‘Juliette’ trae temperaturas gélidas después de la nieve

Las nevadas de febrero ya son historia en la provincia de Jaén, aunque en los puntos más altos de la provincia la nieve aún aguanta. Después de un fin de semana en el que se acumularon importante espesores, sobre todo en la Sierra Sur, Mágina y la zona de Cazorla, Segura y Las Villas —aunque sin incidencias dignas de mención, como confirmó ayer el servicio 112—, la situación tiende a evolucionar. Este lunes comienza una sucesión de jornadas en la que el frío será el protagonista. Se esperan heladas casi generalizadas, que pueden ser intensas en las zonas montañosas, donde los valores pueden caer por debajo de -8 grados. A eso se suma una sensación térmica muy inferior, a causa del viento, a las temperaturas que marquen los termómetros, incluso de día.

Más allá del alivió que han supuesto las precipitaciones —muy irregulares, pues mientras en algunos puntos se han superado los quince litros en otros apenas se ha llegado a cinco—, en general la nieve apenas ha paliado la sequía acumulada. El despliegue de quitanieves y el reparto de sal en municipios como Torres hizo que no hubiera problemas en la red vial jiennense. Los espesores rondaron los veinte centímetros cerca de las cumbres.

A partir de hoy, después de breve intervalo del fin de semana, no están previstas más precipitaciones. De hecho, la posibilidad de lluvia es mínima, al menos hasta el domingo, circunsntacia en la que coinciden prácticamente todos los modelos meteorológicos. Por tanto continúa la tendencia seca que protagoniza el invierno, con pausas puntuales que no alivian el fuerte estrés hídrico acumulado desde el pasado año. A pesar de las expectativas puestas en el ‘calentamiento súbito estratosférico’ ocurrido en enero, al que se han sumado otros después, finalmente, la situación, al menos hasta ahora, no ha alcanzado el volumen de agua de lluvia necesario, por ejemplo, para el campo. Marzo será un mes fundamental. Si no se revierte la tendencia en la primavera que se acerca y llueve, las consecuencias serán muy graves tanto para la cosecha de aceituna, y la producción posterior de aceite, como para los acuíferos en general.