“El Juan Sebastián Elcano lleva el aceite de Jaén por el mundo”

El fuerterreño Diego Montoro es sargento primero de la Escala de Suboficiales del Cuerpo General de la Armada

11 sep 2022 / 13:00 H.
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El fuerterreño Diego Montoro es sargento primero de la Escala de Suboficiales del Cuerpo General de la Armada y tiene, desde hace años, el privilegio de surcar los mares de todo el planeta a bordo del buque escuela Juan Sebastián de Elcano.

Entre las experiencias que le han deparado más de dos décadas navegando por los océanos resalta la estancia en la Antártida, un continente que, por su ubicación, está casi virgen y que es fundamental para el conjunto del planeta.

Este navegante oriundo del “mar de olivos” cuenta con un currículo impresionante. Diego Montoro Barrera ingresó en la Armada el 10 de septiembre de 1998 con la especialidad de Administración. Ha ocupado desde entonces distintos destinos, a bordo de diferentes Unidades. Entre ellas se encuentran el buque hidrográfico Rigel, la fragata Navarra, el Estado Mayor del Cuartel General de la Flota y del Cuartel General de la Armada, el patrullero de altura Infanta Elena y el buque de investigación oceanográfica Hespérides. Actualmente está destinado en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano. En esta embarcación desarrolla diferentes funciones y específicas como hidrografía, aprovisionamiento y logística, ayuda humanitaria, investigación y desarrollo en la Antártida o embajador de España.

ENTREVISTA

—¿Cómo acaba alguien de Fuerte del Rey, tan lejos de la costa, surcando los mares de todo el mundo?

—Al finalizar mis estudios, llamado por el espíritu aventurero, me atraía muchísimo la idea de trabajar viajando por el mundo, ahí tenia los ingredientes perfectos que me llevaron a decidirme sin pensarlo para ingresar en la Armada y sin ni siquiera haberlo dicho en mi familia hasta que recibí la carta de mi alistamiento.

—¿En qué consiste su labor?

—Me ocupo de la Comandancia del buque escuela Juan Sebastián de Elcano y la secretaría particular del señor comandante. Coordinación, gestión y control de todo tipo de documentación administrativa que el buque y su personal pueda requerir.

—¿Qué ha aprendido de su experiencia en el océano?

—Tras muchos días de mar y duras travesías, he aprendido lo importante e imprescindible que es el compañerismo, reforzando la amistad y promoviendo fuertes lazos de unión que no se romperán a lo largo de toda una vida. Ellos son nuestra otra familia; todos somos una pieza clave de un gran engranaje para cumplir la misión que tenemos encomendada. Por otra parte, la exigencia física por la bravura de la mar, te hacen valiente, responsable, sacrificado, siendo capaz de adaptarte a cualquier circunstancia que se presente.

—¿Cuáles son los momentos más agradables que ha vivido?

—Son muchos, afortunadamente los buenos momento que he podido vivir en la Armada, poder dedicarme a lo que más me gusta me llena de orgullo, pero, creo que al menos tengo tres muy marcados, el primero tras mi paso por el buque de investigación oceanográfica Hespérides fue mi expedición a la Antártida, el segundo fue la primera vez que pise la cubierta del más ilustre y emblemático buque de la Armada Juan Sebastián de Elcano, después de veintitrés años buscando esta trayectoria profesional y como sargento primero para navegar los mares por todo el mundo y formar parte de la historia de este embajador y navegante con noventa y cuatro años, pero eternamente joven. El tercer y último a pesar de tantas aventuras vividas alrededor del mundo fue ver por primera vez a toda mi familia a mi llegada de una navegación para recibirme, tras finalizar este 94 crucero de instrucción.

—¿Y lo peores?

—En realidad son pocos y se borran rápido. Pienso que en esta vida tenemos que quedarnos solo con lo bueno y aprender de lo malo.

—¿Cuál es el lugar de los que ha visitado que más le ha sorprendido?

—La Antártida. Con su silencio absoluto, sus montañas completamente blancas hasta el mar, las formaciones de hielo, iceberg, glaciares, fauna, meses completos de luz durante las veinticuatro horas del día, el color del agua, el color del cielo.

—¿Cómo se consigue estabilidad en la vida personal después de estar moviéndose continuamente?

