Así se hacen las mascarillas “caseras”

Tres mujeres de la Estación Linares-Baeza que son un ejemplo de solidaridad y esfuerzo por ayudar a los demás

29 jul 2020 / 12:24 H.
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La pandemia provocada por la covid-19 ha traído consigo que toda la ciudadanía incorpore a su indumentaria un nuevo accesorio, como si fuera un bolso, unos pendientes o una pulsera, solo que este es obligatorio por ley: la mascarilla. Ese elemento que antes solo usaban ciertas profesiones, ahora tapa las sonrisas de todas las personas.

Cuando todo comenzó y los contagios se dispararon, las mascarillas salieron de las tiendas, almacenes, farmacias y todos los negocios propios de su comercialización. Sin embargo, era arriesgado que, en la situación que se estaba produciendo, no se llevara una puesta. Por tanto, le tocó el turno a la “antigua usanza” y se crearon las mascarillas caseras.

Retales de antiguos vestidos, máquinas de coser, trozos de pantys o gomas del pelo para sujetar y mucho esfuerzo y solidaridad fueron los ingredientes necesarios para esta creación. “La situación fue desbordante y los familiares y vecinos necesitaban mascarillas” nos cuentan las vecinas de la Estación Linares-Baeza, unas de muchas que seguramente se han convertido en heroínas por un tiempo al donar mascarillas, ya no solo para los suyos, sino para hospitales, empresas y todo tipo de organizaciones y asociaciones.

Ana Hidalgo, Pepi Calatayud, Isabel Villalba y Rosa María Montalbán, son las encargadas de contarnos cómo han vivido esta experiencia y cómo han hecho este trabajo. Todas, aunque cada una a su manera, tienen un objetivo común: ayudar a los demás. Han hecho cientos de mascarillas durante los meses de confinamiento, tanto con recursos propios como ajenos, pero siempre, sin ánimo de lucro. Además, cuentan que “su vida, a pesar de quedar paralizada por el estado de alarma y el confinamiento, se basó, durante semanas, en coser, coser y coser”; pese a tener otros menesteres como trabajos externos o labores del hogar.

De tela, quirúrgicas, con filtro, con diseño llamativo o sin él, estas mujeres han sacado hacia adelante un abastecimiento que, aún no correspondiéndole, hicieron parte de su responsabilidad en los primeros tiempos de coronavirus. “No se podían comprar mascarillas porque ni siquiera las farmacias las tenían en stock, por lo que, con tutoriales y mucha imaginación, creamos un patrón simple y cosimos hasta que la situación se fue normalizando; aunque, a día de hoy, seguimos haciendo, pero con más tranquilidad y perfeccionamiento”, aseguran.

Si algo ha quedado claro es que, la pandemia mundial, a pesar de ser un desastre social y cohibirnos de mostrar el cariño a los demás, ha forjado una vía de escape entre las personas, provocando gestos entrañables como los aplausos a las 20,00h y destapando la solidaridad del interior de cada uno de nosotros.

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