Inmenso abrazo a la Milagrosa por San Pedro

Vecinos de La Matea y de otras
aldeas del valle, así como emigrantes retornados, engrandecen la romería

30 jun 2019 / 12:42 H.

Todo está perfectamente milimetrado, hay que salir muy temprano, hace fresco, incluso frío, estamos en La Matea, una aldea del municipio más alto de la provincia de Jaén, el de Santiago-Pontones, y son las ocho de la mañana. La banda de Los Pizarrines de Génave da la vuelta a la zona en una musical diana floreada que anticipa el encuentro anual soñado: La Virgen Milagrosa, con sus fieles y devotos. La junta directiva de la hermandad, que conforman Antonia Alguacil y Rosa María y Manoli García, dejó todo perfectamente preparado para la salida desde la iglesia. El coro de la parroquia, con guitarras y voces prodigiosas, entona los acordes del comienzo, en un himno en pasodoble que engrandece sus primeros pasos a hombros de los costaleros y costaleras. Durante dos horas y media, la Virgen Milagrosa, una talla de 1943, recorre todas y cada una de las calles, menos dos, La Venta y el Castillito, incluso se adentra en los portales de algunas de las casas.

Las fiestas y las actividades de todo el año se organizan con el dinero que la hermandad recauda en esos encuentros, puerta a puerta, y que es introducido por los mismos vecinos en un baúl. Estamos al borde de la antiplanicie de los campos de Hernán Perea, en una vega de arroyos caudalosos, aún en este tiempo, y ayer La Milagrosa no solo se quedó en el entorno urbano de La Matea. Porteada en todo momento a hombros de mujeres y hombres, vecinos y vecinas y especialmente emigrantes retornados de otros puntos de la geografía nacional, fue llevada hasta la aldea vecina de Las Nogueras, también calle a calle, casi casa a casa, y en la misma plaza un baile de los costaleros con su Virgen y un baile de sus devotas con su imagen preferida.

Era muy mañana, pero en ningún momento flaqueó el encuentro. Cerca de un millar de personas la arroparon en todo el trayecto, entre triales ya secos, entre árboles frutales y entre huertas, tomates, pimientos y sandías. Cuando el sol ya picaba, La Milagrosa volvía a La Matea y allí también fue bailaba y le bailaron, también fue vitoreada y los “vivas” a la patrona resonaron en el corazón de los presentes. El encierro y la posterior misa, a cargo del sacerdote Daniel Martínez Díaz, pusieron el punto final a una primera jornada. Hoy, desde La Matea, la Virgen se desplazará a otras aldeas en una procesión dominical más larga que la del sábado.