Honor al Cristo de la Misericordia

A lo largo de la mañana, un trajín de mujeres llevaron nardos para la imagen

14 sep 2018 / 12:00 H.

En las paredes encaladas, en los angostos patios y en las recoletas plazas, rodeado de aspidistras, cubierto de jazmines o tras la maleza de los muros viejos, el Santísimo Cristo de la Misericordia se percibe en cada rincón de Jódar. Y en el corazón de los humildes y en el de las arrepentidas.

Tras el triduo y la bajada desde su camarín, que volvió a congregar a numeroso público, la mañana amaneció con una concurrencia de vecinas que llevaban nardos hasta el templo para entregarlos a las camareras y que los colocaran en los jarrones que, posteriormente, fijarán los hermanos de la corporación en el trono.

Un goteo incesante de devotas que, a lo largo de toda la mañana, acudieron a las floristerías del municipio para llevarle al padre de Jódar los tradicionales nardos con los que suele recorrer las calles durante la procesión de septiembre. Ya por la tarde, las bandas apuraban las escasas horas previas a la procesión para afinar los instrumentos con vistas a la gran cita de este mes. Mientras, en el interior de la ermita, las camareras dejaban todo a punto, con los bancos replegados en los laterales para dejar paso al trono. Al fondo se escuchaban los sones de la Banda Municipal “Pedro Gámez Laserna” y la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora de la Asunción; esta última abrió el cortejo y la municipal marchó tras la venerada imagen. Algunas vecinas buscaron velas por los establecimientos para sumarse a la procesión. Un olvido de última hora, como el que le sucedió a María Teresa, que pensaba que tendría en casa y dejó para última hora las velas. Precisamente durante los tres días del triduo la hermandad colocó un estante a las afueras donde vendían tulipas, para colocarlas en los cirios y evitar con ello la caída de la cera sobre el pavimento y aceras durante el paso de la procesión. Los balcones de las calles por las que transitó el Cristo ya lucían las banderas de España, que salpicaron el itinerario por Los Molinos, Joaquín Galván, General Fresneda y Plaza de España.

A partir de las nueve comenzó a sonar el esquilón de la ermita, con el sonido característico que a los galdurienses los retrotrae a la infancia. A las 21:06 horas ya las colas se formaban para discurrir por el itinerario fijado. Tres minutos más tarde, el Himno de España anunciaba el momento. Así transcurrió una procesión que entró en la plaza pasadas las diez de la noche. El trono lo hacía a las 22:25 horas, a los sones de “Soledad franciscana”. El público se volcó con los “vivas” al Señor, quedando la imagen parada a la altura del Ayuntamiento. Cinco minutos más tarde, hizo entrada en la parroquia de la Asunción y, para cerrar, luz y sonido en una jornada para el recuerdo.