las universidades hemos debido adaptarnos y convivir con la pandemia de la forma más adecuada posible. Para ello, como mencioné anteriormente, hemos elaborado, planes de contingencia, que sin duda ha evitado el cese de nuestra actividad y nos han permitido ejercer sin fisuras y con las medidas de seguridad más adecuadas, nuestras misiones universitarias. Y como en toda situación adversa sobrevenida: ¡a grandes males hay que buscarle grandes soluciones!. Y la universidad ha buscado oportunidades, adaptando sus instalaciones y preparando a sus miembros para afrontar los nuevos retos planteados. Las clases, conferencias y reuniones “on line” hoy por hoy son un reto superado que no pretende, ni pueden sustituir, las interacciones, el contacto y la presencialidad, características que definen la esencia de ser humano. Así nuestros planes, las soluciones tecnológicas, o las precauciones debidas, son meras herramientas para facilitar el aprendizaje y salvar las distancias. De hecho, estoy convencida de que en la universidad, estamos sabiendo poner cada cosa en su sitio; ciertamente, estamos utilizando la tecnología, pero de ello estamos sacando nuevas enseñanzas útiles para el futuro. Por otra parte, la pandemia y nuestra actitud hacia ella, ha creado conciencia de la necesidad de ser solidarios y responsables ante una situación de emergencia, y la comunidad universitaria y especialmente los estudiantes, así lo han entendido y vivido.

¿Cuál sería su principal propuesta para abordar estas restricciones? ¿aboga por eliminarlas?

Realmente las restricciones, si se les puede llamar así, lógicamente han estado encaminadas a salvaguardar la salud de todos nosotros. La gran mayoría de los estudiantes, como los demás miembros que formamos la comunidad universitaria, lo hemos entendido así. Sabíamos que era necesario, por ejemplo guardar distancias o llevar mascarilla, y hasta aprender e interaccionar a través de las pantallas, pero como ya he comentado, en general lo hemos comprendido, y hemos sabido adaptarnos, buscando los aspectos más positivos de todo ello.

En definitiva, y contestando directamente a la pregunta, considero que en cada momento y en función de la evolución de la pandemia, se han ido adoptando medidas pertinentes y necesarias. Y desde luego, es nuestra responsabilidad cumplirlas.

¿Qué carácter se debe tener para lidiar con las reclamaciones de la comunidad universitaria?

Es difícil pensar en el carácter que debe tener una persona que representa una institución como la Defensoría Universitaria, siendo uno mismo el que ostenta ese puesto. En cualquier caso, me atrevo a decir que toda persona, incluso sin una responsabilidad como la que nos ocupa, debería tener un carácter conciliador y sereno, es algo que se requiere para convivir bajo diferentes enfoques, visiones y opiniones. Se necesita ser reflexivo, justo, prudente, comprensivo, discreto, solidario, capaz de tener opinión propia y seguramente contar con muchos otros valores que ahora se me escapan en esta entrevista. Pero además, creo que se necesita conocimiento, o en su caso, tener los resortes para saber donde buscarlo. Con estos ingredientes, que como todo en la vida, hay que tener la voluntad de aplicárselos a uno mismo, espero y deseo que no sea tan difícil “lidiar” para defender los derechos y libertades de mis compañeros de la comunidad universitaria. Es como ya le dije anteriormente mi mayor aspiración.

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