y sus maquis

06 jul 2016 / 12:30 H.

En la investigación histórica a veces el azar guiña tardío, a destiempo. En ocasiones las imágenes más valiosas aparecen después de publicar los libros, y no antes. Tal es el caso de una insólita fotografía que ha caído en mis manos por gentileza del castillero Moisés Gallardo Pulido. Una imagen que es más, mucho más, que un simple retrato de época. Si a la escasez gráfica de posguerra sumamos que los que posaron eran proscritos en búsqueda y captura y que el fotógrafo hizo la instantánea de forma clandestina en el año de mayor represión contra ellos, la imagen se convierte en un valiosísimo documento gráfico. No solo por lo que muestra, también por su contexto implícito constituye toda una crónica de la lucha guerrillera antifranquista como movimiento sociopolítico. Pero al mismo tiempo es una trampa mortal para los posantes si el retrato llegase a caer en manos del enemigo, como así fue.

La imagen recoge a una docena de hombres armados de aspecto humilde ataviados con pantalones de pana, camisas y boinas. Posan exhibiendo distintas armas, fundamentalmente escopetas de caza, cananas, algún fusil y pistolas de la guerra civil. Algunos penden en sus cintos bombas de mano de fabricación casera (se fabricaban clandestinamente en la fábrica de los Funes de Alcaudete con dinamita “distraída” de las minas de El Cetenillo). Podría ser uno de tantos posados grupales de no ser porque se trata de la guerrilla del hombre más buscado por la Guardia Civil en la provincia de Jaén en los años cuarenta. Tomás Villén Roldán, más conocido por “Cencerro”, posa desafiante en el centro de la imagen, con un fusil en la siniestra y apuntando a la cámara con una pistola. Sus sienes plateadas le delatan como hombre maduro (tenía 43 años). Por entonces ya se había puesto precio a su cabeza como un líder antifascista hábil y escurridizo que trajo en jaque a la Guardia Civil desde la conclusión de la guerra hasta 1947. A su fascinante biografía dediqué una de mis obras: Cencerro, un guerrillero legendario (Adsur, 2010).

Cada componente de la fotografía está enumerado a mano y algunos están marcados con una “X” conforme eran abatidos semanas después. Al dorso alguien escribió una relación de nombres. En cuanto vi la fotografía supe que la imagen debió ser intervenida a algún guerrillero y utilizada para identificar al resto del grupo. Me he topado con fotografías similares en procesos sumarísimos de la dictadura y en los atestados e informes de la Guardia Civil de aquellos años. ¿A quién se le intervino? Tras consultar mi archivo y diversas fuentes, llegué a la conclusión de que esa fotografía, junto a otras que aún no han visto la luz, fue incautada por la Guardia Civil de Alcalá la Real el 1 de noviembre de 1946. Aquel día cercaron a un grupo de hombres de “Cencerro” en el barranco alcalaíno conocido como Valenzuela. En el tiroteo fueron muertos tres izquierdistas que llevaban pocas semanas en el monte. Se trata del jiennense Diego García Gómez, “Chirri”, colaborador de “Cencerro” y responsable local de las Juventudes Unificadas Socialistas. Se había unido a la guerrilla un mes antes, en julio de 1946, tras la redada contra un comité clandestino en la capital. Los otros dos eran los hermanos Juan y Carlos Rivera Jiménez, “Riverillas”, naturales de Albolote (Granada), enlaces que aquel verano huyeron de los interrogatorios y las torturas. A los muertos se les intervino: “tres pistolas, una carabina Remigton, cuatro cargadores, unos prismáticos, un cuchillo de monte, un reloj, 5.950 pesetas, así como propaganda política clandestina, fotografías y documentación procedente de Jaén y Granada” (Sánchez Tostado, 2010, pág. 188). Entre las fotografías intervenidas estaba la imagen que comentamos en el presente artículo.

Por los detalles de la indumentaria, las fechas de incorporación de algunos de los personajes que aparecen en la imagen, y las datas de la muerte de cada uno de ellos, llego a la conclusión de que tan singular fotografía fue tomada, sin ninguna duda, en los últimos días de agosto o primeros de septiembre de 1946. Se realizó en el cortijo de algún enlace de la Sierra Sur y se aseguraron de que no saliera de fondo ningún elemento o paraje identificativo. Sin embargo, la relación nominal escrita al dorso está llena de imprecisiones y errores. Hay apellidos y apodos equivocados y falta por identificar a otros. Me he permitido completar el listado y corregir los errores incluyendo una breve información complementaria de cada uno de ellos:

1. Tomás Villén Roldán “Cencerro”. Jefe de la guerrilla. Natural y vecino de Castillo de Locubín. Antiguo concejal del PCE y presidente de la Casa del Pueblo. Temiendo ser fusilado, se echó al monte tras huir de la prisión de Alcalá la Real en 1940. Fue muerto por la Guardia Civil en Valdepeñas de Jaén el 17 de julio de 1947.

2. Juan Rivera Jiménez “Riverilla”. Natural y vecino de Albolote (Granada). Se unió a la guerrilla de “Cencerro” en el verano de 1946. Muerto por la Guardia Civil el 1 de noviembre de 1946 en el término de Alcalá la Real.

3. Carlos Rivera Jiménez “Jeromo”. Muerto por la Guardia Civil junto a su hermano Juan y el “Chirri” el 1 de noviembre de 1946 en Alcalá la Real.

4.Manuel Jaén Bravo “Formal”. Vecino de Castillo de Locubín, amigo y enlace de “Cencerro”. Se unió a la guerrilla en el verano de 1944. Fue muerto por la Guardia Civil el 25 de abril de 1947 junto a Ramón Jiménez Contreras “Pena”, en el término de Santiago de Calatrava.

