Flores, rezos y mujeres que sostienen la fe en Pozo Alcón
Decenas de vecinas mantienen viva una tradición que marca mayo como mes de devoción a la Virgen María

En Pozo Alcón, mayo es más que el mes de las flores, son 31 días de cantos y oraciones a la Virgen María. Cada tarde, cuando el reloj marca las siete, decenas de mujeres interrumpen sus tareas para acudir a su cita con la fervorosa imagen. En la Casa Hermandad de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, cada día se pueden llegar a juntar sesenta personas movidas por una tradición profundamente arraigada en el municipio, que convierte cualquier rincón en un altar vivo en honor a la Santa Madre.
“Se instala en la mejor habitación de la vivienda, con sábanas blancas bordadas a mano, ajuares de novia, mantones de Manila y macetas con flores, junto a imágenes de dolorosas pequeñas, muchas heredadas o pedidas a otros vecinos”, explica Antonio Perea, historiador y secretario de la cofradía. Todo ello con el blanco como color predominante y símbolo de la pureza mariana.
No se tienen registros de la fecha exacta en la que se comenzó esta tradición en Pozo Alcón, pero el historiador sostiene que viene de largo: “En casa de mi abuela ya tenían esta costumbre a principios del siglo XX, incluso en tiempos de guerra”. Durante los años de contienda y de dura persecución religiosa, las pocenses seguían demostrando en mayo su devoción a la Virgen en el más estricto silencio. “Sacaban a la imagen, colocaban unas cuantas amapolas y le rezaban durante unos minutos, tras lo que volvían a esconderla hasta el día siguiente”, explica Perea a Diario JAÉN.
Las mujeres se alzan como las fervientes transmisoras de esta tradición, aunque no sea una práctica exclusivamente femenina. Son ellas las encargadas de montar el altar, son mujeres como Antonia Bustos las encargadas de guiar el rezo o los cánticos de ese día. Durante una hora, las plegarias se entremezclan con versos improvisados o canciones de alabanza dirigidas a imágenes sagradas. “No hay un protocolo establecido, quien se sienta inspirada en ese momento, comienza. Se le canta a la Virgen de los Dolores, a Santa Ana... La gente más mayor, incluso, recitan poemas de canciones infantiles populares”, sostiene Perea.
Estos momentos de recogimiento se viven como una auténtica fiesta entre las vecinas poceñas. Aunque no se “publicita”, es un acto de devoción que todo Pozo Alcón conoce y que sigue vivo cada jornada de mayo. “El día de la romería de San Gregorio no hay rezo, pero se recupera el 1 de junio para cumplir con todo el mes”, argumenta el secretario sobre la implicación que tiene Pozo Alcón con su acervo.
Traspasar una tradición de este tipo a las nuevas generaciones es todo un desafío, pero jóvenes como Perea se muestran optimistas: “Es algo muy arraigado, siempre hay gente que monta su altar”, incide el historiador. Así, prosigue una costumbre que, para algunas poceñas, marca de fervor el mes de mayo.