Unión olivarera en La Campiña para asegurar el futuro del sector

Tensión en el acceso de vehículos a la A-4 desde el Polígono Industrial Miranda

31 ene 2020 / 18:35 H.
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“Si no somos nosotros mismos los que peleamos por un presente mejor para el olivar, ¿quién lo va a hacer?” Las palabras son de Cayetano, un agricultor porcunense que no dudó en acudir a la llamada de Asaja, Coag, UPA, Cooperativas Agro-alimentarias e Infaoliva para unirse a la voz de una Jaén que se levantó brava para pedir lo que cree legítimo y le corresponde por historia y por sudor vertido sobre la tierra: unos precios justos para el aceite de oliva. Como tantos otros olivareros de la provincia, pasadas las diez de la mañana se hallaba al volante de su tractor, su motor rugiendo con fuerza, parado en mitad de la A-311, en dirección Andújar. Las retenciones en los diversos accesos a la ciudad habían comenzado minutos antes de las diez y los nervios ya empezaban a florecer entre quienes aún se hallaban lejos del kilómetro 327 de la A-4 —punto elegido para el corte oficial de autovía—, pero que, sin embargo, tan sólo podían avanzar a trompicones. Se lo impedía la larga hilera de vehículos agrícolas y turismos que se perdía en el horizonte que marcaba la niebla, apenas densa, hacia ambos sentidos de la calzada. Un nuevo juego de pies embrague-acelerador con la primera puesta suponía el incremento de la ilusión y la rabia en el pecho, que, a su vez, gestaba con mimo un desgarrador grito compartido de presente y futuro, pero también de defensa de un pasado milenario en el olivar. “Revelión en la granja” —sí, con uve, pero el desliz se perdona—, rezaba el sencillo cartel que un agricultor arjonero septuagenario había colgado en su tractor.

Cercano el objetivo de alcanzar la Autovía del Sur, no fueron pocos los que, aprovechando el parón obligado, decidieron regalar el estómago con hoyos regados con los mejores aoves jiennenses, tesoros propios e indelebles de la provincia. Compañeros de tajo, manijeros y temporeros, y familias enteras incluso, ocupaban los vehículos que daban forma a las kilométricas filas que llenaban las vías del entorno andujareño. Olivareros de Lahiguera, Arjona y Porcuna eran los que más abundaban. A estos se unieron también en gran número otros procedentes de municipios como Villanueva de la Reina, Torreperogil y Mengíbar, y hasta camaradas cordobeses de Cañete de las Torres y Villa del Río, estos ya más cerca aún del punto de encuentro oficial, decidieron unirse a la protesta.

El primer gran núcleo de concentración de indignados por los actuales precios del aceite de oliva se ubicó a escasos metros de la salida 323 de la A-4. Aunque lo previsto era que quedara cortado tan sólo el carril de la autovía en sentido Córdoba, finalmente los olivareros también decidieron tomar el que conduce a Jaén. Lo hicieron instalando una barricada que cerró el paso a numerosos vehículos, cuyos conductores y ocupantes no habían esperado encontrarse con tal inconveniente. Lo mismo ocurrió en el otro carril, aproximadamente a la misma altura, esto es, a apenas un kilómetro del punto de encuentro establecido por la organización. Para alimentar el fuego se usaron, entre otros combustibles improvisados, palmas de una palmera próxima. El acceso a Jaén a través de la rotonda a la que da la citada salida de la autovía también se cortó empleando el mismo método. Los vítores y los gritos alentadores eran constantes entre los cientos de personas que se concentraron al otro lado de las barreras de fuego. Hubo también aplausos para compañeros que se sumaban a la protesta y abucheos para aquellos otros que, desde lo alto de la Travesía Madrid-Cádiz, observaban la estampa. El humo negro procedente de las barreras dispuestas en el asfalto indicaba desde muy lejos que, efectivamente, el sector oleícola jiennense había tomado los accesos y las salidas andujareñas, casi como si aquello fuera un sitio en el que demostrar que, unidos, no había nadie que pudiera decirles que no podían lograr su objetivo.

