—Después de contraer el coronavirus, ¿cómo se encuentra?

—Por desgracia, fui uno de los primeros afectados en la provincia y hoy en día estoy al cien por cien, con mis anticuerpos y las pruebas hechas. Ya llevo casi un mes bien, sin síntomas y dando negativo.

—¿Cómo se dio cuenta de que estaba infectado y cómo ha vivido el aislamiento en casa?

—Mis síntomas fueron muy rápidos, fue de un día para otro. Cuando el viernes, 13 de marzo, me desperté, no podía levantarme de la cama. Tenía una sensación de malestar en todo el cuerpo y ya imaginé lo más duro y ni me levanté. Realmente se pasa mal porque es una enfermedad que no se sabe nada de ella, que está muriendo gente y los médicos no saben si lo están haciendo bien o mal. Mis padres son mayores y sufres por ellos. También por los vecinos, que había estado con ellos días antes. Durante la primera semana, le rogaba a mi madre que me diera pastillas para dormir del dolor que tenía y del malestar. Pero dentro de lo malo, he sido un afortunado porque soy asmático y alérgico y ha habido gente que lo ha pasado peor y ha muerto. Hay dos o tres días en mi cabeza que no sé lo que pasó, ni que se había decretado el estado de alarma.

—Usted no vive solo, está rodeado de la familia, ¿cómo lo ha hecho?

—Sí, soy de los que no se han ido de su casa aún. Desde el primer día, en mi habitación no entró nadie. A mi padre no le vi durante dos semanas y eso que vivimos en la misma casa. Mi madre me dejaba la comida en la puerta con mascarilla y guantes. Son personas vulnerables y mayores.

—¿Cuánto tiempo estuvo aislado completamente?

—Por lo menos tres semanas. A los catorce días, los médicos me llamaron para decirme que podía salir por la casa, pero yo estuve otras dos semanas encerrado porque no me fiaba. Es decir, aislado casi un mes.

—¿Cómo ha sido el trato sanitario que ha recibido?

—No tengo nada más que palabras de agradecimiento para ellos. Después de estar al frente, estaban con miedo, pero solo hay palabras de agradecimiento para ellos porque se han preocupado por todos los vecinos.

—¿Está todo normalizado?

—Soy una persona optimista y pienso que esto va a acabar y siempre hablo en positivo. Esto nos va a servir de escarmiento para estar preparados para todo lo que pueda venir. Nadie se esperaba esto.

—¿Cómo está el pueblo?

—Bien, seguimos trabajando como si estuviera el virus porque nadie sabe cómo se pasa y muchas familias están mal psicológicamente y quiero decir a los vecinos que tengan más precaución porque hay muchos enfermos que lo han pasado muy mal en la UCI. Tenemos material sanitario, seguimos desinfectando calles y ayudando a la gente, al pie del cañón.

—¿Qué acciones emprendió el Ayuntamiento cuando estuvo un poco alejado?

—Los funcionarios y operarios no han dejado de trabajar. Estábamos preparados para hacerlo desde casa y continuamos con normalidad. A día de hoy, estamos al día. En cuanto a proyectos, hemos terminado tres obras y se empezó el teatro.

—¿Se ha notado mucho la solidaridad en los pueblos no?

—Sí, aunque al principio se exageró un poco que éramos uno de los municipios más afectados, pero la gente ha sido muy voluntariosa para coser mascarillas, varios cocineros hicieron de comer para los vecinos. Muchas personas han estado ahí para ayudar y solucionar problemas en esta crisis sanitaria. Se han recaudado más de 5.000 euros para comidas. No solamente de Cabra del Santo Cristo, sino de otros pueblos de la provincia.

—¿Cómo está siendo el comportamiento de sus vecinos en
esta desescalada?

—Muy bien. La gente tenía ganas de salir pero se está comportando. Hacen colas en establecimientos y no salen todos los días a comprar. Hemos hecho un refuerzo de policías locales también.

—¿Qué lección saca?

—En esta vida estamos de paso y que la disfrutemos. Todo lo que puedas hacer, ahí se queda.

—¿Un mensaje de esperanza?

—Sigamos haciendo caso, nos podemos equivocar, pero esto se va a acabar pronto.