—No se puede explicar. Se trata de algo que únicamente es apto para marinos y todo es gracias a aquellas personas que nos esperan en tierra después de nuestro regreso.

—¿Cómo es el buque Juan Sebastián Elcano por dentro?

—En el “Elcano” la actividad diaria cobra otra dimensión. Hay que tener en cuenta que este barco pasa prolongados períodos fuera de su base y largas navegaciones, de hasta un mes o más sin tocar puerto. Esto es una pequeña ciudad flotante, habitada por más de 250 personas, a las que hay que dar de comer y lavar la ropa, cortar el pelo, donde la gente realiza deporte en sus horas libre, descansa, escucha música, pasea, incluso se programan actividades lúdicas, como concursos, cine en cubierta, conciertos de la banda de música, celebraciones o hasta fiestas de disfraces... al margen de mantener las infraestructuras necesarias, en nuestro caso, las máquinas, las jarcias, etcétera para poder cumplir con éxito nuestra misión, siempre en las mejores condiciones y siempre durante las veinticuatro horas sea día o noche, sumándole los peligros de trabajar a la intemperie con tormentas que azotan el barco como peligro potencial y que pueden surgir en el momento menos pensado.

—Se cumplen quinientos años de la proeza de la primera vuelta al mundo, ¿qué opinión le merece?

—Fue una gesta única en el mundo y solo la podemos comparar con la llegada del primer hombre a la Luna. Hoy en día no nos damos cuenta de lo que realizaron, aunque en su época la calificaron como una gesta “que excede a todas las conocidas hasta ahora”. El principal mensaje que queremos trasladar es que esta hazaña fue genuinamente española y que la llevó a cabo un marino español, Juan Sebastián de Elcano. Él fue el principal protagonista de la primera globalización. En este sentido, me gustaría aportar nuestro grano de arena para subsanar un error histórico y muy frecuente: considerar que fue Magallanes el que dio la vuelta al mundo. Sin quitarle ningún mérito al portugués, este no pretendía circunnavegar el planeta, sino llegar a las islas Molucas y regresar por el mismo camino. Pero murió antes siquiera de alcanzar su destino y fue, posteriormente, Elcano quien sí lo hizo y siguió navegando hacia el oeste, afrontando peligros y penalidades para alcanzar España. Me gustaría, además, que fuésemos conscientes de que nuestra Armada es de las pocas que ha protagonizado hechos como este, cuya trascendencia no se limita a la historia de nuestro país, sino que han influido en el devenir de la humanidad.

—Hay mucha gente que no sabe que una parte del actual territorio de Jaén fue provincia marítima.

—Pues sí, y además de gran importancia. Vamos a remontarnos unos cuantos años; más bien muchos años. Nos situamos en el 31 de enero de 1748, día en el que Fernando VI, por medio de la Ordenanza de Montes de Marina, crea la Provincia Marítima de Segura de la Sierra (una dependencia de la Armada en el interior), que reúne a la Sierra de Segura, Alcaraz, Villanueva del Arzobispo, Cazorla y Santisteban. Dicha Provincia Marítima nace ante la necesidad que tenía el Estado de disponer en los astilleros de grandes cantidades de madera de alta calidad, especialmente en Cádiz y Cartagena, para garantizar la construcción de los buques de la Marina Real. Esta madera como materia prima anteriormente procedía de Flandes.

—¿Mantiene usted actualmente la relación con su pueblo?

—Sí, por supuesto, pues tengo a la mayor parte de mi familia y amigos en Fuerte del Rey y necesito tenerlos en mi vida a pesar de la distancia que nos separa y aunque no se lo muestre a ellos lo suficiente. Ellos son mi apoyo y mi pilar fundamental para poder permanecer navegando a lo largo de tanto tiempo fuera del territorio español.

—¿Cómo se ve la provincia jiennense desde alta mar?

—Pues no se lo van a creer, pero desde el buque escuela Juan Sebastián de Elcano, nuestro Embajador y Navegante, contribuimos a repartir la provincia Jaén por todo el mundo y lo hacemos con una de sus mejores cartas, su aceite, su oro líquido, reconocido en todo el mundo y del cual me siento orgulloso. Un regalo protocolario que hacemos entrega para embajadores, políticos y autoridades de todos los países que visitamos.

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