Escuela y legado de Paco Zaragoza

El director de La Criba se despide del teatro después de 49 años de experiencias, de éxito, de aprendizaje y de agitar conciencias a través de un arte único

05 mar 2023 / 18:00 H.
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Dijo un grande entre los grandes que el teatro es una escuela de llanto y de risa, una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento. Escribió Federico García Lorca que el teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. En un rincón de la provincia, entre la belleza incalculable que ofrece el mayor espacio protegido de España, hay un mirlo blanco que, cuarenta y nueve años después de trayectoria artística, cuelga las botas de agitador teatral, director y fuente de inspiración para la cultura jiennense. Se trata de Francisco Zaragoza López (Begíjar, 1951), fundador del grupo “La Criba”, referente en Peal de Becerro, Cazorla y el mundo entero, otro enamorado del discurso del poeta granadino y amante de esos llantos y de esas risas que se desvelan sobre los escenarios.

Su vida da para escribir un libro, de lágrimas y, sobre todo, de sonrisas, porque estar a su lado significa tocar el cielo con las manos y alcanzar la felicidad. Nacido en seno de una familia sencilla, con un padre recovero y una madre panadera, supo aprovechar su inteligencia, en una época de escasez, para estudiar una carrera que convirtió en una profesión vocacional. Fueron necesarias las becas, el trabajo en la vendimia francesa, en el campo y en todo lo que se ponía a tiro para poder continuar con los libros, que verdaderamente era lo suyo. Con 17 años ya era maestro, siguió con la titulación de Historia y debutó como docente en la misma Escuela de Magisterio en la que estudió. El problema es que, a los dos años, fue despedido por convertirse en uno de los dirigentes comunistas más activos de la época. Tuvo la suerte de no vivir la experiencia de la cárcel que otros compañeros del entonces PCE sí sufrieron por culpa de la ausencia de libertad, un paréntesis que marcó su juventud y que resume el espíritu inquieto de este personaje ilustre de la comarca del Alto Guadalquivir. Francisco Zaragoza, Paco, se preparó unas oposiciones y, aunque alguien le ofreció la posibilidad de regresar al origen como profesor universitario, decidió centrarse en las enseñanzas medias, hasta que, el mismo día que Mariano Rajoy entró en la Moncloa, el 20 de diciembre de 2011, se jubiló. Jódar, Cazorla y Peal de Becerro fueron sus destinos laborales en una trayectoria rica, en la que siempre imperó la transmisión de esos valores de los que puede presumir.

Escuela y legado de Paco Zaragoza

Fue en el año 1974, mientras descargaba espuertas repletas de aceituna, cuando un grupo de compañeros y él dieron forma al nombre de “La Criba”, un grupo de teatro que nació en otoño y que estrenó su primera obra en diciembre. “Muerte en el barrio”, de Alfonso Sastre, fue la elegida para representar sobre las tablas del entonces Cine San Antonio de Peal de Becerro, hoy convertido en Ala Oeste. Estaba censurada, pero se las ingenió para un debut que supo a gloria. Fue tan fácil, y tan difícil a la vez, como cambiarle el nombre, “En el calor de la noche”, de tal forma que, con Franco vivo y su autor en la cárcel, dieron vida a la historia del linchamiento de un médico de barrio con más de quinientos espectadores a aplauso partido. Por cierto, no estaba en el guion, pero uno de los actores enfermó y Paco Zaragoza, con chuleta en mano, tuvo que meterse en la piel de un inspector de policía.

Ese fue el comienzo de cuarenta y nueve años de recorrido escénico, con más de trescientas personas dirigidas por un hombre rico en bondad, en sencillez y en ingenio, que ha conseguido algo grandioso: crear público teatral. Hay muchas facetas más que demuestran la personalidad del protagonista de esta historia. Nadie olvidará aquel día que llegó a su pueblo natal, a Begíjar, con un hombre de la mano. Era 1993 y, aparte del chismorreo del primer momento, logró el respeto que siempre mereció. Ni un comentario en el instituto ni en las calles de esa España profunda en la que tanto cuesta romper moldes. Diez años en pareja con un francés y, después, otros dos con un ruso. Así de internacional es Paco Zaragoza, el profesor, director teatral, agitador de conciencias y, además, político, porque también hizo sus pinitos con el arte de hace posible lo imposible. Militó en el PCE entre 1968 y 1980, fue alcalde, primer teniente de alcalde y, en la época dorada de Julio Anguita, llegó a ser coordinador provincial de Izquierda Unida. Ejemplo de honestidad y rigor intelectual, nunca estuvo liberado, siempre cobró de su trabajo como docente y echó más horas que tiene el día para poder dar rienda suelta a su pasión por el teatro, del que no vivió porque nunca quiso, y en el que tiene la suerte de contar con más de seiscientos alumnos entre Peal de Becerro, Cazorla y Jódar. Su último montaje, “La Boda”, se estrenó el pasado 27 de febrero en el emblemático Ala Oeste, con un éxito rotundo y con el cartel de completo.

Escuela y legado de Paco Zaragoza

“Cierro cuarenta y nueve años de teatro, sin esperar a los cincuenta por dos motivos: porque no quiero correr riesgos de salud y porque quiero regalar el medio siglo a mis chicos y a mis chicas”. Así es Paco Zaragoza. Pueden saber más de su pensamiento en la hemeroteca de Diario JAÉN, donde colaboró con sus artículos durante treinta y ocho años en forma de experiencia inolvidable. A caballo entre Begíjar y Peal de Becerro, no aspira más que a vivir y a soñar.

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