El “artista” de Baeza que es capaz de ver caras en la roca

Bartolomé Moreno Cánovas pidió permiso al Ayuntamiento para su “creación”

13 may 2016 / 11:30 H.

Unos extraños rostros aparecidos en la roca viva, una cinta para cerrar el perímetro, una fuerte lluvia y una ciudad con muchísima historia. Todos estos elementos se sumaron para dar lugar a un pequeño misterio en Baeza, el de las caras surgidas en la antigua carretera de Jaén, la actual Avenida Alcalde Eusebio Ortega Molina. No es un lugar aislado, está frente a un hotel y cerca de muchas casas, por lo que no es que nadie pase por allí, lo que contribuyó a difundir la duda sobre qué son esas figuras. ¿Unos especie de “moai” como los de la Isla de Pascua? Seres que se asemejan para algunos a las tortugas ninjas de los dibujos animados, algo muy raro. Pero la aparición de “Las Caras de Baeza”, como están ya bautizadas, tiene una explicación mucho más sencilla, que nada tiene que ver con la arqueología o Cuarto Milenio: se deben a Bartolomé Moreno Cánovas, un vecino de la ciudad.

“Veo cosas y las saco a la luz. Aquí yo solo he puesto un 30%; el resto estaba ya en la naturaleza. Solo he ayudado”, explica este baezano para aclarar el porqué de esta decisión de ponerse a tallar en un paredón, ante la extrañeza de sus paisanos. “Son unas figuras muy raras, no son ni personas ni monos, sino seres que no tienen explicación y que he visto”, sostiene. Moreno Cánovas, que lleva un mes detrás del proyecto y “pocos días” de trabajo de campo acudió al Ayuntamiento para informar de su intención y solicitar el visto bueno para trabajar. La Administración local, al comprobar que no suponía problema alguno, dio el visto bueno. Para evitar que se malograra su labor, el “padre de las criaturas” pidió que se delimitara el área con la colocación de una cinta, a lo que también accedió la municipalidad. La prohibición de acceder, hizo que muchas más miradas se centraran en lo que ocurría detrás de la valla y sembró las dudas. Una de las hipótesis es que se había cerrado la zona porque, con las lluvias, se había desprendido parte del terreno y habrían aparecido las extrañas formas. A ello contribuyó también la difusión de un vídeo con música de “un expediente x”, en el que aparece el autor, pero no hay explicación alguna de lo que allí se ve. “No es nada raro, soy yo el que las he descubierto”, deja claro Moreno Cánovas, que llama a su obra “litocabezas”. Asegura que no es la primera vez que toma una decisión de este tipo, guiado por el presentimiento de que encontrará algo interesante. Su iniciativa, desde luego, no ha caído en saco roto y, de alguna forma, tiene ya un lugar en una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad, gracias a siglos de inspiración de geniales maestros de la piedra que dejaron su legado.