Hablando de fuego, la temperatura también subió, pero en esta ocasión no por efecto de las llamas, en el corte oficial de la circulación establecido en la A-4, ya en Andújar. Fue ahí donde se vivieron los momentos de mayor tensión de la mañana. La marabunta de miles de manifestantes, pancartas con mensajes reivindicativos y lazos verdes en alto, ocupaba los dos carriles de la calzada, pero, sobre todo, el de sentido Córdoba. “Dignidad para el olivar”, “¡No a la especulación!” y “Por un precio justo” eran algunas de las consignas que podían leerse. Pasadas las doce del mediodía, los agentes de la Guardia Civil que formaban parte del dispositivo de seguridad desplegado por la Subdelegación del Gobierno comenzaron a impedir a los vehículos agrícolas el acceso a la A-4 desde el Polígono Industrial Miranda. Al respecto, alegaban que la vía había de estar completamente despejada de personas para evitar cualquier tipo de accidente. Tal explicación no satisfacía a los manifestantes, algunos de los cuales comenzaron a entrar en cólera porque sostenían que tenía que haberse habilitado un paso específico a los vehículos pesados. Mientras los guardias civiles trataban de apaciguar la ira de las masas, el tractorista que encabezaba la hilera de vehículos agrícolas hacía lo posible por avanzar, aunque con escaso éxito. De fondo se oía, a través de un altavoz, a una olivarera que llamaba a la calma, pero su voz quedaba sepultada por los bocinazos y los gritos iracundos de quienes habían hecho de la calzada de la A-4 su fortín y no comprendían la actitud de la Benemérita.

La tensión continuó aumentando. Uno de los guardias civiles no cejaba en su tarea de impedir el paso al primero de los tractores, que, sin embargo, logró avanzar escasos metros. “Retírense y los vehículos podrán pasar. Mientras haya una sola persona en la calzada no pueden circular los vehículos”, no dejaba de repetir el agente. Hubo incluso unos momentos de confusión entre los manifestantes, que se dividieron entre aquellos que optaban por acatar las órdenes y entre los que no estaban dispuestos a ceder ante lo que consideraban un sinsentido: “¿Cómo vamos a quitarnos de enmedio? ¿Entonces para qué hemos venido aquí?”, gritó uno de ellos. Finalmente, estos últimos decidieron dar un paso al frente y comenzaron a concentrarse en torno al guardia civil para formar una cadena. En escasos segundos lograron rodear en masa al agente, que, sin modo alguno de impedirlo, fue desplazado hacia delante unos metros para dejar vía libre a los tractores, todo ello al grito unánime de “sí se puede”. Tras ello, no tardaron en llegar los refuerzos del Instituto Armado. Agentes del Grupo de Reserva de Seguridad (GRS) de la Benemérita dibujaron una barrera humana e intentaron contener a los olivareros, si bien no fue necesario el uso de sus defensas, a pesar del cierto caos que se vivió por momentos. Con el tractor que lideraba la fila de vehículos que trataban de avanzar por la autovía de nuevo detenido, su conductor abandonó la cabina y llegó a encararse con uno de los guardias civiles, al que espetó: “¡Yo vivo de esto, yo vivo de esto!”

A pesar de la tensión vivida, los agentes lograron, poco a poco, que se impusiera la calma y que el gentío despejara el carril dirección Córdoba para, así, no obstaculizar la circulación de los vehículos, que continuaron su marcha sin que hubiera que lamentar más problemas al respecto. A partir de entonces, y ya pasadas las doce y media de la tarde, una sonrisa se dibujó en las caras de los participantes en la protesta, que aún se amontonaban en la margen de la calzada y en la mediana, sobre todo. Los bocinazos de los conductores continuaron, pero ya a modo de saludo a paisanos, camaradas y familiares, que respondían a la llamada de atención con simpatía. Se había tratado aquella de una mañana intensa, sin duda, y el cansancio comenzaba a notarse, pero quienes allí resistían lo hacían orgullosos y conscientes de que, al menos, el objetivo principal de la convocatoria de protesta, que no era otro que se escuchara la voz de los olivareros jiennenses, se había conseguido con creces.

Pasada la una de la tarde, hora a la que había de darse por concluido el corte de tráfico, según lo dispuesto por la organización, la circulación en sentido Córdoba comenzó a retornar a la normalidad. Un poco más tardó, sin embargo, en ocurrir lo mismo en el carril que lleva a Jaén, precisamente en el que no se había autorizado el cese del tráfico habitual. Cerca de las dos, el fuego que impedía el paso a una buena cantidad de vehículos en esa dirección ya había quedado extinguido; no obstante, aún quedaban varios manifestantes al otro lado de la barricada. Abundaban las caras largas de muchos de los conductores, sumidos desde hacía varias horas en la incertidumbre. “¿Cuánto queda para que se abra la carretera?”, preguntaban a cualquiera que vistiera un chaleco reflectante. Sólo media hora después, el tráfico recobró la vida de forma tímida en ese sentido de la circulación. Será hasta la próxima.

Andújar