Guadalimar, pedanía de colonos

La aldea se fundó en la década de los 50 del pasado siglo XX

18 dic 2017 / 09:00 H.

La pedanía lupionense de Guadalimar no puede presumir de una historia que se hunde en el tiempo —fue construida en los años 50 del pasado siglo XX— ni, por lo tanto, de contar con hitos monumentales cargados de centurias e historias, no. Pero en sus poco más de seis décadas de existencia, tiene Guadalimar peculiaridades que la convierten en toda una excepcionalidad digna de atención. Por ejemplo, sus habitantes, algunos de ellos todavía pertenecientes a aquellos primeros pobladores que habitaron el lugar procedentes de Begíjar, Ibros, Baeza, Bedmar, Hornos de Segura, Bélmez de la Moraleda y otros municipios. Esa calidad de colonos los hace singulares doscientos cincuenta años después de aquellas otras colonizaciones, las que el rey Carlos III realizó en Sierra Morena de la mano del superintendente Pablo de Olavide y los emparenta, históricamente, con otros siglos. ¡Qué tranquilidad se respira en esta pedanía lupionense: dicen los lugareños que, por ejemplo, la vida de un sábado —que en cualquier ciudad supone calle, diversión, vida social— se resume en la misa —mayoritariamente para las mujeres de la aldea— y el coche con destino a Torreblascopedro —pueblo del que distan muy pocos kilómetros— para, en unión de los amigos, tomarse algo y charlar de lo divino y lo humano. Echan de menos los habitantes de Guadalimar a la chiquillería que llenaba de alegría estas tierras en tiempos de la fundación, en la década de los 50, y lamentan que los jóvenes, también aquí, se vean obligados a desarraigarse para aspirar a un futuro digno. El campo y sus labores son el ambiente cotidiano de esta buena gente “que labora, pasa y sueña”, como los protagonistas del poema de Machado.