Confesiones de escenario y micro

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07 may 2020 / 16:31 H.
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LARA FERNÁNDEZ DELGADO Y GUILLERMO FERNÁNDEZ ROJANO

Si la vida es tan corta como dicen, entonces ¿por qué es imposible contarla? Paco Segura nos recibe en la plaza del pueblo. Hablamos a la sombra para evitar la justicia del sol de un mediodía exacto, en este 3 de abril, con miles de golondrinas trisando sobre nuestras cabezas a la velocidad de la luz. “Nací aquí, en Génave. Vivo en la casa que heredó mi madre y duermo en la misma habitación en la que me parió. Me criaron en Torres porque mi padre tenía allí el estanco, pero soy de Génave”. Como muchos estudiantes jiennenses, Paco Segura se fue a estudiar Derecho y Filosofía a Granada. No terminó porque se le metió el veneno de la música. “Ahora”, comenta, “los padres apoyan a sus hijos en el estudio de la música, pero antes mi padre me decía que eso era de maleantes y muertos de hambre. Y fue por eso por lo que me tuve que buscar la vida yo solo. En Granada estuve en la tuna, que me sirvió mucho para adquirir musicalidad. Hicimos un trío de boleros estupendo con el que tocábamos muchas noches en el Albaicín y en el Sacromonte. Luego conocí lo que fue el Manifiesto Canción del Sur, con Carlos Cano y Antonio Mata y toda esta gente, y me aparté de la tuna”.

Tras un encuentro con Casimiro Morcillo se va a Madrid, que es “donde estaba el mundo”. Luego bajó a Málaga a encontrarse con el mar, donde vivió cuatro años. Allí ganó el Festival de Andalucía con un tema dedicado a su tierra, “Entre Olivos”. En Málaga, en el Pepeleches, “un local en el que cada día había algo distinto”, conoció a Chantal Maillard, que venía a Torres con su guitarrita de 1.800 a recitar poemas con él. Cuando en Málaga se le agotan los lugares de actuación, vuelve a Madrid. “En Madrid estuvimos un año y medio o dos cantando en Song Parnasse, que fue el local, antes que La Mandrágora, donde se gestó todo, y del que nadie habla, nunca entenderé por qué. Era un garito con una escalera, un sótano y dos habitaciones. Y ahí cantábamos, encima de un pequeño podio. Nos juntábamos Sabina, Krahe, Enrique Morente, El Brujo, Hilario Camacho, Manolo Tena, Rafael Amor, Andrés Calamaro, Juan Antonio Muriel, Rafa Cervera y yo. Y más, toda la gente que estaba haciendo algo a nivel de cantautor cantó allí”.

En la Expo de Sevilla, patrocinado por la ONCE, ganó “un pastón” con su grupo. Se repartieron el dinero y alguno se recuperó de los tiempos de penuria. En Madrid, en El Rincón de Arte Nuevo, Paco Segura ha estado tocando durante dieciséis años seguidos. “Me fue tan bien que me compré un apartamento debajo. Me hice cantante de guardia”. Paco Segura tiene una voz potente, y eso le da seguridad en el escenario. “Yo he tenido fuerza y la voz me ha respondido bien, y eso, a la hora de subir al escenario te quita el miedo. He vivido de la música, en Madrid, durante 35 años y sin grabar un disco. Yo no he sabido promocionarme ni falta que me hacía. Me lo decía Sabina: “Paco, eres un cabrón de mierda, lo que tienes que hacer es irte casa de disco por casa de disco”. Pero eso yo no lo sé hacer, no es mi carácter. Yo lo único que quería era componer, cantar y tocar la guitarra. Lo demás es secundario”.

Y se volvió a su tierra, a casa de su madre, a respirar la vida en aire puro. “Es que ese mundo de la música requiere testosterona, juventud”, confiesa. “Hace poco me llamaron para una hacer una actuación en Galicia, pero ¿cómo iba yo a estar quince días metido en un hotel? No me compensa ya estar en un hotel todas las noches y, además, acostarme a las 4 de la mañana. Ya, no”.

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