5. Adriano Callado Cortés (“Zoilo”). Natural de Escañuela, vecino de Castillo de Locubín y amigo de “Cencerro”. Junto a “Formal” se unió a la guerrilla en el verano de 1944. Fue muerto por la Guardia Civil a las afueras de Jaén (Fuente de la Peña) junto a Antonio Larubia Expósito “Payuso” el 5 de enero de 1948.

6. Antonio Muñoz Rivera (“Muñoz”). Natural de Linares y vecino de Mures (Alcalá la Real). Se unió a la guerrilla el abril de 1946 junto a “Piñero”. Fue muerto el 10 de diciembre de 1947 en una emboscada de la Guardia Civil en Noalejo junto a “Piñero”, “Paquete” y “Juanico”.

7. Antonio Larubia Expósito (“Payuso”). Enlace de Cencerro, casero del cortijo “Las Mangas” (Martos). Se unió a la guerrilla tras el asalto de la Guardia Civil al cortijo “Las Torres” el 28 de julio de 1946. Junto a “Zoilo”, fue muerto a tiros en Jaén el 5 de enero de 1948.

8. José Antonio Gálvez Prieto (“Paquete”). Natural de Tiena (Granada), próxima a la aldea granadina de Olivares. Se unió a Cencerro en verano de 1946. Fue muerto por la Guardia Civil junto a “Juanico”, “Piñero” y “Muñoz” en Noalejo, el 10 de diciembre de 1947.

9. Antonio Fajardo Sánchez (“Piñero”. Natural de Piñar (Granada) y vecino de la aldea de Mures (Alcalá la Real). Se unió al grupo en abril de 1946. Muerto por la Guardia Civil en Noalejo el 10 de diciembre de 1947 junto a “Paquete”, “Muñoz” y “Juanico”.

10. Francisco Ibáñez Molina (“Recovero”). Natural y vecino de Castillo de Locubín, amigo de “Cencerro”. Se echó al monte en el verano de 1944. Muerto por la Guardia Civil el 11 de septiembre de 1946 a las afueras de Castillo de Locubín.

11. José García Líndez (“El Niño”). Se unió a la guerrilla en 1946. Fue muerto por la Guardia Civil, junto a “Rubio Ollero” en el cortijo “Los Nonos” (Valdepeñas de Jaén) el 9 de enero de 1948.

12. Juan Martín Maqueda García “Juanico”. Natural de Benalúa de las Villas (Granada). Procedía de la guerrilla granadina de “Ollafría” y se unió a “Cencerro” tras el asalto en las Ventas del Carrizal en septiembre de 1945. Fue muerto por la Guardia Civil, junto a “Paquete”, “Muñoz” y “Piñero” en Noalejo, el 10 de diciembre de 1947.

¿Por qué “Cencerro” decidió llamar a un fotógrafo y hacer un posado tan comprometido? La decisión responde a momentos de cierta euforia tras la victoria de los países aliados en la II Guerra Mundial, la caída del nazismo y el fascismo italiano y el aislamiento internacional del régimen franquista. La Resistencia aguardaba una inminente intervención militar aliada en España con la incorporación de miles de guerrilleros y combatientes republicanos desde el exilio francés a los que debía unirse el levantamiento de un campesinado oprimido. “Cencerro” era un líder respetado en la comarca con una extensa red de colaboradores. Pocos días antes de esa fotografía, el 28 de julio de 1946, su guerrilla tuvo un éxito en el cortijo “Las Torres” (Martos), donde celebraron una asamblea clandestina con el comité comarcal del PCE y la Unión Nacional Española (UNE). Por la noche, una compañía de guardias civiles cercó el cortijo y, tras un intenso tiroteo, todos los maquis escaparon ilesos por un túnel soterrado que construyeron tiempo atrás para facilitar la huida de la base ante una emboscada. La operación fue un fracaso para la Guardia Civil que sufrió cuatro heridos. El teniente coronel Luis Marzal montó en cólera y juró vengarse.

A esas alturas “Cencerro” ya era un mito. Sus comentadas y espectaculares acciones, generalmente secuestros y atracos a terratenientes y latifundistas, tuvieron como objetivo financiar la resistencia antifranquista, constituir comités clandestinos del PCE y ayudar a las viudas de fusilados y represaliados de la dictadura, que atravesaban por momentos de gran miseria por la crisis económica de posguerra y la represión política contra los vencidos.

Con las nuevas incorporaciones y la esperanza de un cambio de régimen que creían inminente, “Cencerro” autorizó el posado fotográfico de los guerrilleros y la exhibición de sus armas como una demostración de fuerza y como testimonio de aquella lucha heroica, además de mostrarla orgullosos en los tajos a fin de recabar apoyos y militancia para el levantamiento popular que se avecinaba.

Ilusión vana pues, con el comienzo de la Guerra Fría, Inglaterra y EE UU prefirieron que Franco continuara en el poder antes de que España se convirtiera en un satélite soviético ante el carácter marxista de las organizaciones que controlaban el Frente Popular. Permitieron que el caudillo prosiguiera sus matanzas.

Los guerrilleros, abandonados a su suerte en los montes, fueron exterminados uno a uno. Los integrantes de esta curiosa fotografía fueron muertos a tiros en meses sucesivos. No hubo supervivientes.Tachados por el régimen como “bandoleros”, esta guerrilla se mantuvo activa hasta 1948 con un terrible balance de 86 muertos (8 del bando franquista y 78 del bando guerrillero y sus apoyos), además de 535 encarcelados.