El agua corre con fuerza en una fuente natural de ensueño

El manantial de la aldea de Santiago-Pontones rebosa tras el temporal decembrino

    30 dic 2020 / 21:50 H.
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    La madre naturaleza es caprichosa, y quizás por eso causa tanta fascinación. Si a principios de mes hubo que lamentar que los casi cien litros por metro cuadrado caídos durante el 10 de diciembre y la madrugada del 11 provocaron el desbordamiento del Guadalquivir a su paso por las aldeas de Coto Ríos y Loma de María Ángela, ambas de Santiago-Pontones, cuyos accesos quedaron cortados, ahora hay que agradecer que el temporal fruto del paso de las borrascas Dora y Ernest dotara de mayor brío el manantial de La Toba, a unos 900 metros de la aldea homónima, aguas arriba del embalse de Anchuricas, junto al río Segura. A pesar de que, como ocurre como el río Mundo o el nacimiento del Segura, esta fuente nunca llega a secarse por completo durante el estío, el estado actual de la cueva de la que parte el arroyo que también comparte nombre contrasta de forma notable con el del pasado verano, en pleno agosto, cuando el líquido vital escaseaba. Ahora el agua corre con brío atravesando la aldea, de apenas diez habitantes.

    En lo que va de mes, en Santiago-Pontones han caído ya 157,3 litros por metro cuadrado, según los datos recogidos por el corresponsal Francisco Cuadros. A los episodios de lluvia de primeros de diciembre hay que añadir las nevadas que hubo durante los puentes de la Constitución y la Inmaculada, que dejaron en la Sierra de Segura tradicionales estampas prenavideñas de mantos níveos cubriendo el suelo serrano. La posterior subida de las temperaturas que derritió la nieve hizo que la masa de agua caída fuera a parar no sólo a la fuente de La Toba, sino también a la del nacimiento del río Segura, entre otras.

    En el caso de La Toba, sus aguas manan, como se ha apuntado, de una cueva sita a escasos metros del núcleo urbano de la aldea homónima e incluso atraviesa esta. Dicha cueva está abierta en un frente calizo de falla, a cierta altitud con respecto al río Segura, una circunstancia que generó una toba o piedra tosca —de ahí el topónimo— por la que discurre el agua hasta el propio Segura a través de unas cascadas de ensueño, como de ensueño es también el paisaje segureño.

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