Una trabajadora nata y ejemplar

FRancisca Vicaria González

14 may 2016 / 11:17 H.

Ella es un ejemplo de sacrificio, una mujer trabajadora y luchadora, volcada siempre con la familia. Francisca se casó joven. Conoció al que luego fue su marido cuando ella tenía 13 años y servía en una casa de Marmolejo, donde él, que era albañil, realizaba unos trabajos. Ambos se llevan cinco años. Eran tiempos en los que la enseñanza obligatoria no estaba aún fijada hasta los 16 años y muchos niños y adolescentes, como es su caso, se veían obligados a trabajar para conseguir el sustento de su familia. Estuvieron nueve años de novios y, tras pasar por el altar, en 1970, otros cuarenta y cinco de casados, que son los que llevan de matrimonio.

Su marido, en 1969, emigró a Suiza empleado en la construcción. Allí pasó cerca de 5 años, hasta que un desafortunado accidente le afectó la columna vertebral. Por aquel entonces Francisca vivía en Andújar, que era donde tenían fijada la residencia familiar y tuvo que dejar a su hija pequeña, de solo tres meses, al cuidado de sus padres para ella, a su vez cuidar a su marido en el hospital suizo. Ella también trabajó en el país helvético en un restaurante, en el “ofice”, fregando cacharros y en la limpieza del local. La experiencia suiza resultó un poco amarga porque su marido quedó con secuelas en la columna vertebral y tuvo que jubilarse. Solo había cotizado allí cinco temporadas y le quedó una pensión de 2.000 pesetas. Hoy, Francisca lleva también dos años jubilada. La mayor parte del tiempo ha sido ama de casa, dedicada a sus tres hijos hasta que estos crecieron, y a cuidar a su marido. El matrimonio no sale mucho porque, según comenta Francisca, su marido se fatiga. De todas formas no son muy amigos de fiestas, ni siquiera de la feria.

Francisca, como buena marmolejeña, se considera devota de la Virgen de la Cabeza, pero nada más, ni participa de la fiesta ni de la romería, aunque uno de sus hijos, dice, tiene una peña que sube al Cerro, cada año, con la carreta.

A veces, cuando se presenta un viaje a la playa van, porque, una vez allí, no hay que andar mucho. Son viajes de ida y vuelta, de un día. Como sus hijos se casaron ellos viven solos, pero no sienten la soledad porque están a gusto. Uno de sus hijos vive en Marmolejo, otro en Torredonjimeno y la hija en Fuerte del Rey. Pero el contacto que mantienen con ellos es frecuente, de ahí también que no tengan sensación de soledad.

Buena parte de su vida, el matrimonio vivió en Andújar. Allí nacieron sus tres hijos. Entre Andújar y Marmolejo apenas hay distancia ya que son municipios muy próximos. En un momento dado, Francisca decidió que quería volver a su pueblo y vendieron el piso de Andújar y con el dinero que le dieron se compraron una casa en Marmolejo. En ella viven.