El Parque se queda pequeño

Los “caballicos”, el mercadillo y las terrazas son un ir y venir el primer día

01 jul 2016 / 12:15 H.

Gente para arriba, gente para abajo, entre el principio y el final del recinto de la Feria de San Pedro y San Pablo, es decir, desde las escalerillas del Parque Municipal hasta el polideportivo que tiene el mismo nombre que el locutor radiofónico Matías Prats, todo un símbolo para los tosirianos. En los “caballicos”, en los carruseles, en los coches de choque y en el resto de atracciones, cientos de niños daban vueltas con los ojos a punto de hacerles chiribitas y los que no son tan niños también. En la jornada inaugural de la feria tosiriana, sin que aún se hubiera encendido el alumbrado extraordinario, si algo sobraba, era fuerza, la valentía del que acaba de llegar para darlo todo. Y así estaban los tosirianos y los visitantes, que alguno llegó; prueba de ello era el ligero incremento del tráfico en la Autovía del Olivar, que cesaba justo en el desvío de Jamilena y Torredonjimeno. Una vez que le dio al botón de las bombillas de colores Nora Montijano, una joven con discapacidad, que agradeció al Ayuntamiento los esfuerzos a favor de este colectivo, la alegría y las ganas de jarana ya fueron oficiales.

Por delante, los vecinos tienen cinco días, cargados de actividades, en los que pueden echarse una cerveza en la feria de día, que comparte recinto con la nocturna como novedad, o pasar un rato divertido, aunque sea a costa de caerse y pasar alguna fatiga, con las pruebas del llamado “Humor Amarillo” o el “superdeslizador”, un enorme tobogán; sin olvidarse de bailar y saltar en el concierto de Estopa y en las verbenas. Un ejemplo para los tosirianos que no tengan muy claro si deben echarse para adelante y vivir la feria de su pueblo con intensidad lo dio el artista local, Ginés Liébana, que está cerca de cumplir el centenario en el mundo y que no dudó en pasearse por el ferial de San Pedro y San Pablo.