“Lo importante es que nuestros clientes se sientan como en su casa, pero es agradable que reconozcan nuestro trabajo”

PREMIO espelúy

12 abr 2019 / 16:29 H.

Comida tradicional, de cuchara, como la de una madre o una abuela, pero en cantidades industriales. Eso es lo que encuentra el que va al bar “El Puente”, en Espelúy. Un negocio con una tradición de tres décadas y que ha sobrevivido gracias al boca a boca y su buena labor, empezando en la cocina y terminando por los camareros que dan la cara en sala. Una atención de calidad que se convierte en uno de los pocos reclamos para ir a “un pueblo que ha quedado vacío” y “está en mitad de la nada”, según explica el cocinero encargado de producir unas migas cuya fama traspasan fronteras, Antonio Ojeda Blanco.

Un negocio que surgió “de casualidad y como necesidad”, pues Antonio era cocinero en Cataluña, se ha convertido con el tiempo en un clásico del municipio junto a las vías del tren. Ojeda explica que sus hijos se han criado en Espelúy, donde han hecho toda una vida y reconoce sentir “pudor” por reconocimientos como este o el simple hecho de mostrarse delante de una cámara. “A mí lo que me gusta es hacer las fotos”, comenta.

Mostrando su humildad, reconoce que aunque él sea el encargado de hacer las migas, buena parte del resultado se debe al infatigable trabajo de su mujer, Conchi. “Cuando llego a la cocina está todo preparado, yo solo me tengo que poner a cocinar. Me quita mucho trabajo y sin ella sería imposible”, comenta antes de acordarse, igualmente, de las diferentes personas que ayudan durante los fines de semana, cuando más clientela tienen, para que el bar pueda funcionar: “Me siento muy orgulloso de los profesionales que trabajan conmigo, desde camareros a ayudante de cocina. Saben tratar a los clientes y son unas personas muy especiales”. Además, apunta que lo importante es “lograr que quien trabaja contigo sienta el negocio como suyo” pues así tratan a los clientes como propios y estos vuelven.

Como persona humilde y vergonzosa que es, cuesta sacarle algunas palabras. Después de charlar un rato reconoce que ayudan a la gente que lo necesita y colaboran con varios menores con enfermedades raras, además de intentar dar a conocer a sus clientes lo importante que es estar con esas causas. “La gente se tiene que concienciar de ello, así que una forma de ayudar es dando a conocer la realidad”, explica. Una persona que afirma que lo único que quiere es “ganarse el jornal” y que esconde un corazón más grande que los platos de migas que sirven en su bar, del que dicen quienes comen allí que si van ocho personas es mejor pedir para cinco; la filosofía de Ojeda en este aspecto es que la gente tiene que estar “cómoda”, “sentirse como en casa” y “comer hasta hartarse”, su forma de lograr que vuelvan en el futuro, consiguiendo así la continuidad del negocio durante muchos años más, como ha ocurrido hasta ahora.