De una venta en Andújar

06 jun 2020 / 11:55 H.
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ANTONIO MARTÍNEZ CEREZO

ESPÍRITU CÍVICO. El “Diario de Madrid”, impreso con privilegio real, en su número 100, primera página, sábado 10 de abril de 1790, festividad de San Ezequiel profeta, señala que está la Indulgencia Plenaria de las Quarenta horas en la iglesia de PP. de la Victoria y, tras las afecciones astronómicas del día y las afecciones meteorológicas de víspera, incorpora un capitular de inspiración cervantina:

“Noticia de un viage por la Andalucía en que se intentó engañar á un pasagero con ocultarle una Fonda que hay en Andújar de muy buena asistencia”.

El anónimo noticiero cuenta que viene de haber andado el camino de Andalucía, que lo ha encontrado en magnífico estado gracias al gobierno ilustrado que nos ha procurado, y nos procura, esta comodidad, cuyo imponderable precio sabe el que como yo ha andado la misma carretera en otro tiempo. Y, por contra, deplora que se le ocultara la existencia de una fonda de Andújar, que acabó encontrando y donde se le dio muy buena asistencia. La redacción cumple con la cortesía epistolar (lo que faculta la publicación de la noticia en el Diario), alaba el celo gubernamental en el arreglo del camino (obra pública) y denuncia la actuación de cierta mujer de Andújar diestra en el arte de ocultar la existencia de la buena fonda porque, teniendo también ella un establecimiento similar, no le interesaba que los viajeros fueran a la del competidor donde se daba mejor servicio al mismo o mejor precio.

Dadas las circunstancias, el informante se cree en el deber de divulgar tal asunto por una doble razón: para prevenir del daño que se causa tanto al pobre dueño de la fonda como a los engañados caminantes a quienes se les priva de tan valiosa información. Lo que le insta a valerse del diario como el mejor medio a su alcance para que los viajeros que van a la Andalucía sepan que subsiste la tal fonda en Andújar y que en ella se trata muy bien a quienes a ella van y en ella moran.

Tan aparentemente nimio asunto, propio de la literatura picaresca, se me antoja es de sumo interés actual tanto para la historiografía de Andújar como para el estudio de la sociología de aquella España a la que el comunicante llama, con su cívico ejemplo, a despertar e instalarse en la racionalidad que preconiza la Ilustración.

AVISO A LOS DIARISTAS. En el año 1790, el “Diario de Madrid” era el menos oficial de los tres diarios que se editaban en la Villa y Corte. Los otros dos eran: “Gaceta de Madrid” y “Mercurio de España”. Y mantenía abierta una sección de avisos a los Diaristas, antecedente de las actuales Cartas al Director. Lo que conviene subrayar por tratarse de un medio periodístico de hace doscientos treinta años, en la epifanía de la prensa española, sometida al implacable control de la censura oficial, nada amiga de que hubiera prensa libre y libertad de prensa.

Para no alterar en nada su esencia, recojo la noticia literal del viaje respetando en todo la ortografía y la puntuación de la época.

“Señor mío: vengo de haber andado el camino de Andalucía, y he tenido complacencia en hallarlo casi todo en tan buen estado, que puede decirse que ningún príncipe lo tiene mejor en sus dominios; no hay ya mal paso que no esté solidamente remediado, y se está hoy trabajando por trozos para dar la última mano a lo que queda que acabar del camino gracias al ilustrado gobierno que nos ha procurado, y nos procura, esta comodidad, cuyo imponderable precio sabe el que como yo ha andado la misma carreta en otros tiempos. Lástima es que las posadas en ella sean en la mayor parte las mismas que en otros tiempos, no porque este particular haya escapado tampoco à la atención del gobierno, sino porque se han opuesto a sus esfuerzos las preocupaciones de las gentes que han preponderado mas que sus comodidades. Así se han levantado las Fondas que se establecieron en la Carolina, en el Carpio, y en otros muchos parajes. La malicia ha tenido tambien parte en ésta oposición, como acabo de experimentarlo, y es la causa principal porque dirijo a Vmd. esta carta, por el deseo que tengo que se remedie. Un buen hombre (cuyo nombre ignoro) tomó en Andújar en arrendámiento el Colegio que fué de los expulsos Jesuítas i estableció en él una Fonda, con comodidades de todo género para los pasageros. Supelo antes de salir de mi casa, y al aproxímarme al pueblo mandé al mayoral que me llevase á él. Me dixo que no había ya tal Fonda, habiéndose perdido y retirado el que, la había puesto. Un mozuelo se acercó al coche (se conocía hechadizo ) y dixo lo mismo asegurandolo por muy cierto. Mandé á un criado que llevaba á caballo, se adelantase á saber la verdad, y me trajo noticia que subsistía la Fonda. Fui á ella, y halle quartos decentes, limpios, bien amueblados, provistos de buenas camas, y comida qual podia dessear, ó pretender en un pronto, á mucho menos precio de lo que me llevaron en la indigna posada anterior de Aldea del Rio , y otras como ella, sin haberme subministrado cosa alguna si no es el fuego para calentar la olla”. Y continúa: “Pregunté al dueño de esta Fonda por qué decían que se había ido, y me informó que quien lo publicaba, y se industriaba para persuadírlo á los pasageros, era una muger que tenia la venta que está en el cámino por debaxo del pueblo, y que lo hacía con tanto suceso que nadie casi venia á su casa; de modo que por éste motivo, se perdía, y se vería, en la necesidad de abandonar el puesto. Para prevenir este daño, tanto á este pobre hombre, como á los engañados caminantes, resolví desde luego valerme del Diario como el mejor medio para que sepa, el publico que subsiste la tal Fonda, y que en ella se trata muy bien de todos modos á los que van á ella. Todo hombre de gusto, y que mira por el decoro de su patria, debe coadyuvar los esfuerzos e intenciones del gobierno en poner de su parte para promover y sostener estos establecimientos”.

CRONISTAS DE ANDÚJAR. No albergo la más mínima duda sobre las muchas deducciones que mis colegas, los cronistas andujanos, sacarán de esta pieza en la cual se ofrece información de época sobre un pasaje insólito: el establecimiento de una venta muy bien llevada por el arrendatario en el colegio de los expulsos jesuitas, que supongo sea el hoy conocido como Hospital Antiguo. Si es así, el rescate para la pequeña gran historia de Andújar de tan providencial texto habrá merecido la pena.

Andújar